martes, 26 de septiembre de 2023

Sin complejos

Tercer derbi triunfado en casa en liga con el Cholo, esto es: 2015, 2022 y el del pasado domingo. Si buscamos antes, hay que remontarse al siglo pasado. Así que nos sobraban los motivos para ganar, entre ellos evitar retirarnos de la liga en septiembre, y también sobraban para desconfiar en un contexto tan complicado. Tanto bullying histórico en forma de resultados, desgracias arbitrales y, por qué no decirlo, malas actuaciones del equipo partidos de tal fuste tan a menudo, hacen del derbi un partido en el que la cábala, el sudor frío y el pellizco estomacal mellan incluso los corazones como el mío, a prueba de lisboas y milanes (a veces me pregunto cómo sobreviví emocionalmente esos caminos y otros tantos), pero con la fe inquebrantable. Y más sabiendo que, cuando yo genuinamente sé que el Atleti está mal y que sinceramente veo la cosa chunga, los nuestros sacan la cara. En Roma se atisbó, y aquí por fin bastó para ganar al peor rival de cualquier deporte. Para ganarles, como decía el gran Rubén Uría, no hay que salir al 120%, conseguir renta y bajar al 60%. Mejor mantenerse estable en ese máximo rendimiento, con un plan, y con contundencia y una pizca se suerte quizá se dé... Eso pasó mientras yo no llegaba a tiempo de recoger unas pizzas. El primer gol desde OndaCero. "Hemos marcado muy pronto", le dije a mi interlocutor, y durante la cena narrador, madridista él. El segundo de Griezmann hizo me entrara el picorsito, incluso dije alguna bravata de que sí podría ser. Como cuando se fue la visita íbamos ganando y la presión era enorme, decidí dejar el móvil aparcado, fruto de la esperanza de ganar, creyéndome el ombligo del mundo y al mismo tiempo un poso de ser el más cagón del globo. Como un burro amarrado a la puerta del baile. Pero salió bien. Cada cuarto de hora bajaba sin saber muy bien cómo había llegado hasta allí, y todo era grato. Ese 3-1 valía millones. Y luego el final. Alegría contenida. Subidón light, porque no estuve allí, y sufrí menos, qué coño. Entonces aunque no fuera por miedo, ni vergüenza, ni mucho menos por darle la espalda al equipo, sino por ayudarle (os sorprenderían nuestras estadísticas cuando me ausento del derbi por un motivo u otro), tengo una alegría más serena y tántrica, de menos voltaje, y estoy saboreando todo en consecuencia de ello. Cada programa, puede que a 1.5x, la rueda de prensa magistral de Simeone, y por supuesto, voy hasta a ver el partido, que la ocasión lo merece. Tengo hasta el jueves... Donde habrá que despertar en Pamplona, si no, esto habrá servido de mucho menos y volverán las preocupaciones. No quiero despertar, incluso un paroncito de selecciones me pedía yo ahora. Es tan difícil ganarle a estos cabrones, y encima llorándonos (Belic-gan sigue asiduo a liarla en el descuento lesionando a Angelito), que la alegría me invade sin complejos. De hecho llevo ya dos camisetas del Atleti puestas en la semana como terapia, porque por miedo a ser considerado oportunista, la visto con rectitud más bien en las derrotas, cual muestra de orgullo. Pero, ¿más orgullo que hoy? Además, ¿quién es nadie para dudar de mi atletismo? Ni siquiera yo puedo hacerlo. Rompen las olas en la Caleta de Málaga, voy a hacer footing inmerso en mi crisis de los trentitantos, con una camiseta de cuando estuvimos en el infierno, porque lo que más importa es lo jodidamente sexy y bella que me queda cualquier camiseta de nuestro Atleti. Voy a echar el pulmón luciendo la rojiblanca como penitencia por no verlo. Va por vosotros, equipo, y también por mí. Fuera complejos  siempre que se pueda.

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