lunes, 6 de mayo de 2024

Por lo que sea

Jugar bien y perder, salir a empatar y perder, tirar las primeras partes y ganar, jugar bien y ganar, ganar (fuera de casa). Últimamente falta tanto de esto último que no recuerdo un Atleti al que menos fe le tuviera fuera. En los tiempos negros de mi adolescencia siempre daba por hecho el axiomático patinazo con recién ascendidos, el ridículo esporádico ante media tabla, pero luego siempre había alguna goleada inesperada en feudos difíciles. Ese contraste tan abultado con los resultados caseros también hace lo suyo para acrecentar la casi certeza que tenía de que volvíamos a perder (ridículo e inoperancia mediante) ante cualquier rival que se lo propusiera un poquito. Lo cierto es que porque el Mallorca tuviera caquita del descenso o porque nosotros tuviéramos las clavijas más apretadas, o porque alguna vez tenía que ser, se ganó, y yo lo viví con el trauma reciente y pensaba que no se iba a conseguir hasta bien entrado el partido, que no vi. Por eso escribo sobre él, quizá. Ya no era una final, ni lo fue contra el Bilbao, pero era clave ganar para mantener la calma. Estos calendarios de final de temporada los carga el Dimonió, y no me fio un pelo de nadie. Me alegro que ganase el Celta, porque así irán más a verlas venir, pero así a veces salen los mejores partidos. Si es que casi nunca se sabe. Que se certifique esto y llegue ya la EurocopaAméríca por favor.