lunes, 19 de agosto de 2019

INIC10 E IDIL10

Mi hijo aún no había nacido la última vez que debutamos en liga con victoria. Volvimos a hacerlo, con nuestro binario amigo por bandera, y con muchos o pocos cambios según se mire. El primer partido de liga es una trampa, como el propio rival. Un equipo de Europa League con las ideas incluso más claras que el Atleti, con ramalazos low-cost de la mejor versión del mismo. No se explica la increíble buena racha que tenemos contra ellos: ni un gol encajado en el pleno de victorias en casa contra los del sur de Madrid en la era Cholo. Frente al espejo azulón nos veíamos con unos laterales de altos vuelos, dos ramales que antes se lo pensaban más a la hora de cruzar la aduana del cuarto árbitro. Eso y algo más intangible, un chaval llamado João, del que intuyo Félix es su segundo nombre y no su apellido. Quizá debido a la ausencia de Costa vimos a este Atleti con la misma pegada, gran gol de Morata que sigue de dulce, pero con el ancla ghanesa como único tope al baile constante en tres cuartos. Como cooling break se nos obsequió con una ensalada de expulsiones, en la que el árbitro más que aplicar la ley del talón de Aquiles aplicó la ley del Talión, llevándose por delante a Jorge Molina y al pobre Lodi, que no sabía ni qué le había pasado. Se llegaba así al descanso con una sensación agridulce. Esa inferioridad compartida, sabiendo quién nos entrena, tenía visos de partida de ajedrez con muchos peones y pocos alfiles, con un final apretado como horizonte. Poco a poco el Cholo fue mandando mensajes de contención, y el Geta, a pesar de sus magníficos cambios, fue un diésel antiguo tratando de entrar al Madrid Central ese, que no sé ni lo que es pero lo digo por tirarme el rollo.


...Y entonces, apareció, en una jugada que parecía que un defensa o el árbitro truncarían. [...] 10 segundos a lo sumo [...] Solo diré que nunca había sentido eso con una individualidad de un jugador del Atleti. Esto nos viene genial para la salud de los que nos pareció, con toda la razón de este mundo de traspasos locos, una inversión arriesgada la contratación del chaval. Pero ahí sigue él, sin alardes, con algo de barba, quién sabe si de dos días o de dos semanas, y con el regate como eficacia en vez de floripondio... Si continúa así mejor disfrutarle desde ya que pensar en cuando diga de irse. Yo es que soy así de agonías, antes de morder la hamburguesa ya estoy pensando en lo pequeña que es y el hambre que me va a quedar tras comérmela. Eso mismo o una mierda similar debió pensar el bueno de Morata, que desperdició el caramelo que era ese penal. Que lo fallaba lo sabía hasta mi gato. Parte negra de nuestra indiosincrasia contemporánea este romance con los penales. Aunque para los escépticos quizá lo falló para no quitarle protagonismo a esa antológica jugada. Ganar, sí, pero sufriendo un poquito para no quitar la razón a los memos con el A2 en habilidades sociales, muy fanes ellos del "¿Atleti? tú eres sufridor eh".

Como ya hemos dicho, el primer partido es especial: lo que son un dechado de buenas intenciones pueden tornarse en una claudicación de propósitos al más mínimo revés en la clasificación, como mi deseo de seguir escribiendo por aquí. De momento este Atleti parece haberse transformado bien, y lo más importante, para mal y sobre todo para bien, sin dejar de ser él mismo.