martes, 10 de diciembre de 2019

8 yardas por 8 pies

Me gustaría tener más tiempo para pasarme por aquí. Quizá lo que ocurre es que me falta voluntad. O días de veintisiete horas. Pero hoy, tras dejar al niño en el colegio, y con incredulidad decidir qué hacer en la mañana libre que se me presentaba, lo primero que me vino a la cabeza, esta vez sí, fue mirarme en el espejo rojiblanco. Podría callar sin más. Nadie me ha preguntado. Pero no solo me apetece, sino que siento un deber para con mi equipo en esta difícil situación. Es fácil escribir en los días de vino y rosas, cuando todo sopla a favor, incluso cuando hay tropezones en un mar de tranquilidad y de poderío. Ahí es fácil buscar esos tres cuartos de hora a las once de la noche a costa de tener sueño al día siguiente. Todo vale con tal de glosar sobre nuestro equipo y su excelente estatus actual. Todo ello, eso sí, si nos situamos en el prisma de la era Simeone. En una suerte de paralelismo con los cambios más importantes de mi vida, el nacimiento de este blog mediante, llegó Diego Pablo al Atleti y todo empezó a mejorar en ambas partes de un todo, que somos el Atletiyyo.

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Ahora es lo que importa, el Cholo es el primero en saberlo, y se percibe que hay mucha gente que duda, yo incluso en conatos de ira tras malos resultados, lo reconozco. Luego uno ve al Man United o al Arsenal y le da ganas de besar a nuestro argentino. Se atisban vacas flacas por vez primera con él, y antes que buscar la respuesta, seguramente errónea, me llama la atención la evolución del equipo. Obviando la destacable pretemporada (que sí, que eso es paja), ¡llegamos a ser líderes en solitario en la jornada 3! Y luego, el bloqueo. Tirar las primeras partes era un clásico, pero lo que antes era un comentario al final del boletín para bajar del sobresaliente, se tornó en una patología imperdonable en cuanto dejaron de entrar. Al menos se tocó fondo futbolísticamente, y todo comenzó a mejorar en cuanto a lo que entra por los ojos, las llegadas, la sensación de ir, ahora sí que sí, a por los partidos desde el inicio. Y justo cuando ya estábamos todos enchufados menos el gol, nos enteramos que se nos va Diego Costa, quizá para siempre. Otra vez nos la ha liado, quizá con consecuencias más dañinas que en Lisboa: este muchacho... El bajón del lagarto, con el mal agüero del Pizjuán mediante, se antoja como una de las causas principales por cualquiera de los expertos que somos, con todo el derecho, cada uno de los que tratamos de buscar una respuesta al problema de nuestro equipo. Este motivo se radicaliza fácilmente en falta de gol.

Resultado de imagen de lodi villarrealEl gol, ¿no te jode?, que no quiere entrar. Solo es eso, ¿eh? Sabemos las dimensiones de una portería, ¿que no? Pues como se de cuenta Don David Vidal os tira de la oreja... Sabemos que el fútbol es un deporte de marcador corto, que si tienes un mal día cualquiera te puede ganar, excepto el Atleti al Barca en liga. Ese decisivo partido que nos despedía en diciembre del campeonato ante el cabrón de Messi, o Sevilla, o Granada, incluso Villarreal y Turín si me apuran, debieron tener otro devenir, al menos con algún que otro tanto, independientemente del signo de la quiniela. No me habléis aquí de suerte que os reviento... Tengo que llegar a algo más empírico. Partiendo de la base de que el Atleti sigue siendo atrás más o menos tan fiable como siempre (ojo al noble rendimiento de Felipe y Hermoso), y que ahora el juego es ligeramente más alegre que en otros tiempos, compro que la falta de gol sea la clave. Pero me temo que más que por apatía de los delanteros, donde Morata, que es Morata, ha estado excelente tirando del carro, el problema viene en cómo nos lo montamos para generar esas ocasiones. Quizá el problema sea que no nos corre el balón lo suficiente. Que esos pases de la muerte que acaban en dudosos penaltis no pitados en tierras andaluzas en el noventipico o esos balones a las nubes con todo a favor, no tienen el veneno de la descolocación rival o el lapso suficiente para amartillar con certeza. Quizá sea que somos tan previsibles que el dios del fútbol, ese hijoputa infinito para lo que nos conviene, no nos firma los papeles del gol. Que tras engullir antaño, ahora no es que mastiquemos treinta y dos veces, pero sí que lo hacemos algo lento.

Resultado de imagen de borja garcés golYo me auto-tranquilizo pensando que van por ahí lo tiros, nunca mejor dicho. Solo espero que esta fluidez arriba, que es lo que creo que falta en definitiva, vaya apareciendo desde las decisiones del Cholo, a quien le incomoda más que mear empalmado eso de llevar la iniciativa, pero es un DT como la pobre tribuna del túnel de la M-30 de grande. A nadie más que a él, por mucho que cobre, le joderá el no hallar la raíz del problema, así que dejémosle actuar, aunque eso sí, mejor no oírle en las ruedas de prensa. Los buenos atléticos sabemos que esta mancha del esmóquin al comienzo de la fiesta es gracias a él, pero también el traje y la invitación, así que no necesita denotar tanto llanto justificante, cosa que me pone de mala leche más que los propios resultados. Volviendo al simulacro de análisis del percal que llevo a cabo, él ya se ha dado cuenta de que todo puede surgir de un mexicano ojeroso y de pecho caído, que es el mejor fichaje desde noviembre. Esperemos también, que mientras le crece la barba al de Viseu y deja atrás su lesión, vaya alargando su incidencia en el juego (aquí me mojo y creo que será más fácil si Simeone no le da de lado). Y en ese mundo etéreo sin goles que lo cimienten, aderezado con Vitolos que se lesionan y se sustituyen multiversalmente, Lemares que no se transforman, angelitos que solo centrados pinchan con su tridente, esa sinergia onírica cuyo combustible es el gol, puede que le suba el voltaje a los que realmente tienen la llave de todo: los canteranos Saúl, Koke y Thomas. ¡Pardiez! Eso me ha hecho bajar de las nubes y recordar al chaval Poveda. ¡Qué mala suerte, joder! Pero ahí está Borja Garcés, que ya pasó por lo mismo y está calentando por la banda.

Podría ser un final perfecto para este divagar, aunque fruto de la impotencia por los resultados y por no encontrar una contundente respuesta en forma de revelación para hacérsela llegar a Diego Pablo, como contrapartida me invade una retahíla de largas preguntas retóricas: ¿Debemos continuar denormalizando las armas del Atleti primigenio del Cholo? ¿Y si el problema es el perfil de los jugadores elegidos para la posición que realmente desempeñan luego? ¿Y si el balón parado volviera a campar? ¿Y si nos quedamos fuera de la Champions? ¿Huimos hacia atrás o seguimos avanzando? Para, para, para; esa de retórica, nada. No nos queda otra que ser del Atleti, esto es, apretar los dientes y estar a muerte. Hablando de la parka. ¿Dónde está el bueno de Saponjic? Si no nos cuentan alguna verdad escabrosa, no me explico cómo no ha jugado un puto minuto con lo romos que andamos. ¿A que marca el gol decisivo contra el Lokomotiv?

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martes, 1 de octubre de 2019

El inolvidable derbi para olvidar

Todo empezó un 5 de julio, poco después de saberse el calendario de la temporada. Mi sobrino Bati, el más pequeño, atlético, me retó a ver el derbi en Madrid. Yo rehusé argumentando que había partidos más plácidos para peregrinar por primera vez al Metropolitano (él ya había estado). Luego vino la goleada veraniega. Estoy seguro de que ese 3-7 influyó en el resultado que tendría el partido de liga del que ahora hablaremos. Poco a poco el plan remontó. Quizá tuvo que ver el mal de amores del susodicho Bati, pero lo que realmente lo certificó fue un tercer elemento, el alistamiento de mi sobrino Tol. El madridista sufridor podrían llamarle, a priori parecía una misión incluso más suicida para él que para nosotros, pero nos pudo el hecho de ir los tres. Siempre hemos vivido el fútbol. En la calle, en la tele, en la consola, en el almuerzo, en el pabellón, a veces en sueños... El fútbol no nos da de comer, pero nos come la cabeza a todas horas. No nos moriríamos sin él, pero nos da la vida.
Yo siempre he sido cagón, y por consiguiente precavido en mis planes. Por eso merodeaba la web atento a los precios y su puesta en venta. Si no hubiera sido por una alerta a la que me suscribí, se nos habría escapado la oportunidad. No obstante hubo suspense. Volviendo del trabajo en coche le digo a mi colega que mire la notificación, para ver cuánto valen al menos. En vez de eso la única opción era una cola online para esperar más de una hora. Para vivirlo: del baño del niño al Mercadona, constantemente revisando la web. ¿Nos quedaríamos sin ir después de toda la ilusión que teníamos puesta en esa locura? Por fin llegó mi turno. Y entonces llegó el varapalo de los precios. Ya había pedido permiso repentino a mi mujer el mismo día que salieron, dijéndole que serían unos ciento y pico euros. Los cojones. Cuando me tocó comprar, la más barata era 250 más gastos de gestión, la mayor gitanada vista. Dudamos mucho, el tiempo corría hacia atrás rápidamente, pero la locura venció a la sensatez. Íbamos a ir al Wanda, al derbi nada menos, a costa de bocadillos y de una paliza de coche en menos de veinticuatro horas para reducir costes y mitigar el sablazo de los tickets. En mi caso, padre y marido, con el recargo de la discusión por la celeridad e irresponsabilidad de todo el tinglado.

Así fueron pasando los días. Los continuos resultados hacían fluctuar los ánimos en unos y otros. El día del 3-0 del PSG Tol estaba planteándose abrir Wallapop para vender un boli con regalito. El Bati con sus audios eternos sin decir nada en realidad. Y luego yo, que al principio pensaba que ya era hora de volver a ganar en liga en casa al Madrid, que íbamos a golear, pero naturalmente fui retractándome conforme llegaba el día. Eso sí, en mis cábalas, consideraba positivo que ellos llegaran líderes. Hace tiempo que a base de hostias sé que esas idioteces poco tienen que decir, pero mis sensaciones son inevitables. Gafes y antigafes en forma de comentarios también pueden hacerte creer que ayudas a tu equipo sin estar en la grada. Además tenía la bendición de Antonio ENP, mi hermano de Tallinn. ¿Qué podía salir mal?
Entonces llegó el día, y tras mi horita adicional de viaje, salimos desde Antequera a media mañana. Algún que otro cántico, poca música y mucha radio futbolera gracias a los horarios del ciervo del Tebas. Y venga a especular, y venga a hacer comentarios cagones... No tenemos remedio. Gracias a mi buen criterio ni tuvimos que coger metro, ni problemas para aparcar. A falta de llegar a tiempo para ver in situ el Fuenla-Rayo, vimos el Getafe-Barca y a las tías que pasaban en un bar con Toros Rossos y bocatones de bacon y queso. No era mi intención reírme del camarero, con lo educado que soy yo... Entonces se acabaron las tonterías, a pata pal estadio mientras aumentaba la cantidad de indios por metro cuadrado. Ya no había marcha atrás. Yo me lo esperaba más alejado de las viviendas, y conforme llegaba se apoderaba de mí la ansiedad. Como aún quedaba bastante, hicimos caso a la marabunta y esperamos la llegada del equipo mientras un imbécil que trataba de ligar no tenía otra forma de hacerlo que hablando de las finales perdidas y lo mal que lo pasó. Ya bastante se habló de ellas en nuestro viaje como para que ese carapoya me las recordara.


No es que yo haya ido tantas veces al Calderón como para considerarme conocedor de los más íntimos secretos de las previas, ni la atmósfera de las grandes ocasiones, pero obviamente el hecho de ser el Wanda Metroplitano un estadio moderno, y por ende en una zona amplia de las afueras, restó épica a la entrada de los jugadores. El problema añadido fue que ahí, tras ver las gafas del Mono Burgos y su saludo, me desgañité tanto que me dejé media voz. Fallo garrafal, que me mantuvo miedoso de quedarme afónico hasta bien entrado el partido. Pero antes, luchando contra la zozobra por lo que se avecinaba, saboreé mi primer contacto con los entresijos del estadio: la tienda, el Paseo de las Leyendas... Todo parecía más pequeño de lo que imaginaba en mi mente. Lo que sí superó con nota mis expectativas fue el interior. Precioso coliseo, amplio y a la vez cercano. Demasiado cercano a todo el puto mundo diría yo... Porque en nuestra zona, lateral oeste pegado a la esquina, había tantos madridistas que me sentí desubicado en todo momento. Mientras Bati no hacía más que pedirnos putas fotos, Tol mascullaba arrepentido que debería haberse llevado la camiseta blanca. El juego de luces y la alineación fue un momento muy grande. A más de uno se le durmieron partes del cuerpo. Muy guapo también lo de Forlán y el tifo rollo Peaky Blinders. Pero tras el pitido, sentí que solo cantaba yo en ese jodido sector, lo juro. Pero el mejor atlético del mundo no podía amedrentarse ante tal situación. No paré en todo momento de animar entre mexicanos, asiáticos y eslovacos, cumpliendo con mi obligación. La pena fue que nunca llegué a sentir un momento de conexión de todo el estadio. Probablemente la culpa la tuvo mi lejanía del Frente y sobre todo el partido en sí, del que mejor no hablar. Durante el mismo, por no hablar apenas hablábamos entre nosotros, o sí, no me acuerdo, pero sabíamos que esa sensación de angustia constante era nuestro denominador común. La tensión de cualquier derbi, pero quintuplicada por la consabida inversión en esta expedición, donde además en lo que a mí respecta, había corticheado una vez más la cuerda de la que pende mi matrimonio.

Abandonamos el estadio descargados, con más ánimo por parte del merengón, lo cual me evitó conducir a la vuelta. Yo hubiera firmado el empate antes del partido, pero ese encuentro tan soso no hizo justicia a nuestras expectativas. Yo solo iba por las risas durante el viaje y la previa ¿verdad? JA!
En mi último servicio a la excursión, sugerí una salida alternativa al atasco. De nada putos maricones. La vuelta con la radio y la puta mierda esa del chiringuito de propina, luego música que no terminaba de compartir, pero era la que pegaba para que los dos niñatos no se durmieran. Dos paradas entremedias, conmigo dormitando entre el cachondeo de dos bestias que yo con mi privilegiado y mordaz intelecto creé. Almuradiel, Andújar, Montoro... Y así llegamos, y tras pernoctar en casa de mis padres, tras menos de un día, volvía a casa con más mala cara e idéntica jeta de tonto que cuando me fui. Quizá no mereció la pena, pero me temo que volvería a hacerlo. Como dice Guillermo Francella en "El secreto de sus ojos"

"El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios… pero hay una cosa que no puede cambiar… no puede cambiar de pasión." 

martes, 24 de septiembre de 2019

Los hijos del ferroviario


La mayoría de clubes de fútbol surgieron a finales del siglo XIX y principios del XX. Gran parte de ellos a partir de colectivos ya existentes: estudiantes, hombres de negocios, agrupaciones deportivas que se expandieron al balompie, y también, por supuesto, los propios gremios de trabajadores. En ese ámbito post-revolución industrial no es nada raro que surgieran múltiples equipos relacionados con el sector del ferrocarril en todo el mundo: en África el Clube Ferroviário de Maputo en Mozambique o el Clube Ferroviário de Luanda (Angola); en Sudamérica los brasileros A.F.E. de Araraquara, Nacional Atletico de São Paulo y el Ferroviário Atlético de Fortaleza; en Argentina Rosario Central, Talleres de Córdoba, Ferro Carril Oeste (encuentren al Mono Burgos en la foto), Club Ferrocarril Midland ó Club Atlético Central Córdoba. Ni que decir tiene que los más íntimos orígenes del Peñarol uruguayo se hallan en la Central Uruguay Railway Co., incluso se dice que sus colores son en honor a la 'Locomotora Rocket'... Otros países de latinoamérica no escaparon a la influencia (Bolivia, Chile, Ecuador...). El tren no para. En Asia el coreano Daejeon Korailel japonés JEF United, el Pakistan Railways F.C. de Lahore, el indio Eastern Railway F.C. de Calcuta o el laureado Kigwancha Sports Club norcoreano. Turquía también tiene su vagón particular con el capitalino Ankara Demirspor. Incluso en Oceanía existen referencias de un club amateur llamado Lokomotiv Cove, llamado así debido a su vínculo con los trenes como medio de encuentro para los entrenos. Si nos vamos a Reino Unido, donde empezó todo, el ejemplo más evidente es el Manchester United, que comenzó como un equipo de trabajadores de la Newton Heath Lancashire & Yorkshire Railway. En las islas también encontramos al humilde Harrogate Railway Athletic, cuyo estadio además se llama Station View. En España encontramos los ejemplos de la madrileña (extinta en 2007) Agrupación Deportiva Ferroviaria y del malagueño Atlético Estación de Cártama, que si bien desconozco sus más profundos orígenes, pertenece a una población que creció entorno a una estación de tren. 

Conforme nos aproximamos a Europa del Este proliferan más este tipo de equipos. Lech Poznan en Polonia, el Debreceni húngaro, y en Rumanía CFR Cluj, CFR Timisoara y Rapid de Bucarest. En Macedonia a los del Rabotnicki les apodan los railway boys, por algo será... Y es que mención aparte merece la antigua Yugoslavia con los "Željezničar", clubes balcánicos cuyo más conocido representante es el de Sarajevo, con permiso, eso sí, de sus "hermanos" de Maribor, Liubliana o Subotica. Aquí ya nos vamos acercando al meollo: Zagreb, Dresden, Leipzig, Sofia, Plovdiv, Ruse, Mezdra, Tbilisi, Tashkent, Kiev, Donetsk Košice... y por supuesto Moscú. Partiendo del marco previo: ¿qué mejor contexto socio-cultural para asociar el trabajo a la actividad lúdica como los países de influcencia soviética? (en el término más amplio y permisivo de la palabra). Los equipos con el acrónimo Lokomotiv (como los últimos mencionados) tienen un inequívoco origen ferroviario, que abarcaba desde los propios trabajadores al mismísimo ministerio de transportes de la extinta URSS. Si uno ha resaltado en el panorama europeo en algún momento, ese es el moscovita. Nuestros rivales rusos fueron fundados en los años veinte. Su primera representación fue con trabajadores de la línea Moscú-Kazán (pero ellos no tendrán tanta suerte como el Rubin). Tras varios renombramientos, incluido uno llamado Club de la Revolución de Octubre, en el 36 pasaron a llamarse tal como les conocemos en la actualidad. Siempre a la sombra de Spartak, Dinamo y CSKA, esto es, el equipo del pueblo, el de la policía y el del ejército respectivamente, no brillaron en exceso en los torneos que aglutinaban a todos los países de la URSS. El Loko, siempre con el Torpedo (del gremio del automóvil) como rival cercano, no obtuvo más que dos copas y un subcampeonato de liga. En los años sesenta disfrutaron de una leyenda, campeón de la primera Eurocopa de Naciones con la CCCP, y jugador con más partidos en el equipo: Valentin Bubukin.

No obstante, los días de gloria se reservaban lo mejor para la llegada de la nueva Rusia. Concretamente entorno a 2002 se produjo el principal punto de inflexión. En primer lugar se mudaron a un nuevo estadio, actualmente denominado RZD Arena. En sus alrededores puede verse una gran locomotora, muestra identitaria como pocas. Además en ese año alcanzaron su primera Premier rusa en un final de infarto. Revalidaron título a los dos años, y volvieron a conquistarlo en 2018. Todo ello aderezado con varias copas de Rusia. Este auge les ha permitido ser relativamente recurrentes en competiciones europeas, aunque sus principales logros continentales son de finales de los noventa, con dos semifinales de Recopa consecutivas. Casi todos los triunfos tienen un denominador común: Yuri Siomin. El recurrente técnico sin cuya existencia no podría concebirse al "quinto equipo" de la capital rusa. Se encuentra en su cuarta etapa dirigiendo la entidad. Otras dos leyendas son el one-club-man uzbeko Vladimir Maminov, con más partidos, y Dmitri Loskov, el máximo goleador con amplio margen en las filas de los krasno-zelyonyye.

Con tanto trasiego por Europa, era raro que no tuvieran el honor de enfrentarse a nuestro Atleti. Pues sí, ni más ni menos que en tres duelos. En el extraño formato de la Europa League en la temporada 2007-08, nos enfrentamos a ellos en su estadio, en un partido loko que terminó con empate a 3 sobre la bocina. Gran gol que metió el Kun ese día para abrir el marcador (encima lo comenta Andrés Montes)... El destino quiso que se repitiera emparejamiento diez temporadas después, en octavos de final del mismo torneo, con goleada en ambos partidos. De la ida hay crónica y todo. En la vuelta, golazo absoluto de otro innombrable como Antoine, que manda huevos que no fuera parte del top 10 de goles oficial de la competición. El buen estatus de la modernizada liga rusa, ha hecho que los susodichos participen en Champions por segundo año consecutivo, y nos veremos nuevamente las caras. El gran Maldini dice que es probablemente el peor equipo de la competición, así que habrá que estar atentos, que nos conocemos ante los debiluchos. Corluka capitaneando, João Mário, Fedor Smolov, Farfán, Krychowiak, Höwedes, Éder (el que le dio la Euro a Portugal y la última liga al Lokomotiv)... Algunos nombres conocidos sí, aunque ya lejos de los focos.

Trenes y fútbol: definitivamente hay química, no solo por el origen de muchos equipos, ni porque la compañía de catering y coches-cama Mitropa patrocinara el trofeo homónimo, uno de los precursosres de la UEFA. La relación trasciende aún más por ser algo tan frecuentemente cercano al aficionado, ya sea por proximidad de las estaciones al estadio o por su necesidad para llegar a él. No se puede entender la proliferación de este bendito deporte sin la ayuda de las locomotoras y las vías de acero. En Gran Bretaña los trenes fueron clave para los desplazamientos masivos desde principios de siglo, actuando como aplanador de clases. Los fans forasteros podían permitirse un viaje adaptado a casi cualquier bolsillo. Luego en los setenta y ochenta vino el hooliganismo y el auge de los Football Specials. Eran trenes de fin de semana cargados de supporters enloquecidos, que cobraban más sentido que nunca para evitar líos a pasajeros ajenos al partido o las escaramuzas entre radicales. Prueba de ese vínculo son los nombres de algunas facciones radicales guiris como The Inter City Firm del West Ham o la Leeds Service Crew. Qué aroma a emboscada rezuma cualquier estación de tren en las pelis hooliganescas...

Circulan además historias mágicas, como el extinto tren del gol de Cádiz, que incluso dio lugar a un programa de radio. ¿Cuántas más habrá por ahí que se nos hayan escapado en esta entrada? Si hasta el estadio del Tatran Cierny eslovaco está literalmente pegado a una vía de tren, que pasa con indiferencia para los presentes por la fuerza de la costumbre... Decir antes de sacar un pañuelo rojiblanco por el andén a modo de despedida, que este artículo es a día de hoy el más largo en el tiempo, ya que mi idea era haberlo publicado la vez anterior que nos enfrentamos al Lokomotiv de Moscú. Al final, gracias a la buena mano de Wesley Sneijder en el sorteo, el trabajo ha valido la pena. Solo falta colarnos antes del silbido y engañar al revisor para estar en octavos. Do svidaniya!


lunes, 19 de agosto de 2019

INIC10 E IDIL10

Mi hijo aún no había nacido la última vez que debutamos en liga con victoria. Volvimos a hacerlo, con nuestro binario amigo por bandera, y con muchos o pocos cambios según se mire. El primer partido de liga es una trampa, como el propio rival. Un equipo de Europa League con las ideas incluso más claras que el Atleti, con ramalazos low-cost de la mejor versión del mismo. No se explica la increíble buena racha que tenemos contra ellos: ni un gol encajado en el pleno de victorias en casa contra los del sur de Madrid en la era Cholo. Frente al espejo azulón nos veíamos con unos laterales de altos vuelos, dos ramales que antes se lo pensaban más a la hora de cruzar la aduana del cuarto árbitro. Eso y algo más intangible, un chaval llamado João, del que intuyo Félix es su segundo nombre y no su apellido. Quizá debido a la ausencia de Costa vimos a este Atleti con la misma pegada, gran gol de Morata que sigue de dulce, pero con el ancla ghanesa como único tope al baile constante en tres cuartos. Como cooling break se nos obsequió con una ensalada de expulsiones, en la que el árbitro más que aplicar la ley del talón de Aquiles aplicó la ley del Talión, llevándose por delante a Jorge Molina y al pobre Lodi, que no sabía ni qué le había pasado. Se llegaba así al descanso con una sensación agridulce. Esa inferioridad compartida, sabiendo quién nos entrena, tenía visos de partida de ajedrez con muchos peones y pocos alfiles, con un final apretado como horizonte. Poco a poco el Cholo fue mandando mensajes de contención, y el Geta, a pesar de sus magníficos cambios, fue un diésel antiguo tratando de entrar al Madrid Central ese, que no sé ni lo que es pero lo digo por tirarme el rollo.


...Y entonces, apareció, en una jugada que parecía que un defensa o el árbitro truncarían. [...] 10 segundos a lo sumo [...] Solo diré que nunca había sentido eso con una individualidad de un jugador del Atleti. Esto nos viene genial para la salud de los que nos pareció, con toda la razón de este mundo de traspasos locos, una inversión arriesgada la contratación del chaval. Pero ahí sigue él, sin alardes, con algo de barba, quién sabe si de dos días o de dos semanas, y con el regate como eficacia en vez de floripondio... Si continúa así mejor disfrutarle desde ya que pensar en cuando diga de irse. Yo es que soy así de agonías, antes de morder la hamburguesa ya estoy pensando en lo pequeña que es y el hambre que me va a quedar tras comérmela. Eso mismo o una mierda similar debió pensar el bueno de Morata, que desperdició el caramelo que era ese penal. Que lo fallaba lo sabía hasta mi gato. Parte negra de nuestra indiosincrasia contemporánea este romance con los penales. Aunque para los escépticos quizá lo falló para no quitarle protagonismo a esa antológica jugada. Ganar, sí, pero sufriendo un poquito para no quitar la razón a los memos con el A2 en habilidades sociales, muy fanes ellos del "¿Atleti? tú eres sufridor eh".

Como ya hemos dicho, el primer partido es especial: lo que son un dechado de buenas intenciones pueden tornarse en una claudicación de propósitos al más mínimo revés en la clasificación, como mi deseo de seguir escribiendo por aquí. De momento este Atleti parece haberse transformado bien, y lo más importante, para mal y sobre todo para bien, sin dejar de ser él mismo.

sábado, 20 de abril de 2019

Pequeños placeres

Remarcar que me dejo muchas palabras atrás... Pero es que si no, no hay manera de escribir algo hoy. Así que vamos: comienza el timebox autoimpuesto tras la alineación de astros que me permite poder hacerlo sin morirme de sueño. Poco a poco se nos ha ido pasando el cabreo, o mejor dicho, la desilusión. Por suerte siempre, siempre hay algo por lo que ilusionarse: el femenino y su posible doblete (sigo buscando entradas para la final), los chavales nuevos, los experimentos del Cholo, ver ganar a tu equipo, o simplemente verles defendiendo sus colores. En este caso yo me tomo los partidos como un ejercicio de atletismo básico. Suena a A1 de seguidor de cualquier equipo, pero hay que saberse la lección por mucho tiempo que haya pasado sin vernos así de ociosos a estas alturas del año. He prestado más atención a muchos de estos partidos donde solo nos jugamos el HONOR de ser segundos (lo fuimos el año pasado tras 27 años!!!), que en muchos partidos cruciales, quizá por los nervios que me atenazan la vista en las grandes ocasiones. 


El Atleti me gustó en Éibar tanto como a mí me gusta el propio equipo guipuzkoano en primera: mucho. Aunque eso sí, globalización de perfil bajo la de estos cabrones, ni un puto nombre vasco veo yo ahí. Encima gente como el Cucuruella ese que no pegan nada. Dónde coño están los estándares? Todos los nuestros rindieron a un gran nivel, paradójicamente el único fallito lo tuvo el recién renovado Oblak. Con esa noticia en mitad de la semana daba igual el resultado, que esta jornada ya salía rentable. Hablando de porteros, vaya con Dmitrovic, al final va a tener razón la FRAC en su canción, y todos los porteros calvos son muy buenos. Espectacular tanto en la ida como hoy en la vuelta el otro portero balcánico. Qué más... Correa desquiciante fallando un gol que era gol o gol, cuántos suspiros me hace exhalar el amigo... Mira que es uno de los nuestros pero me revienta que Vitolo tenga menos minutos que él. Que sí, que el canario quizá abuse de la conducción, pero protege bien, regatea bien, pausa bien, define bastante bien... Más cosas? Fue un gustazo poder volver a ver a Godín defendiendo la rojiblanca. Yo sigo pensando que al final seguirá al menos un año más, pero todo el mundo con su silencio me lo niega. Nunca entro al facebook más que para stalkearle tías a mis colegas, y lo volveré a hacer también si el uruguasho se va para cambiar mi foto de perfil de Gabi y poner una del Faraón. Morata muy bien, me lo imaginaba más blando y más lento, y el nota es una fiera. Hoy se le ha sacado demasiada punta al tema del árbitro, debería haber más colegueo, pero venimos de truculentas historias pasadas... A mí es que me cuesta ponerme contra los árbitros, les veo ahí tan solos, tan desprotegidos cuanto más inferior es la categoría, tan susceptibles al fallo como los jugadores... que soy un puto blando. Se dice y punto. Terminando con Álvaro, espero que la sanción sin fichar del Chelsea no nos joda la continuidad del delantero centro de la selección española. Por cierto, ya que miramos a las islas de refilón: tras muuucho sin ver fútbol no rojiblanco, vi esta semana dos veces parte del mismo enfrentamiento. Me dolió hasta a mí el chasco del ManCity de Guardiola, y el Tottenham de Pochettino me recuerda un poco a ese Atleti outsider de hace más tiempo del que parece, más por sensaciones que por juego, que no tengo ni zorra de cómo se lo montan. 


Que ya voy! Al final ganamos con gol de Lemar, que no creo que haya ni un atlético que no se sienta decepcionado con la actuación general del francés. Sin lastre de lesiones que yo recuerde, con muchas oportunidades de brillar, pero que ha sufrido una especie de efecto Óliver Torres bajo la lupa de Simeone. Me genera una gran curiosidad el futuro del galo este verano, y me alegra que marcase. El Cholo sabrá, como cuando mantuvo a Kalinic. Si por algo me alegra la sanción a Costa es que el croata podrá rascar algo más de bola, ojalá pudiera estar ahí Borja Garcés. Un profesional Nikola, a pesar de los malos precedentes; y de DC mejor no hablar, con decir que si se va a China me voy a quedar tan pancho creo que es suficiente. Y no me vengáis con mierdas de ser agradecido y tal. No, si al final me voy cabreado... Que no! Victoria muy trabajada, lástima que no viéramos a ningún chaval, porque Mollejo y Montero me la ponen dura pensando en el futuro. Quedan cinco partidos de esta pretemporada de pago, y no quiero que nadie se relaje. Bueno, yo sí... Busco una fotillo guapa del partido y que os jodan!

miércoles, 13 de marzo de 2019

Supergados

Apocalíptica hecatombe en Turín. Corneados tranquilamente hasta quedar con las tripas por los suelos. Este piccolo atleti nada tuvo que ver con el Grande Torino, pero encontró en la ciudad turinesa su tragedia de Superga particular en forma de histórica eliminación. Y lo peor es que más dañino aún que el fatal desenlace, máxime partiendo del marcador del que partíamos, fue la actitud y sensaciones que transmitió el equipo. Temblón, impreciso, sin tablas, sin reacción acertada, carente de todas las características que le han hecho zafarse en partidos de similar calaña. Había bajas sensibles sí, pero además se palpaba desarbolamiento, desorden, yo diría que hasta miedo. Quizá otras veces la diferencia fue el marcador y el tiempo engrandeció hazañas, pero lo cierto es que anoche el equipo no existió, aparte de algunas fases de toqueteo balonmanesco, que se usaban más bien para descansar del asedio que para hacer daño y cerrar la eliminatoria. Lo venía diciendo, que cuando se entra mal al partido y te marcan, luego no es nada fácil cambiar el discurso y venirte arriba por mucha ventaja que tengas. Ahí ya el rival está encendido, y a ti no te sale nada mientras te desperezas del agazapamiento: pura inercia. Creo que la Juventus era tan consciente de lo bien que le estaba saliendo el plan que ni siquiera tuvo que asumir el mínimo riesgo conforme pasaban los minutos. En cuanto pitó el árbitro para mí acabó la temporada 2018/19. Quien quiera pensar en la liga allá él. Ya se me pasará, solo espero que se tomen medidas con todos los imprescindibles abordo, en ellos, por si cabe alguna duda, incluyo al cuerpo técnico. Ojalá, aunque cada vez con más escepticismo lo digo, el Atleti no sea fuera de casa ese equipo dubitativo y penoso que vimos anoche y en alguna que otra ocasión más: o vuelta a los orígenes o culminación de la supuesta evolución. De momento, conforme perdemos el ADN del comienzo de la era Simeone son más los episodios parecidos, donde duele más el cómo que el qué. En ese cómo me incluyo a mí mismo con mi egoísta actuación durante el partido. Desatendí educadamente a mi hijo, rehuí de mi mujer cuabdo me ayudaba a tender la ropa por la tensión que acumulaba en el cuerpo, se me olvidó cenar, ni me quité la que era mi 'camiseta de la suerte' este año para dormir... Y luego la nube de decepción que te acosa varios días cada vez que dejas la mente desatendida. Esa sensación de amargura y pesar que no sabes de dónde viene hasta que te acuerdas del final del partido, del final de la ilusión. A estas alturas me importa poco lo ridículo del asunto, aún así no tiene sentido cuestionarme si merece la pena. No es algo tan repetitivo como para que tenga que corregirme, quizá el tiempo lo haga, las hostias de la vida, o peor aún, las aspiraciones del propio equipo. Lo que tengo claro es que a día de hoy no me volveré a ilusionar tan exacerbadamente con la Champions. De hecho yo no quería, pero joder, con ese resultado y juego de la ida a ver quién era el guapo que no lo hacía. Soñar no es gratis, porque duele al despertar.

Te Quiero Atleti

domingo, 3 de marzo de 2019

Old school

Tras los últimos acontecimientos en liga seguimos agarrados a un clavo, más bien alfiler ardiendo, cuya cabeza estuvo representada en Anoeta con dos testarazos de Morata. Me está ganado y de qué forma el niño pijo este... Me perdí los dos puntos de inflexión más grandes: la lesión de Willian 'Yosé' como le llamaba el comentarista, y luego la expulsión de Koke, que me pilló tomando medidas y descargando andamios. A los nuestros les pilló con el día fino y apenas pasaron apuros, y por ende yo tampoco. Asistimos a la parada nuestra de cada día y poco agobio más. Parecía un partido de los de hace ya bastante tiempo: balón parado, oficio y defensa férrea. Sobre todo me llamó la atención algo que se llevó a cabo, y es crucial cuando te asedian en inferioridad: arañar faltas a favor. Positivo para los que entraron del banquillo a templar, pero me gustaría ver más a Vitolo. El Cholo sabrá... En la Real por suerte ni rastro de Juanmi, que me encanta, y gran descubrimiento el tal Mikel Merino. El hermano tonto en su línea, al mismo nivel que el hermano bávaro en muletas.
Victoria de empaque en un campo precioso pero difícilisimo y ante un rival que venía enrachado. Esto da muchas muchas muchas vueltas, sin ir más lejos el Madrid en el derbi nos adelantó y ahora está 5 por debajo, pero de ahí a pensar en adelantar al Parka... ese puto invariante me tiene desmoralizado. Si fuera el Cholo yo diría que la liga está perdida. ¿Qué pasaría si alguna vez un entrenador dice eso? Aunque sea nada más que por darle mala suerte al primero. Psicología inversa y esa mierda. Yo creo que es imposible. Si se lograra se me quedaría una admirable cara de tonto, la misma que se me queda cuando el Atleti hace alguna hazaña, o como aquella vez que con Bianchi malogró un 0-2 a favor en este mismo estadio, así que igual resultado facial. De todas formas yo sigo viendo cada partido como maniobras de cara a la Champions. De hecho en este encuentro se me vino alguna vez la sensación esa de 'nada en juego', cuando aún quedan doce partidos sin contar la copa innombrable. Esa también es imposible!

jueves, 21 de febrero de 2019

Continuará

Más de dos meses de espera. De maldecir aquel maldito partido en Brujas que nos ponía en un brete desde octavos... Con la liga en chino mandarín, la copa en una lengua muerta, todas las esperanzas recaen más que nunca en la competición que más deseamos, y en la primera eliminatoria aparece uno de los favoritos... Contando las semanas, los días, llega el miércoles de marras, con el ritual más marcado que nunca. 'Desesperado' de Mareando la Perdiz atronando en el coche. Hablando del partido a la más mínima oportunidad con cualquiera que tenga dos dedos de fútbol. Especulaciones, vaticinios, castillos en el aire, mis miedos e ilusiones al descubierto.
Era el escenario propicio para que este equipo nos volviera a dar una lección de grandeza, pero creo que muy pocos podíamos aventurar semejante desenlace. Quizá actitud sí, pero no esta diferencia respecto al rival, materializada además en un gran resultado. Se vio algo que en las grandes noches de Copa de Europa no estamos muy habituados: el equipo fue de más a mucho más. Se sobrepuso a varios reveses en forma de decisiones de VAR (me gusta) y ocasiones de esas que si las fallas te da la sensación de que a la siguiente el rival no va a hacer lo mismo contigo. Conforme avanzaban los minutos y las buenas ocasiones esa zozobra se aunaba a la rabia de no estar aprovechándolas ante un granítico oponente, que en Madrid comenzaba a mostrar aluminosis. Pero llegó... Como un sacrificado parto de mellizos aparecieron en el mejor momento dos goles fruto de una suerte que en su momento fue nuestra arma más venenosa: la palla ferma.
Giménez y Godín. Precisamente los artífices de lo más temido de este equipo, que fue esa defensa solidaria y metódica que hemos de recuperar. Ellos son el sol de mayo de la bandera uruguaya. Y eso también es lo que todos ansiamos: llegar a los soleados días de ese mes vivos, allí donde los partidos empiezan aún de día, ya con manga corta, el estómago hecho un mariposario y el himno de la Champions listo para ser silbado. Que continue esto por favor.

martes, 5 de febrero de 2019

La géminis de tauro

La revolución industrial trajo como la más divertida consecuencia la expansión del germen de un deporte que sobreviviría a la máquina de vapor, y no solo eso, sino que se convertiría en lo más importante del globo terráqueo. El football, a través de intrépidos hombres de negocios en busca de recursos y mano obra barata, llegó con fuerza a las ciudades de otros países a finales del siglo XIX, ya lo sabemos. Turín, cuna de la industria transalpina junto a Génova y Milán, no fue una excepción, sino un ejemplo claro. Tras varios proyectos fallidos, (hasta tres equipos turineses integraron la primera edición del campeonato italiano en 1898), cuajó uno llamado Juventus, nacido un año antes y que inicialmente convivió con otros clubes locales como el FBC Torinese.


En esa época, las escisiones estaban a la orden del día, y en este caso dos magnates de la industria textil fueron los más destacados en el devenir de la topología del fútbol turinés. En primer lugar el piamontés Marco Ajmone-Marsan, que potenció económicamente al equipo que por aquel entonces aún vestía de rosa y negro. Todo iba bien, de hecho, tras debutar en 1900, ganaron su primer campeonato en 1905. Insisto en que es acojonante la relación de los orígenes de este deporte con la industria. El llamado triangolo industriale literalmente daba forma al campeonato italiano por aquellos días. Dos equipos de Milán, dos de Génova y dos de Turín. Pero al suizo Alfred Dick, segundo opulento en cuestión, y que en ese momento presidía a la Juve, no le parecía bien la profesionalización que se avecinaba y liándose la manta a la cabeza, aunque realmente vendía cueros y calzado, tiró de algún descontento más, miró a la acera de enfrente, y tras unirse al ya mencionado Torinese sentó los cimientos del actual Torino FC. Dicho club lucirá desde entonces el color granate en honor a la Brigade Saboia, que liberó a la ciudad del mismo duque años antes. La Juventus adoptó rápidamente las rayas blanquinegras del Notts County. Por cierto, Alfred Dick se suicidó en 1909: tan temperamental como el emblema de la ciudad. Se dice que en el primer partido entre ambos clubes, en un estadio que estaba a su nombre (la Juventus queda temporalmente sin estadio tras la salida de Alfred), el suizo se encerró en los vestuarios a lo Gilma por la M-30 mientras le iban contando cómo ganaron por 2-1 el primer Derbi della Mole, llamado así por la identificativa estructura que hay en el centro de la capital piamontesa. El Velodromo Umberto I seguiría siendo el estadio del Torino hasta 1910. 


Ese cisma desembocó en la bicefalia actual, Juventus-Torino, que pasó por diversas etapas que vamos a condensar amenamente a lo largo de estas líneas. Hasta 1926, Turín no volvió a tener ganador en el máximo campeonato nacional, y fue nuevamente el club juventino. Al año siguiente algo raro ocurrió. Por supuestamente tocar a un jugador rival en un derbi, le arrebataron al Torino el que hubiera sido su primer campeonato. Felizmente se resarcieron de ese turbio asunto un año después con su primer entorchado. En 1937 la Juventus gana su primera Copa en un derbi a doble partido. En esa época los Agnelli, dueños de FIAT, ya mandaban en el club, y ganaron cinco Scudettos seguidos antes de la segunda gran guerra. Ya en pleno zafarrancho, los jugadores del Torino fueron alistados como trabajadores de la empresa automovilística de la Juventus para evitar ir al frente. Justo antes de que se suspendiera la liga, el FIAT Torino (sic) ganó su segundo título en dura pugna con el Livorno. Ese periodo en el campeonato italiano da para un artículo entero... La paz y la salida de Mussolini sentó bien en la orilla granate de Turín, y a finales de los cuarenta vivieron sin duda la mejor época del club. El archiconocido Grande Torino campó a sus anchas ganando una Coppa Italia y cuatro ligas seguidas más, con un rebranding táctico e institucional que tuvo al director técnico húngaro, Erno Erbstein, como uno de sus ejecutores principales. Tras pasar mil y una penurrias en esa época por ser judío, pudo volver al Torino y ser partícipe de los éxitos de posguerra asesorando a varios entrenadores. El problema es que la última victoria de esa gran generación tiene un epílogo amarguísimo. El 4 de mayo de 1949, tras volver de un amistoso post-temporada en Lisboa en un avión FIAT G.212 (ironía), el equipo al completo perece tras estrellarse contra un muro de la Basílica de Superga, cercana a Turín. No queda claro el motivo, pudo ser un fallo humano o en algún sensor de la nave, lo cierto es que el fútbol italiano quedaba invertebrado ante tamaña tragedia. Actualmente existe un museo donde empaparse de la trayectoria de este involvidable equipo, que quién sabe si hubiera sido aún más legendario de haber existido entonces la Copa de Europa.


Tras el durísimo golpe, River Plate, en un gesto que les honra, fue a Italia a disputar un amistoso solidario, que sentó una amistad que llega hasta nuestros días y ha dado lugar a uniformes conmemorativos por ambas partes. Bello gesto, pero la pérdida era irreparable, por eso los cincuenta y sesenta fueron años difíciles para el Torino. Sufrió su primer descenso, y solo conquistó una copa en 1968, justo la temporada en que falleció trágicamente el icónico y transgresor extremo Gigi Meroni, la Farfalla Granata, atropellado por un aficionado de su propio equipo, un tal Attilio Romero, que conducía un puto FIAT, lo cual tampoco era tan difícil en aquella época, no nos conspiranoiemos aún... Por otro lado, ajena al caos que la rodeaba, la Juventus siguió engordando su impresionante palmarés cuando los equipos de Milán le dejaban. Eso sí, se quedaron sin disfrutar de las mieles de Meroni, porque anduvieron muy interesados en la contratación de la estrella vecina ellos... De lo que sí disfrutaron fue del Trio Magico, formado por el argentino Omar Sívori, el galés John Charles y el nacional Giampiero Boniperti. En esos tiempos se produjo el apogeo de los apodos a duplas, tríos, incluso quintetos de jugadores, gracias probablemente a periodistas influidos por el fenómeno Beatles. Incluso España no se libró, si no que le pregunten al Atlético de Madrid y su Ala Infernal. Molaría verlos enfrentados cual grupos de Pokémon futboleros ¿que no? Pues verlos no los vamos a ver, pero gracias a la Copa de Ferias, precursora de la UEFA, hubo hasta cinco enfrentamientos entre colchoneros y bianconeri. En la edición 63/64, los juventinos nos eliminaron en octavos, ganándonos en ambos partidos, pero claro, de esa mítica dupla Peiró-Collar solo nos quedaba el segundo. Así cualquiera... Aunque siendo honestos, del Trio Magico solo quedaba Sívori. Excusas poquitas, porque un año después tuvimos opción de revancha en semifinales de la misma copa. En el que probablemente fue el último partido europeo del viejo Metropolitano, La Vecchia Signora encajó un 3-1 con hat-trick de Luis Aragonés. Pero la vuelta en el Stadio Comunale terminó con idéntico resultado en contra, a pesar de adelantarnos con gol de Luis. Otro Luis, Del Sol, era una de las figuras bianconeras. En el partido de desempate, jugado en el mismo estadio, empezamos ganando de nuevo, pero los italianos terminaron llevándose el toro al agua. Definitivamente esos partidos de desempate se nos dieron fatal. La semifinal contra el Real Madrid en los cincuenta, esta propia semi, la final contra el Bayern... Ay...


Vamos p'alante que nos pilla el toro y esto se va a hacer eterno, pero es que quiero abarcar a dos equipos míticos y encima hablar de sus enfrentamientos contra el Atleti... Los setenta vinieron moviditos. La Juventus dio un paso más allá, y además de campeonar en Italia varias veces, hizo lo propio por primera vez en Europa, tras derrotar al Athletic Club en la UEFA de 1977 de la mano de un zorro de esto del fútbol, aunque aún no peinase canas: Giovanni Trapattoni. Un año antes, el Torino conquistó su primer y último Scudetto tras la catásfrofe de Superga de la mano de los gemelos del gol, ríanse de los Gemeliers esos. Con todos ustedes, Francesco Graziani y Paolo Pulici (goleador histórico del club), vaya partebragas que tenían que ser:


Por cierto, ese título no pudo festejarlo el jugador con más partidos en la historia de los granates: Giorgio Ferrini, alias La Diga, por su carácter de perro de presa defensivo. Murió de un aneurisma un año antes de la última liga del equipo de su vida. Qué triste me cago en la puta... Los ochenta acentuaron aún más la diferencia competitiva entre Juventus y Torino. A medidados de la década las cebras ya tenían todas las copas que podía ganar un club europeo (excepto la copa de Ferias, que se la quitó el Ferencvaros). La más dolorosa y truculenta fue la más ansiada. En 1985, la final de Copa de Europa contra el Liverpool en Bruselas no tuvo como protagonistas a Platini, Boniek o Paolo Rossi, sino a las 39 muertes causadas por una avalancha de hinchas reds. Demasiadas tragedias en estas líneas, de verdad. Uno podría pensar que el Torino es el único desafortunado, pero quizá sea la torinesitá transversal la que atrae las desgracias. Eso sí, ese día consiguieron su primera Copa de Europa, todo hay que decirlo, con un penalty que no sé cómo se pitó dentro del área, mamma mía... La década del sinth-pop termina para il toro peor imposibile, con un descenso a la Serie B. Movidita la cosa... Al menos el soplo de aire fresco llega con el nuevo Stadio Delle Alpi para el mundial de Italia. Fue inaugurado con un amistoso entre, al loro, una selección de jugadores de los dos equipos contra el Oporto. 4-3 terminó esta joya, click al vídeo y sigan leyendo, hijos de puta. Decíamos del Torino, que peor no les podía ir, pero con el cambio de década ascendieron y formaron un gran equipo. Tan bueno que se atrevieron a enfrentarse al Atleti...


Porque es que parecía no haber ningún duelo registrado entrambos, pero logré encontrar uno cuando había perdido la esperanza. En 1990, tras el mundial, se disputó en Génova la primera edición de un torneo veraniego con el idílico nombre de Copa Mediterráneo. Lo jugaron con un formato de liguilla a dos partidos entre cuatro equipos. El Atleti debutó ante el Toro en el Luigi Ferraris. Se nos adelantaron por dos goles en el segundo tiempo, cuando el flamante fichaje granate Martín Vázquez y Futre ya habían abandonado el césped. Con uno menos los italianos, en las postrimerías se alcanzó la igualada mediante Baltazar y Manolo. Zago, Lentini o el meta Marcheggiani son nombres a destacar en la alineación rival. Anecdotilla: en esa época Gil campaba a sus anchas mediáticamente hablando, y el Atlético de Madrid estuvo apunto de retirarse del torneo en el segundo partido, que nos enfrentaba al Olympique de Marsella, porque el gran hombre decía que aún no habían recibido el pago por participar. Al final todo se calmó y se empató nuevamente. Una joyita la página de El Mundo Deportivo que rescaté de su hemeroteca, por algo es mi diario de referencia para ver noticias del Atleti:


La última cresta de la ola del equipo al que más siguen los turineses tuvo lugar precisamente con este plantel, que obtuvo un subcampeonato de UEFA, una Copa Mitropa y una Coppa Italia al año siguiente. Luego, como tributo por esos escuetos laureles, vuelta a la convulsión institucional, con descensos incluidos (el gran interior derecho Lentini ascendió dos veces con el Torino, respect). ¿Adivinan cómo le fue a i bianconeri mientras tanto? Un par de UEFAs más, y tras el declive del Milan de Sacchi llega Marcelo Lippi al club con una liga y al año siguiente una Champions, la segunda y última a día de hoy, ganada en penales al Ajax. Recuerdo a fuego el gol de billar de Ravanelli, con su pelo plateado y cara de hijoputa italiano. Es curiosa la cantidad de finales que ha perdido la Juve (7) para "solo" tener dos copas de Europa, aunque yo me cambiaba por ellos antes de que me lo preguntasen. Insistimos en que esa época hubo bancarrotas por doquier en la otra parte de Turín, y por allí anduvo Attilio Romero, ¿se acuerdan de quién atropelló a Meroni? Pues luego presidió al Torino con igual de nefasto desenlace. Entorno a 2006 la estabilidad llega a los granate hasta el día de hoy, incluso regresan a jugar como locales al Comunale, con su mítica Torre Maratona. Paralelamente la desgracia se cernía, para variar, en las oficinas de los Agnelli, porque en las altas esferas, el vecino rico era salpicado y de qué manera por el Calciopoli, donde el directivo Luciano Moggi sugería nombres de árbitros para favorecer los intereses juventinos. Otros equipos también estaban en el ajo, y eso costó al club sus dos Scudettos  de la época (vendetta por el de 1927!)  y el descenso a la Serie B. De ella regresaron rápidamente de la mano de estrellas como Del Piero (jugador con más partidos y máximo goleador), Gigi Buffon, Trezeguet o Pavel Nedved (actual directivo y balón de oro).


La Juve se tomó su tiempo para volver, como el pelo de Antonio Conte, pero cuando lo hizo rabiosa, nadie la pudo parar. Desde 2011, año en que se mudaron al coqueto Juventus Stadium (sito sobre las cenizas del demolido Delle Alpi), el Scudetto tiene un solo dueño, y ya van por la tercera estrella (se otorga una cada diez entorchados). Tres dobletes locales consecutivos... y otras dos finales de Champions perdidas, como nosotros... En eso nos parecemos, y también en el reciente cambio de escudo. No obstante, la época actual nos trata bien tanto a Atleti como a Juventus. Nos vimos en la fase de grupos del 2014/15, edición en la que cayeron en la final contra el hijo de Amunike. Eso sí, ni nos marcaron, y en el Calderón palmaron. El sorteo ha querido que nos veamos las caras cuatro años después, y la verdad que llegan en plenitud, siendo claro favori... ¿Cómo? ¿Ya me estoy rajando?  ¡Eso nunca! A toriles y ¡Forza Toro!, que diría Petón.