martes, 5 de febrero de 2019

La géminis de tauro

La revolución industrial trajo como la más divertida consecuencia la expansión del germen de un deporte que sobreviviría a la máquina de vapor, y no solo eso, sino que se convertiría en lo más importante del globo terráqueo. El football, a través de intrépidos hombres de negocios en busca de recursos y mano obra barata, llegó con fuerza a las ciudades de otros países a finales del siglo XIX, ya lo sabemos. Turín, cuna de la industria transalpina junto a Génova y Milán, no fue una excepción, sino un ejemplo claro. Tras varios proyectos fallidos, (hasta tres equipos turineses integraron la primera edición del campeonato italiano en 1898), cuajó uno llamado Juventus, nacido un año antes y que inicialmente convivió con otros clubes locales como el FBC Torinese.


En esa época, las escisiones estaban a la orden del día, y en este caso dos magnates de la industria textil fueron los más destacados en el devenir de la topología del fútbol turinés. En primer lugar el piamontés Marco Ajmone-Marsan, que potenció económicamente al equipo que por aquel entonces aún vestía de rosa y negro. Todo iba bien, de hecho, tras debutar en 1900, ganaron su primer campeonato en 1905. Insisto en que es acojonante la relación de los orígenes de este deporte con la industria. El llamado triangolo industriale literalmente daba forma al campeonato italiano por aquellos días. Dos equipos de Milán, dos de Génova y dos de Turín. Pero al suizo Alfred Dick, segundo opulento en cuestión, y que en ese momento presidía a la Juve, no le parecía bien la profesionalización que se avecinaba y liándose la manta a la cabeza, aunque realmente vendía cueros y calzado, tiró de algún descontento más, miró a la acera de enfrente, y tras unirse al ya mencionado Torinese sentó los cimientos del actual Torino FC. Dicho club lucirá desde entonces el color granate en honor a la Brigade Saboia, que liberó a la ciudad del mismo duque años antes. La Juventus adoptó rápidamente las rayas blanquinegras del Notts County. Por cierto, Alfred Dick se suicidó en 1909: tan temperamental como el emblema de la ciudad. Se dice que en el primer partido entre ambos clubes, en un estadio que estaba a su nombre (la Juventus queda temporalmente sin estadio tras la salida de Alfred), el suizo se encerró en los vestuarios a lo Gilma por la M-30 mientras le iban contando cómo ganaron por 2-1 el primer Derbi della Mole, llamado así por la identificativa estructura que hay en el centro de la capital piamontesa. El Velodromo Umberto I seguiría siendo el estadio del Torino hasta 1910. 


Ese cisma desembocó en la bicefalia actual, Juventus-Torino, que pasó por diversas etapas que vamos a condensar amenamente a lo largo de estas líneas. Hasta 1926, Turín no volvió a tener ganador en el máximo campeonato nacional, y fue nuevamente el club juventino. Al año siguiente algo raro ocurrió. Por supuestamente tocar a un jugador rival en un derbi, le arrebataron al Torino el que hubiera sido su primer campeonato. Felizmente se resarcieron de ese turbio asunto un año después con su primer entorchado. En 1937 la Juventus gana su primera Copa en un derbi a doble partido. En esa época los Agnelli, dueños de FIAT, ya mandaban en el club, y ganaron cinco Scudettos seguidos antes de la segunda gran guerra. Ya en pleno zafarrancho, los jugadores del Torino fueron alistados como trabajadores de la empresa automovilística de la Juventus para evitar ir al frente. Justo antes de que se suspendiera la liga, el FIAT Torino (sic) ganó su segundo título en dura pugna con el Livorno. Ese periodo en el campeonato italiano da para un artículo entero... La paz y la salida de Mussolini sentó bien en la orilla granate de Turín, y a finales de los cuarenta vivieron sin duda la mejor época del club. El archiconocido Grande Torino campó a sus anchas ganando una Coppa Italia y cuatro ligas seguidas más, con un rebranding táctico e institucional que tuvo al director técnico húngaro, Erno Erbstein, como uno de sus ejecutores principales. Tras pasar mil y una penurrias en esa época por ser judío, pudo volver al Torino y ser partícipe de los éxitos de posguerra asesorando a varios entrenadores. El problema es que la última victoria de esa gran generación tiene un epílogo amarguísimo. El 4 de mayo de 1949, tras volver de un amistoso post-temporada en Lisboa en un avión FIAT G.212 (ironía), el equipo al completo perece tras estrellarse contra un muro de la Basílica de Superga, cercana a Turín. No queda claro el motivo, pudo ser un fallo humano o en algún sensor de la nave, lo cierto es que el fútbol italiano quedaba invertebrado ante tamaña tragedia. Actualmente existe un museo donde empaparse de la trayectoria de este involvidable equipo, que quién sabe si hubiera sido aún más legendario de haber existido entonces la Copa de Europa.


Tras el durísimo golpe, River Plate, en un gesto que les honra, fue a Italia a disputar un amistoso solidario, que sentó una amistad que llega hasta nuestros días y ha dado lugar a uniformes conmemorativos por ambas partes. Bello gesto, pero la pérdida era irreparable, por eso los cincuenta y sesenta fueron años difíciles para el Torino. Sufrió su primer descenso, y solo conquistó una copa en 1968, justo la temporada en que falleció trágicamente el icónico y transgresor extremo Gigi Meroni, la Farfalla Granata, atropellado por un aficionado de su propio equipo, un tal Attilio Romero, que conducía un puto FIAT, lo cual tampoco era tan difícil en aquella época, no nos conspiranoiemos aún... Por otro lado, ajena al caos que la rodeaba, la Juventus siguió engordando su impresionante palmarés cuando los equipos de Milán le dejaban. Eso sí, se quedaron sin disfrutar de las mieles de Meroni, porque anduvieron muy interesados en la contratación de la estrella vecina ellos... De lo que sí disfrutaron fue del Trio Magico, formado por el argentino Omar Sívori, el galés John Charles y el nacional Giampiero Boniperti. En esos tiempos se produjo el apogeo de los apodos a duplas, tríos, incluso quintetos de jugadores, gracias probablemente a periodistas influidos por el fenómeno Beatles. Incluso España no se libró, si no que le pregunten al Atlético de Madrid y su Ala Infernal. Molaría verlos enfrentados cual grupos de Pokémon futboleros ¿que no? Pues verlos no los vamos a ver, pero gracias a la Copa de Ferias, precursora de la UEFA, hubo hasta cinco enfrentamientos entre colchoneros y bianconeri. En la edición 63/64, los juventinos nos eliminaron en octavos, ganándonos en ambos partidos, pero claro, de esa mítica dupla Peiró-Collar solo nos quedaba el segundo. Así cualquiera... Aunque siendo honestos, del Trio Magico solo quedaba Sívori. Excusas poquitas, porque un año después tuvimos opción de revancha en semifinales de la misma copa. En el que probablemente fue el último partido europeo del viejo Metropolitano, La Vecchia Signora encajó un 3-1 con hat-trick de Luis Aragonés. Pero la vuelta en el Stadio Comunale terminó con idéntico resultado en contra, a pesar de adelantarnos con gol de Luis. Otro Luis, Del Sol, era una de las figuras bianconeras. En el partido de desempate, jugado en el mismo estadio, empezamos ganando de nuevo, pero los italianos terminaron llevándose el toro al agua. Definitivamente esos partidos de desempate se nos dieron fatal. La semifinal contra el Real Madrid en los cincuenta, esta propia semi, la final contra el Bayern... Ay...


Vamos p'alante que nos pilla el toro y esto se va a hacer eterno, pero es que quiero abarcar a dos equipos míticos y encima hablar de sus enfrentamientos contra el Atleti... Los setenta vinieron moviditos. La Juventus dio un paso más allá, y además de campeonar en Italia varias veces, hizo lo propio por primera vez en Europa, tras derrotar al Athletic Club en la UEFA de 1977 de la mano de un zorro de esto del fútbol, aunque aún no peinase canas: Giovanni Trapattoni. Un año antes, el Torino conquistó su primer y último Scudetto tras la catásfrofe de Superga de la mano de los gemelos del gol, ríanse de los Gemeliers esos. Con todos ustedes, Francesco Graziani y Paolo Pulici (goleador histórico del club), vaya partebragas que tenían que ser:


Por cierto, ese título no pudo festejarlo el jugador con más partidos en la historia de los granates: Giorgio Ferrini, alias La Diga, por su carácter de perro de presa defensivo. Murió de un aneurisma un año antes de la última liga del equipo de su vida. Qué triste me cago en la puta... Los ochenta acentuaron aún más la diferencia competitiva entre Juventus y Torino. A medidados de la década las cebras ya tenían todas las copas que podía ganar un club europeo (excepto la copa de Ferias, que se la quitó el Ferencvaros). La más dolorosa y truculenta fue la más ansiada. En 1985, la final de Copa de Europa contra el Liverpool en Bruselas no tuvo como protagonistas a Platini, Boniek o Paolo Rossi, sino a las 39 muertes causadas por una avalancha de hinchas reds. Demasiadas tragedias en estas líneas, de verdad. Uno podría pensar que el Torino es el único desafortunado, pero quizá sea la torinesitá transversal la que atrae las desgracias. Eso sí, ese día consiguieron su primera Copa de Europa, todo hay que decirlo, con un penalty que no sé cómo se pitó dentro del área, mamma mía... La década del sinth-pop termina para il toro peor imposibile, con un descenso a la Serie B. Movidita la cosa... Al menos el soplo de aire fresco llega con el nuevo Stadio Delle Alpi para el mundial de Italia. Fue inaugurado con un amistoso entre, al loro, una selección de jugadores de los dos equipos contra el Oporto. 4-3 terminó esta joya, click al vídeo y sigan leyendo, hijos de puta. Decíamos del Torino, que peor no les podía ir, pero con el cambio de década ascendieron y formaron un gran equipo. Tan bueno que se atrevieron a enfrentarse al Atleti...


Porque es que parecía no haber ningún duelo registrado entrambos, pero logré encontrar uno cuando había perdido la esperanza. En 1990, tras el mundial, se disputó en Génova la primera edición de un torneo veraniego con el idílico nombre de Copa Mediterráneo. Lo jugaron con un formato de liguilla a dos partidos entre cuatro equipos. El Atleti debutó ante el Toro en el Luigi Ferraris. Se nos adelantaron por dos goles en el segundo tiempo, cuando el flamante fichaje granate Martín Vázquez y Futre ya habían abandonado el césped. Con uno menos los italianos, en las postrimerías se alcanzó la igualada mediante Baltazar y Manolo. Zago, Lentini o el meta Marcheggiani son nombres a destacar en la alineación rival. Anecdotilla: en esa época Gil campaba a sus anchas mediáticamente hablando, y el Atlético de Madrid estuvo apunto de retirarse del torneo en el segundo partido, que nos enfrentaba al Olympique de Marsella, porque el gran hombre decía que aún no habían recibido el pago por participar. Al final todo se calmó y se empató nuevamente. Una joyita la página de El Mundo Deportivo que rescaté de su hemeroteca, por algo es mi diario de referencia para ver noticias del Atleti:


La última cresta de la ola del equipo al que más siguen los turineses tuvo lugar precisamente con este plantel, que obtuvo un subcampeonato de UEFA, una Copa Mitropa y una Coppa Italia al año siguiente. Luego, como tributo por esos escuetos laureles, vuelta a la convulsión institucional, con descensos incluidos (el gran interior derecho Lentini ascendió dos veces con el Torino, respect). ¿Adivinan cómo le fue a i bianconeri mientras tanto? Un par de UEFAs más, y tras el declive del Milan de Sacchi llega Marcelo Lippi al club con una liga y al año siguiente una Champions, la segunda y última a día de hoy, ganada en penales al Ajax. Recuerdo a fuego el gol de billar de Ravanelli, con su pelo plateado y cara de hijoputa italiano. Es curiosa la cantidad de finales que ha perdido la Juve (7) para "solo" tener dos copas de Europa, aunque yo me cambiaba por ellos antes de que me lo preguntasen. Insistimos en que esa época hubo bancarrotas por doquier en la otra parte de Turín, y por allí anduvo Attilio Romero, ¿se acuerdan de quién atropelló a Meroni? Pues luego presidió al Torino con igual de nefasto desenlace. Entorno a 2006 la estabilidad llega a los granate hasta el día de hoy, incluso regresan a jugar como locales al Comunale, con su mítica Torre Maratona. Paralelamente la desgracia se cernía, para variar, en las oficinas de los Agnelli, porque en las altas esferas, el vecino rico era salpicado y de qué manera por el Calciopoli, donde el directivo Luciano Moggi sugería nombres de árbitros para favorecer los intereses juventinos. Otros equipos también estaban en el ajo, y eso costó al club sus dos Scudettos  de la época (vendetta por el de 1927!)  y el descenso a la Serie B. De ella regresaron rápidamente de la mano de estrellas como Del Piero (jugador con más partidos y máximo goleador), Gigi Buffon, Trezeguet o Pavel Nedved (actual directivo y balón de oro).


La Juve se tomó su tiempo para volver, como el pelo de Antonio Conte, pero cuando lo hizo rabiosa, nadie la pudo parar. Desde 2011, año en que se mudaron al coqueto Juventus Stadium (sito sobre las cenizas del demolido Delle Alpi), el Scudetto tiene un solo dueño, y ya van por la tercera estrella (se otorga una cada diez entorchados). Tres dobletes locales consecutivos... y otras dos finales de Champions perdidas, como nosotros... En eso nos parecemos, y también en el reciente cambio de escudo. No obstante, la época actual nos trata bien tanto a Atleti como a Juventus. Nos vimos en la fase de grupos del 2014/15, edición en la que cayeron en la final contra el hijo de Amunike. Eso sí, ni nos marcaron, y en el Calderón palmaron. El sorteo ha querido que nos veamos las caras cuatro años después, y la verdad que llegan en plenitud, siendo claro favori... ¿Cómo? ¿Ya me estoy rajando?  ¡Eso nunca! A toriles y ¡Forza Toro!, que diría Petón.


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