
Pero afortunadamente los partidos tienen dos tiempos de 45 minutos, no tres de 30 ni cuatro de 22'5. No sé qué les dijo Diego Pablo a los nuestros pero en la segunda parte salieron a por el gol. Como Gandalf, cuando se lo propusieron anotaron un gol que dejaba tambaleante a los leones. Leones protestones, con o sin razón, pero al fin y al cabo nobles. Reconozco que con tantos factores en contra celebré ese gol de RG8 como no hacía desde la final de Copa, cosa que dice mucho de nuestro rival. Mientras tanto, me preguntaba aún: ¿Y mi ruptura con las costumbres? ¿Hará que nos remonten en el último momento? Ni siquiera comía por miedo a que en el primer bocado nos marcasen. Ayer me dí cuenta de que todo eso es una mierda, los jugadores, y como mucho los entrenadores, y en últimísimo término los árbitros, son los que ganan o pierden los partidos. En realidad ya lo sabía, pero quizá esos comportamientos maniáticos sirvan de vía de escape a mis nervios. Lo dicho: el Atleti supo leer el partido como suele hacerlo en las grandes ocasiones, y sin despeinarse, porque estos jabatos pasan de los cortes de pelo, de ahí al final no sufrieron en demasía. Ni siquiera nos pueden acusar de juego duro, ni de provocadores, como leía por todos lados antes del duelo. Aunque en realidad que piensen eso favorecerá al Atlético en cada partido que juegue. Si no que se lo pregunten a Maradona cuando menospreció a Alemania en el Mundial. El partido terminó como había empezado: con Diego Costa solo ante Iago Herrerín a pasazo de Koke, solo que en la segunda ocasión no falló.
Era importante, para cerrar la eliminatoria y sobre todo para ser los primeros en ganar en San Mamés. No serán muchos los que lo hagan este año, ya verán qué pocos lo habrán hecho cuando en esta misma liga volvamos... Por eso era algo personal. Por eso y porque me duele la boca de decir que la historia es sagrada y que el Athletic es nuestro padre futbolístico, aunque ayer se invirtieran los papeles una vez más; una rivalidad que debería ser sana y deportiva, pero viciada por cuestiones políticas y por un pisotón de Simeone que seguirán recordando por los milenios de los milenios: un poco demasiado pesados ya. Por suerte conozco a seguidores del Athletic Club que portan la caballerosidad que se les presupone. Si incluso llegué a comprar en la tienda del equipo y todo... De hecho, no lo ví con mi athlético mejor amigo de milagro. Pero entonces no habría llevado la bufanda, ni habría comido tímidamente tan solo en el descuento, ni habría celebrado con mi sobrino del Atleti la victoria brindando con shawarma. Porque esas tradiciones sí que no hay que exterminarlas.
