lunes, 19 de septiembre de 2022

Ganar

No me importa que hoy sea mi cumpleaños. No pasa nada porque me equivocara al afirmar que gozaría más ganar el Eurobasket que ganarle al Madrid. No me incumbe, si bien me sorprende y apena, la neymarización de Vini Junior. A estas alturas, tampoco tanto que el cangugo se señale las Champions. Muchísimo menos me importa que nos vituperen por revolvernos si nos quieren o piensan humillar, que ojo, yo quizá también lo haría desde esa atalaya de marfil merdellón, al menos una vez seguro que lo hacía. Porque piedras, unas de previsible sorna venenosa y otras de destilado y acomplejado odio, se lanzan desde ambas aceras al calor de las batallas de la década. Pero a mí me preocupa más nuestra impotencia en el verde, por mucho que la realzara la pegada demoledora del rival. Me da pavor la intensidad e identidad que verano a verano fueron drenadas. Me desespera la expulsión injusta de un desquiciado Hermoso, cuya felipada sopló la última raya de esperanza. Va a haber que fichar a Alberto Díaz para que ponga orden en defensa... Y creo que me aguijonea más la duda de entrar en Champions que el haber dimitido de la pelea en la vuelta de calentamiento. Ya me martillean demasiado varios diablillos recurrentes: el de la mala planificación, el de las lesiones, el del supuesto o no plantillón, el de dónde iríamos sin el Cholo y a su vez el que prefiere al tándem Emery-Marcelino, sin olvidar el arbitraje... Pues bien, todos esos problemas, en un derbi, no nos harían ni cosquillas si, como la Selección, hubiéramos ganado: 


Cada vez me jode más ponerme la rojiblanca, porque siempre lo hago henchido de orgullo, pero en vez de hacerlo al ganar (me avergonzaría que me tildaran de oportunista, como si a alguien le importara), pues lo hago cuando palmamos una grande, cual máscara de gas contra la toxicidad culémadridista que asfixia a poco que mires. Aunque si seguimos así, más me vale cambiar la razón por la que me la pongo.

El Vini güeno


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