sábado, 8 de agosto de 2020

Las alas del Markranstädt

Este año infame nos ha regalado una inefable Champions de verano lisboeta. A su calor, nunca peor dicho, les traigo una historia con mayúsculas, que abarca todo el contexto geopolíticofutbolístico de una ciudad donde este deporte siempre es un gigante con los pies de barro, pero del proveniente del césped del área chica en días de lluvia. Porque sí, en cuartos nos tocó el Leipzig. Yo estaba convencido de que nos tocaba el Barcelona, pero no, así que una excusa más para no hacerme el remolón y escribir por aquí. La última vez fue el Liverpool, esta vez nos vamos a Alemania, la patria cuyo idioma intento aprender de forma autodidacta desde hace más de un año. ¿Casualidad? Gar nicht! Pero antes, vayámonos un poco más abajo, a otro país germanoparlante: Austria.

¿Se acuerdan de Felix Baumgartner? Bajo la parafernalia de la marca austriaca Red Bull, su récord de salto al vacío y de velocidad en caída fue seguido con un altísimo interés en todo el mundo. Dos años después, sin el amparo de un gran patrocinador, dichas marcas fueron batidas en cuasi anonimato. El poder de la propaganda, santo y seña del fútbol desde hace más de cincuenta años. Pero, ¿para qué pararse en barras y limitarnos a poner la publicidad en el pecho del jugador, cuando podemos usar a la totalidad del equipo como vector? Dietrich Mateschitz, multimillonario dueño de la compañía, y sus asesores lo vieron claro. Si la Fórmula 1 funciona, ¿cómo no lo va a hacer el fútbol? Además, tenían una presa en casa por donde empezar: el Austria Salzburg fue la primera víctima. Se llevó a cabo un lavado de cara mayúsculo, solo las medias del portero de fuera de casa mantienen el color morado de la entidad, (otrora denominada Casino Salzburg y finalista de UEFA). Ni la fecha original de fundación quedó visible de puertas hacia afuera... A cambio de ese dominio férreo en la gestión, la soberanía incontestable en el fútbol local, donde son el número uno año tras año mientras exportan jóvenes talentos como Haaland o Sadio Mané (no todo es malo). Aún así, esa idea de jaula de oro no sedujo a algunos aficionados, que en el propio año del derrumbe del Salzburg en 2005, fundaron el SV Austria como legado genuino del mismo: seguidor no es igual a consumidor.

De Centroeuropa dieron el salto a la Major League Soccer estadounidense, remozando a los míticos MetroStars para convertirlos en el New York Red Bulls en 2006, borrando toda referencia a New Jersey pero sin tanto revuelo, probablemente dado el concepto de franquicia tan instaurado en USA y el escaso arraigo balompédico. Pero aquí no queda la aventura americana, tras el extraño experimento del Red Bull Brasil desde 2007, en 2019 dieron el cambiazo al invento y se subieron a la chepa del Bragantino. Caza de talentos, inversión con cierta cabeza, siempre mejorando los resultados existentes. Francamente, por mucha acritud que pueda desprender mi discurso, no satanizo del todo la jugada. Aunque mejor eso lo dejamos para el final. Eso sí, el Risk futbolero de la bebida con taurina no acababa aquí. Siempre aconsejado en estos menesteres por su amigote Franz Beckenbauer, el magnate austriaco trató de poner la semillita también en Alemania, en una suerte de Anschluss inverso.
Y ahí entra Leipzig: patria chica de Richard Wagner y Leibniz, lugar de trabajo de J.S. Bach y de estudio para Nietzsche. Cuna de las manifestaciones pro-unificación alemana desde el este, ciudad más poblada de Sajonia, lugar de fundación de la Deutscher Fußball-Bund, ganadora del primer campeonato alemán en 1903, pero dueña de un singular puzzle futbolístico. Desde finales del sigo XIX, la ferviente actividad entorno al deporte por antonomasia ha sido frenética y trufada de descalabros, quiebras, fusiones y despropósitos. Tras todos estos años, si obviamos al rival común de la Red Bull, tenemos un curioso panorama de clubes que de algún modo sobreviven con gallardía tras mil y una batallas.

Al noroeste tenemos al BSG Chemie Leipzig, verdiblanco, sus raíces pueden incluso establecerse en un club extinguido en la Segunda Guerra Mundial, pero lo que les da más clara identidad es su vinculación con la industria química en los albores de la RDA. En ella obtuvo dos títulos de liga. La enésima y actual versión es la heredera de facto del posterior FC Sachsen Leipzig, que quebró a principios de este siglo. Es justo decir que hay otro joven club llamado LFV Sachsen Leipzig, de mucho menor éxito y de trayectoria tan accidentada como corta, que también reclama el mismo origen. Afincado en el distrito de Leutzsch, el BSG juega sus partidos en el vetusto Alfred-Kunze-Sportpark, nombrado así en honor a una vieja gloria del banquillo de este club, donde cada tribuna y fondo es más decadente que el anterior. Sabor más auténtico a fútbol tradicional no puede haber...

...A no ser que nos vayamos al sureste, al distrito de Probstheida, trazando una cicatriz a lo largo de la ciudad hacia el estadio Bruno Plache, donde nos encontramos el amarillo y el azul del 1. FC Lokomotive Leipzig, que tiene ese nombre porque su predecesor estuvo durante algún periodo vinculado al sector del ferrocarril en Alemania del Este. Estable desde 2004, ligeramente más exitoso que el ya mencionado Chemie, ya que claman ser sucesores, por no decir herederos legítimos, de la historia y títulos del viejo Lokomotive fallecido en un año antes (y único en jugar en la Bundesliga tras la unificación alemana bajo el nombre de VfB Leipzig). Además de varias ligas y copas, fue subcampeón de la Recopa de 1987. Las líneas temporales y los nombres de cada equipo son jeroglíficas, me costó la vida llegar a entenderlo medianamente. Con decir que el Chemie durante un tiempo en los cincuenta se llamó SC Lokomotiv Leipzig y que éste se fusionó con el SC Rotation Leipzig para dar lugar a una mezcla/regeneración de ambos equipos a mediados del siglo pasado... Eso nos sirve para darnos cuenta de que al lado de esto, los chochos liados en el panorama futbolero de Logroño o Salamanca son de risa floja al lado del tinglado de estos sajones. En el año 2020, ambos representantes principales comparten división en la Regionalliga Nordost, una de los cinco grupos de la cuarta categoría del fútbol alemán, aunque el Lokomotive este año estuvo apunto de ascender. Para mas info de sobre la rivalidad Lok vs BSG, este videazo de Copa90

De propina, no olvidemos tampoco al reciente Roter Stern Leipzig '99, que como su propio nombre indica (Estrella Roja), es de marcada ideología izquierdista, aunque los ultras del Chemie tampoco les van a la zaga, todo lo contrario que el Lokomotive. Ni la primera vez ni la última que la mentalidad de los radicales le marca al aficionado de a pie quién es su rival y quién su colega de batallas.

El caso es que, como hemos dibujado, la ciudad tiene un mapa pleno de identidades, pero con un plus de underground, más por necesidad que por virtud. Quizá la explicación sea el paso por el tamiz de las grandes guerras, el intervencionismo de la RDA de la que Leipzig formó parte, los problemas económicos post-unificación y el sentir los colores del lipsiano de a pie. Porque está claro que a ambas instituciones les importa la tradición y el abolengo, y hay nutridos grupos de gente que les sigue y se han esforzado por reconstruir clubes sobre los cimientos de los que van quedando en el camino. Ejemplo de ello fue la iniciativa del partido fantasma llevada a cabo este año por los fans del Lok, para emular su propio récord de asistencia a un partido de competiciones europeas, solo que esta vez de forma virtual y aportando 1 euro por barba para sustentar al equipo.

Todo muy bohemio (aunque estamos en Sajonia, no se me despisten), también muy alternativo a la par que tradicional. Paradójicamente, éste es un escenario perfecto para tratar de abrirte paso en una ciudad carente de un equipo de primer nivel, con una población considerable, y con un gran estadio modernizado tras el Mundial 2006, como es el antes llamado Zentralstadion. Es por ello que primeramente, Red Bull trató de comprar al BSG Chemie, pero les lanzaron tal bufido que miraron para otro lado. De este modo, buscaron infructuosamente concubina en St. Pauli al norte, Fortuna Düsseldorf al este y 1860 Múnich en el sur. Manda cojones, con el gran sentimiento identitario de esos clubes, que tuvieran esperanzas de un sí. Recordemos que hablamos de Alemania, donde el amateurismo y los campeonatos regionales ya quedan un tanto lejos, pero fueron razón principal para que la Bundesliga de Alemania Federal naciera en los sesenta, mucho más tarde que en otros países europeos. Además, la ley del 50+1 trata de garantizar que los socios tengan la última palabra en las entidades, evitando desmanes, abonos abusivos y medidas alocadas del vi$ionario de turno. No es casualidad que por ahí arriba no haya jeques ni millonarios del gas ruso.

Pero el dinero siempre se abre paso, y finalmente compraron en 2009 al mediocre equipo de un municipio a menos de 15 km de la ciudad, el 
Markranstädt, que pasó a ser su filial. Por cierto, es curioso cómo a pesar de ese origen, en EE.UU. los rivales del New York Red Bulls, para hacer sangre, usaron un tifo donde había esquelas para cada equipo que había "rescatado" la compañía... y al pobre Markranstädt lo confundieron ¡con el Lokomotive! Enseguida comenzaron a lidiar con los impedimentos del fútbol germano en cuanto a la comercialización y propiedad de los clubes. Primeramente, a falta de no poder poner el nombre de la marca, usaron el palabro RasenBallSport Leipzig como nombre, que luego lo abrevias siempre a RB Leipzig, le pones un par de toros rojos al escudo, y a volar. El otro escollo era la ley del 50+1, que convirtieron en una pantomima tras poner una altísima tasa anual de membresía, la cual en la práctica ostentan solo trabajadores y miembros de la empresa. Aquí hay quien puede mencionar a nuestros amigos del Bayer Leverkusen o la Volkswagen del Wolfsburgo como ejemplos similares de empresas-club. Pues sí, aunque ellos tienen un poso histórico anterior a esa ley y han contribuido tanto a la historia del fútbol alemán que quedan exentos de la misma a ojos del aficionado de a pie.

Los comienzos del RB Leipzig, desde el quinto escalafón futbolístico teutón, tuvieron ciertos altibajos, si bien siempre en dirección ascendente. El punto de inflexión fue la contratación de Ralf Rangnick, quien fue asumiendo cada vez más poder desde la dirección deportiva, y llevó por fin al equipo hasta la 2. Bundesliga en dos años, habiendo partido desde la ya nombrada Regionalliga. Rangnick era famoso por su gran labor al frente del Schalke 04 y del Hoffenheim, a quien dio a conocer en el panorama europeo desde la nada. Con él tomando las riendas incluso como entrenador, todo fue sobre ruedas, y finalmente debutaban en la Bundesliga en la 2016/17. Todo este camino, con un enfoque basado en jugadores jóvenes y un juego atrevido. Durante dicha ascensión, no olvidemos las constantes muestras de odio, rechazo y violencia contra todo lo que represente al equipo, aficionados incluidos. En la máxima categoría no iba a ser menos, y por desgracia hubo incidentes desagradables en casi todos los estadios. Esto es como todo, con el paso del tiempo quedará aceptado, pero aún es demasiado pronto para este club tildado de "equipo de plástico". Me pregunto cuántos de los seguidores de Die Roten Bullen lo serán también del Chemie o del Lokomotive...


De hecho, el incipiente núcleo de seguidores del RB va tomando cuerpo, y hace poco hubo una muestra de repudio al sexismo en un acto común antes del partido entre RB Leipzig y Roter Stern femeninos. Ahí, si no antes, es donde empieza a notarse la dictadura redbulliana, porque varios de los aficionados fueron baneados al día siguiente. En todos sitios cuecen habas (al propio Atleti nos han cambiado el escudo y el estadio), pero estoy sumamente curioso por ver la evolución en este caso concreto, cuando la masa social de la entidad vaya tomando la forma de cualquier club alemán, normalmente muy politizadas, ya que aquí se proyecta la imagen de una marca que vale más que el propio equipo. Me pregunto si podrán lidiar con ello los gerifaltes de la empresa para tener más seguidores y menos detractores, que ya existen incluso dentro el propio club. Los 'Red Aces', uno de sus grupos ultra (y de ideología zurda), se ha disuelto este año tras varias advertencias por uso de "pyro" y consignas políticas. Un tema muy delicado este: no es el fin del mundo perder ese tipo de colectivos, pero lo que está claro, nos pongamos como nos pongamos, es que los ultras bien entendidos, son el motor de las gradas; otra cosa es cuando delinquen o los dueños les dejan entrar a hablar con los jugadores, cosa que en este caso no había ocurrido ni de lejos.

La historia del equipo es corta, pero exitosa para las expectativas iniciales. Desde su debut en primera han dado que hablar para bien, siendo además el único representante de la extinta República Democrática Alemana en mucho tiempo en la categoría. Un segundo puesto como tarjeta de presentación les permitió jugar en Champions. En su primera participación no pasaron de los grupos. Luego han entrado siempre en competiciones europeas. Y ya esta temporada, de la mano del jovencísimo Julian Nagelsmann, han puesto definitivamente a Leipzig en el mapa del viejo continente alcanzando los cuartos de final. Cuando volvió la Bundesliga tras el parón vi muchos partidos de ellos y me gustaron bastante. De hecho, por ahí rulará un audio mío vaticinando el poderío de ellos y del Bayern en pleno estado de alarma, dándoles plenas opciones para la Champions, aunque ya ha llovido mierda desde entonces. Ahora el factótum Rangnick se va nada menos que al AC Milan, pero lo cierto es que el RB Leipzig tiene su futuro bien atado. Con decir que han finalizado la compra del Zentralstadion, desde mucho antes ya denominado Red Bull Arena... Con buena picha bien se jode; el dinero es importante. Pero en vez de hacer saltar la banca con disparates económicos, han sabido rodearse de gente de fútbol, ir poco a poco, y están recogiendo frutos. Esto me lleva a autoformularme las siguientes preguntas a modo de conclusión:

¿Entiendo que haya seguidores de este club? 
Sí. Yo, francamente, me he quedado prendado de la existencia esos humildes y sacrificados clubes que ya existían en la ciudad, pero claro que entiendo que haya gente que se haya subido al carro del Rasenballsport (por cierto, la palabreja significa "deporte de pelota y césped"). Supongo que el principal motivo es que se nos olvida que hay gente que lo que quiere ante todo es ganar, y que no les gusta en fútbol si no es bajo el reflejo de los trofeos. Además estarán los que quieran deleitarse con un fútbol de mayor nivel en su ciudad, e incluso sean simpatizantes de Chemie o Lok. Al fin y al cabo, normalmente nos referimos a ellos como "El Leipzig", no mencionamos a la marca que hay detrás tanto como pueda parecer.

¿Veo más envidia y sed de tener un enemigo común que respeto por las tradiciones debajo de ese odio?
Sí. Hay mucho fundamentalismo con eso y muchos poseedores de la verdad absoluta. Hay que respetar a la gente, máxime en un ocio como es el seguir a un club, aunque para muchos de nosotros sea nuestra vida. Si quieren apoyar a un equipo porque gana o porque les gusta beber Red Bull, allá ellos. Me suena a excusa fácil para proyectar violencia gratuita. No hay que agredir ni increpar al pobre aficionado, que lo que querrá es pasarlo bien sin meterse con nadie, y eso ha ocurrido a los fans de este equipo, por ejemplo en Dortmund. Además, no creo que este sea el nuevo paradigma a partir de ahora en el fútbol como muchos pintan. Hay demasiados grandes clubes históricos con masas sociales gigantescas que tienen cogido el sitio como para que este modelo se propague como el coronavirus, así que esa excusa a más alto nivel tampoco me vale.

¿Odio más al PSG y al Man City que al RB? 
Sí, porque han ido más a golpe de talonario, con la red de seguridad de tener fondos casi infinitos año tras año. En cambio en este caso me da muchas mejores vibraciones el modelo que por ahora están siguiendo. Además, no hay más que mirar de reojo a los recientemente desvelados tejemanejes del Manchester City y cómo han hecho la vista gorda con ellos mientras que con el Málaga no hubo tu tía...

¿Serías del Atleti si, por ejemplo, lo comprara Mahou para rescatarle pero le borrara la identidad casi por completo pero fuera muy próspero deportivamente? 
No, porque ya no sería del Atleti. Aunque la carne es débil, y vete a saber si a la larga me haría simpatizante. Lo más parecido fue el Atleti de balonmano reciente que sustituyó al Ciudad Real. A mí apenas me importaba, pero sí recuerdo que a pesar de eso traté de ver la Final Four que disputó en 2012...

¿Si nos eliminan les empezaré a odiar yo también como si fuera un ultra del Lokomotive? 
Por supuesto.

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