miércoles, 13 de marzo de 2019

Supergados

Apocalíptica hecatombe en Turín. Corneados tranquilamente hasta quedar con las tripas por los suelos. Este piccolo atleti nada tuvo que ver con el Grande Torino, pero encontró en la ciudad turinesa su tragedia de Superga particular en forma de histórica eliminación. Y lo peor es que más dañino aún que el fatal desenlace, máxime partiendo del marcador del que partíamos, fue la actitud y sensaciones que transmitió el equipo. Temblón, impreciso, sin tablas, sin reacción acertada, carente de todas las características que le han hecho zafarse en partidos de similar calaña. Había bajas sensibles sí, pero además se palpaba desarbolamiento, desorden, yo diría que hasta miedo. Quizá otras veces la diferencia fue el marcador y el tiempo engrandeció hazañas, pero lo cierto es que anoche el equipo no existió, aparte de algunas fases de toqueteo balonmanesco, que se usaban más bien para descansar del asedio que para hacer daño y cerrar la eliminatoria. Lo venía diciendo, que cuando se entra mal al partido y te marcan, luego no es nada fácil cambiar el discurso y venirte arriba por mucha ventaja que tengas. Ahí ya el rival está encendido, y a ti no te sale nada mientras te desperezas del agazapamiento: pura inercia. Creo que la Juventus era tan consciente de lo bien que le estaba saliendo el plan que ni siquiera tuvo que asumir el mínimo riesgo conforme pasaban los minutos. En cuanto pitó el árbitro para mí acabó la temporada 2018/19. Quien quiera pensar en la liga allá él. Ya se me pasará, solo espero que se tomen medidas con todos los imprescindibles abordo, en ellos, por si cabe alguna duda, incluyo al cuerpo técnico. Ojalá, aunque cada vez con más escepticismo lo digo, el Atleti no sea fuera de casa ese equipo dubitativo y penoso que vimos anoche y en alguna que otra ocasión más: o vuelta a los orígenes o culminación de la supuesta evolución. De momento, conforme perdemos el ADN del comienzo de la era Simeone son más los episodios parecidos, donde duele más el cómo que el qué. En ese cómo me incluyo a mí mismo con mi egoísta actuación durante el partido. Desatendí educadamente a mi hijo, rehuí de mi mujer cuabdo me ayudaba a tender la ropa por la tensión que acumulaba en el cuerpo, se me olvidó cenar, ni me quité la que era mi 'camiseta de la suerte' este año para dormir... Y luego la nube de decepción que te acosa varios días cada vez que dejas la mente desatendida. Esa sensación de amargura y pesar que no sabes de dónde viene hasta que te acuerdas del final del partido, del final de la ilusión. A estas alturas me importa poco lo ridículo del asunto, aún así no tiene sentido cuestionarme si merece la pena. No es algo tan repetitivo como para que tenga que corregirme, quizá el tiempo lo haga, las hostias de la vida, o peor aún, las aspiraciones del propio equipo. Lo que tengo claro es que a día de hoy no me volveré a ilusionar tan exacerbadamente con la Champions. De hecho yo no quería, pero joder, con ese resultado y juego de la ida a ver quién era el guapo que no lo hacía. Soñar no es gratis, porque duele al despertar.

Te Quiero Atleti

1 comentario:

Tomi Soprano dijo...

Buenos días, Don Dami:

Pues casi que ha clavado mi estado anímico después del puto partido en cuestión. Sin embargo, ayer, viendo a las Niñas, sorprendentemente se apoderó de mi un ataque de ira y de furia y ahora veo las cosas de otra forma, aunque sé que los espera de aquí a final de temporada va a ser jodido, doloroso y hasta triste.

Nunca pensé que escribiría esto, pero es la primera vez en mi vida que estaba deseando que llegase el puto parón de las Selecciones. A ver si nos sirve para pillar algo de impulso siquiera, joder ...

Fuerte Abrazo.