lunes, 24 de mayo de 2021

Morfina para la eternidad

Las flores de jacaranda pisadas mientras me dirigía solitario de vuelta a casa eran metáfora de lo que teníamos que hacer esa tarde, que por desgracia apareció de sopetón tras la desgracia del martes. Un día lloviznoso que me trajo la peor noticia posible. Él no fue Correa, pero siempre será mi Ángel. Nunca jugará como Suárez, pero me hizo llorar como Luis. Porque es que perder a Simón sin llegar a tenerlo entre mis brazos hizo que el "Partido a partido", que como siempre este año escucho antes de cada batalla, fuera emotivo hasta el paroxismo. Sentimientos a flor de agua. ¿Cómo iba a ser de otra forma con la que llevo encima en esta dichosa liga? Encima otro comienzo con traspiés. Esta vez casi tropiezo y me caigo por la borda a pocas millas de la orilla, pero Bati me rescató con su "goool" espoileado. La culpa mía por estar mandándole mensajes sobre si el Valladolid perdía tiempo y demás despropósitos. Felizmente arribamos tras al menos cinco o seis amagos de zozobrar. El gol de Llorente en el descanso del Bilbao, penal ante el Alavés,  la machada del Granada, el palo del Elche, la firmeza del Sevilla en Vardebebas o el aplomo contra Osasuna. Aún así la nave llegó a puerto con Othere y Übbe exhaustos y "malheridos de tanto remar contra el huracán". Floki, a la sombra de Neptuno, esperaba con sonrisa desgastada en la orilla. Fin a una epopeya sin parangón en la que todos internamente creímos por mucho que a veces desesperáramos. Los miembros de esta plantilla entran por la puerta grande en la hagiografía colchonera. Y nosotros también, qué coño! Al día siguiente de la victoria de nuevo la misma lluvia de aquel fatídico martes para ir a comprar, como manda la tradición, el periódico del triunfo. "Has de ser como la mañana del día que te conocí". "Una estrella pequeñita pero firme". Todas las letras de la radio me recuerdan a él. No olvidaré nunca esta liga porque siempre estará ligada a ti, hijo mío. Pero gracias Atleti querido por mitigar en parte este dolor, si bien no pude disfrutar apenas, estoy seguro de que el llanto cuando pitó el árbitro hubiera tenido demasiada hiel para contarlo siquiera. Para mí el día más feliz de esta liga, sin saberlo, fue el día que le ganamos al Athletic en casa. Ahí tenía todo lo que necesitaba. Daría lo que fuera por volver a ese punto y tratar de hacer algo para cambiar esta pupa tan grande que quizá yo, de tanto decir que soy el mejor atlético del mundo, he recibido a traición para desterrar esa mierda de mito que, al menos esta vez, para ínfimo pero reconfortante consuelo, dejamos a un lado.

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