lunes, 4 de enero de 2021

Los dos abismos

Antes que nada pido perdón, porque mi arrogancia desde el gol de Marcos Llorente estuvo apunto de salir cara. Me confié, y por eso se fueron al limbo varias ocasiones para rematar este catártico encuentro. Tengo parte de culpa, como todos los que también lo diérais por hecho, en el exceso de confianza que reconoció Giménez en rueda de prensa. Aunque sé que no pero sí, me creo el centro del universo de mi Atleti, a muchos también os pasará. Estoy tan enfermo de él que es un ejercicio de devoción absoluta y no megalomanía, otra explicación no tendría en alguien tan humilde como yo, que por no agobiar se lleva un rapapolvo de no una, sino dos churreras en la mañana del partido. Hoy mismo he respondido con actos en un ámbito en el que mis acciones sí tienen repercusión, o al menos dejan paz mental, dando una mala reseña en google. Pero volvamos al plano adimensional que nos ocupa, a esta personificación que sufro, cábalas, gafes y contragafes mediante, me posee a veces. Una superstición fruto del miedo a que se evapore mi ilusión, que estrangula el sin sentido de que afecte en alguna medida el hecho de que yo diera por sentado el triunfo antes de tiempo... Y encima teniendo razón. Porque con los jugadores que esta vez aún aguantaban sobre el tablero, yo tenía fe en mi torre Koke, mi alfil João y en mi caballo Suárez para ganar esta partida, y eso que enfrente había peones experimentados como Laguardia (te expulsaron porque envidian tu barba) o el infravalorado Pacheco. Sí, he visto The Queen's Gambit, quería dejar huella, como lo ha hecho en mi, pero no puedo hacer más referencias a ella sin hacer más el ridículo, al menos no la recomiendo como hace la gente, yo solo recomiendo que no seáis tan hedonistas como yo y desconfiéis del triunfo, que veáis una trampa a cada vuelta de esquina, solo así construiremos la meta a la que queremos llegar.

Pero retrotraigámonos concretamente a la segunda parte, a esa rigurosísima expulsión fruto del VARiable, que miedo me da cómo nos puede afectar en el futuro ese caprichoso artefacto, y que se convirtió en el chupito de Thunderbitch que necesitaba el equipo vitoriano para ir arriba con todo. También ayudó que ellos metieron a sus dos delanteros titulares. Y por último que Felipe hizo corto y quitó las telarañas, y seguro que algún cacho de escarcha, de la escuadra derecha de Jan. Era un mazazo se mirase por donde se mirase. Encima era hasta justo dado el desarrollo del partido... Un patinazo en el hielo babazorro, otra trampa  como escarmiento divino al error arbitral, como en aquella jornada 1 de la 2015/16, donde el bobo ese de Manu García nos dio la noche con su golazo... Si queremos tener esa sensación de decepción, que en el fondo es un gustazo porque quiere decir que estamos bien arriba, más nos vale a todos, os maldeciré si no lo hacéis, desconfiar de todo, apoyar mentalmente al equipo, tener humildad y no hacer ni caso a los putos que nos felicitan por adelantado. De esa forma luego llegarán alegrías como la de esta ocasión, no siempre sera así, cuando los de arriba conectaron para arrancar un triunfo de obligado cumplimiento por el propio nivel de exigencia. Porque a estas alturas, nunca mejor dicho, existen dos precipicios, uno te proyecta a la ilusión más celestial, a un vértigo que te hincha el pecho y el otro nos espera atrás para descabalgarnos de un sueño que absolutamente nadie esperaba. Pero basta por hoy de precauciones. Ahora vuelta a la trinchera con la esperanza intacta, qué digo intacta, reforzada tras este sobresalto con final feliz, mira que levante la mano el que no se acojonó con que anulaba el gol por fuera de juego de Félix...


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