jueves, 5 de octubre de 2017

Caballos en el exilio

Se ha convertido en tradición que nos toque un rival de Europa del Este, pero del este de cojones. No Rumanía y esas mariconadas. Más allá, donde uno no sabe si está en Europa o Asia y se cura en salud diciendo Eurasia. Sirvan como ejemplos previos el Astana o el Rostov. Además, como anécdota increíble en relación a la noticia, he de decir que vaticiné satisfactoriamente este emparejamiento en el sorteo de la Champions. Una rareza como el equipo que hoy nos ocupa, no podía escapárseme para ser protagonista por aquí. Así que con ustedes, ni más ni menos que el Qarabağ FK, fundado en 1951. El primer representante azerbayano en la fase de grupos de la Champions, aparte de ser el segundo club más laureado del caucásico país de Azerbaiyán (Land Of Fire, lo sabemos bien), tiene una peculiar historia mezclada con la guerra, que trataremos de repasar sin cometer ningún desliz. 

Cuando uno delimita las fronteras con el nabo, es decir, pensando en el interés político/económico del mandamás, suelen pasar cosas como la que cruza de lleno la historia del Qarabağ de Agdam. Armenia y Azerbaiyán son países vecinos, uno cristiano el otro musulmán, y el tío Stalin, allá por 1922, los dividió de forma que una zona intermedia, llamada Nagorno Karabaj, históricamente armenia, y de mayoría poblacional armenia, cayó del lado azerí. Se comenta que fue para congraciarse con los otomanos, de los que Azerbaiyán es aliado. Todo esto es algo muy condensado tras haber leído bastante sobre el conflicto. Esta disputa sin solución en pleno Cáucaso ya venía de finales de la I Guerra Mundial, pero con la aparición de la URSS y su fagocitación de repúblicas satélites, se relajó la cosa. Con los primeros síntomas de desvanecimiento de la Unión Soviética, aquello fue in crescendo, y estalló un conflicto que duró de 1988 hasta 1994, y cuyas heridas aún no se han curado. 

Cada uno le echa la culpa al otro, pero lo cierto es que en plena dinámica de declaración de independencias, la mayoría armenia se hizo fuerte en terreno azerbayano, mientras estos últimos realizaron varios levantamientos anti-armenios en otros lugares del país como respuesta a los rumores de celebración de referendums en la zona, además de quitarle autonomía a la región en disputa. La guerra, mientras los Balcanes ocupaban toda la pantalla internacional, terminó con la ocupación armenia de la zona suroeste de Azerbaiyán, Nagorno-Karabaj incluido, y la huida de miles de personas azeríes de su propio país a una zona más segura, lejos de la reconquista armenia. Entretanto, la región declaró su independencia bajo el nombre de República de Nagorno-Karabaj a finales de 1991. No hay más que ver las banderas de Armenia y esta república, no reconocida por la comunidad internacional, para constatar los claros vínculos entre ellas, ya que ese territorio es considerado una región histórica por los armenios. El Qarabağ de Agdam, ciudad que se encontraba en la zona afectada, logró hacerse con dos ligas azerbayanas a finales de los 80, cuando ésta aún era un torneo regional de la URSS. Posteriormente, logró una hazaña mayor: en el punto álgido de la guerra, consiguió un doblete histórico, quizá a modo de homenaje y despedida a la ciudad, que llegó a albergar más de cincuenta mil habitantes y que en ese mismo 1993 quedó reducida a escombros mientras supoblación huía hacia el este. He aquí un vídeo del último partido que se disputó en el hoy en ruinas (como el resto de Agdam) estadio Imarat, en las semifinales de copa de ese año 93. 


Afortunadamente nadie me pide estar de un lado o de otro ¿cómo estarlo al 100%? Yo lo que sé es que al final siempre pagan los mismos: el pueblo llano. Mucha gente aún se siente refugiada, y aun viviendo en condiciones aceptables, se desespera por no poder volver a pisar lo que un día fue su hogar. Fue el destino de Agdam y de otras localidades de esa franja que hoy en día, y desde que 'acabó' el conflicto, sirve de colchón entre la vida armenia y la azerí. ¿Dónde dejó esta pelea al Qarabağ FK? Poca broma es decir que perdieron a su entrenador de la época porque éste fue a combatir contra los armenios. Una mina se cruzó en su camino y desde entonces Allahverdi Bagirov es héroe nacional. No solo por ser mártir de la patria, sino porque colaboró en la evacuación de refugiados e incluso salvó a un prisionero armenio por haber sido compañero suyo. No es raro ver su rostro en banderas de corte nacionalista en Azerbaiyán ni en las gradas del Qarabağ.


Tras un breve paso por la localidad de Quzanli, cercana a Nagorno-Karabaj, terminaron instalándose en la capital Bakú. Luego de pasar años sin pena ni gloria, reverdecieron laureles y se han convertido en quien parte el bacalao en Azerbaiyán. Han ganado las últimas cuatro ligas del país, que les quiere porque representan una región perdida en una guerra reciente, con la exaltación nacionalista que eso conlleva. Detrás del éxito innegable, se erigen dos figuras. La primera la empresa alimentaria Azersun, mecenas del equipo  y que da nombre a su pequeño y nuevo estadio, aunque en Champions jugarán en el Tofik Bakhramov (el estadio nacional que homenajea al linier más odiado en Alemania Federal). La segunda, un factor futbolístico. La presencia en el banquillo de la antigua figura de la selección azerbayana Gurban Gurbanov. El máximo goleador histórico del equipo nacional gusta del fútbol guardioliano (veremos qué hacen contra nosotros), y dirige a un equipo que,  a diferencia de lo que solemos ver en las plantillas de esa parte de Eurasia, apuesta por el talento nacional. No obstante hay excepciones, y en sus filas tienen a dos jugadores españoles: Míchel Madera y Dani Quintana (pichichi en 2015). A mí el único que me ha sonado, y ya es mucho, es el lateral albanés Agolli, porque jugó en la Eurocopa 2016. Su mejor mejor jugador histórico es el ya retirado Mushfig Huseynov, con más partidos y goles que nadie.


Tras haber disputado desde los noventa esporádicamente torneos continentales, han accedido durante tres temporadas a la fase de grupos de la Europa League. Por fin este año han logrado cumplir el sueño del país, y jugar por primera vez la mayor competición de clubes del mundo. Para ello, irónicamente, tuvieron que eliminar al Copenhague, que les infligió un global de 0-10 en la Recopa de 1999. Una historia de superación, de caballos, como dice su apodo y su emblema, que galoparon para refugiarse de un fatal destino, y que aún sueñan con volver a su lugar de origen y sobre todo con hacer historia en la Champions 2017/18. Ojito.

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