Me gustaría tener más tiempo para pasarme por aquí. Quizá lo que ocurre es que me falta voluntad. O días de veintisiete horas. Pero hoy, tras dejar al niño en el colegio, y con incredulidad decidir qué hacer en la mañana libre que se me presentaba, lo primero que me vino a la cabeza, esta vez sí, fue mirarme en el espejo rojiblanco. Podría callar sin más. Nadie me ha preguntado. Pero no solo me apetece, sino que siento un deber para con mi equipo en esta difícil situación. Es fácil escribir en los días de vino y rosas, cuando todo sopla a favor, incluso cuando hay tropezones en un mar de tranquilidad y de poderío. Ahí es fácil buscar esos tres cuartos de hora a las once de la noche a costa de tener sueño al día siguiente. Todo vale con tal de glosar sobre nuestro equipo y su excelente estatus actual. Todo ello, eso sí, si nos situamos en el prisma de la era Simeone. En una suerte de paralelismo con los cambios más importantes de mi vida, el nacimiento de este blog mediante, llegó Diego Pablo al Atleti y todo empezó a mejorar en ambas partes de un todo, que somos el Atletiyyo.

Ahora es lo que importa, el Cholo es el primero en saberlo, y se percibe que hay mucha gente que duda, yo incluso en conatos de ira tras malos resultados, lo reconozco. Luego uno ve al Man United o al Arsenal y le da ganas de besar a nuestro argentino. Se atisban vacas flacas por vez primera con él, y antes que buscar la respuesta, seguramente errónea, me llama la atención la evolución del equipo. Obviando la destacable pretemporada (que sí, que eso es paja), ¡llegamos a ser líderes en solitario en la jornada 3! Y luego, el bloqueo. Tirar las primeras partes era un clásico, pero lo que antes era un comentario al final del boletín para bajar del sobresaliente, se tornó en una patología imperdonable en cuanto dejaron de entrar. Al menos se tocó fondo futbolísticamente, y todo comenzó a mejorar en cuanto a lo que entra por los ojos, las llegadas, la sensación de ir, ahora sí que sí, a por los partidos desde el inicio. Y justo cuando ya estábamos todos enchufados menos el gol, nos enteramos que se nos va Diego Costa, quizá para siempre. Otra vez nos la ha liado, quizá con consecuencias más dañinas que en Lisboa: este muchacho... El bajón del lagarto, con el mal agüero del Pizjuán mediante, se antoja como una de las causas principales por cualquiera de los expertos que somos, con todo el derecho, cada uno de los que tratamos de buscar una respuesta al problema de nuestro equipo. Este motivo se radicaliza fácilmente en falta de gol.


Podría ser un final perfecto para este divagar, aunque fruto de la impotencia por los resultados y por no encontrar una contundente respuesta en forma de revelación para hacérsela llegar a Diego Pablo, como contrapartida me invade una retahíla de largas preguntas retóricas: ¿Debemos continuar denormalizando las armas del Atleti primigenio del Cholo? ¿Y si el problema es el perfil de los jugadores elegidos para la posición que realmente desempeñan luego? ¿Y si el balón parado volviera a campar? ¿Y si nos quedamos fuera de la Champions? ¿Huimos hacia atrás o seguimos avanzando? Para, para, para; esa de retórica, nada. No nos queda otra que ser del Atleti, esto es, apretar los dientes y estar a muerte. Hablando de la parka. ¿Dónde está el bueno de Saponjic? Si no nos cuentan alguna verdad escabrosa, no me explico cómo no ha jugado un puto minuto con lo romos que andamos. ¿A que marca el gol decisivo contra el Lokomotiv?