Esa procrastinación, trufada de ocasiones de Cunha (yo confío en su mutación a killer aún), nos llevó a este indigesto y decepcionante punto, parón en seco a las expectativas de mejora del equipo. Una cosa es sufrir en San Mamés y otra hacerlo cuando estaba todo controlado, en tu campo, y posiblemente provocado por las fichas mal removidas. Griezmann fue un espectáculo, De Paul y su revalorización van viento en popa, el cuerpo de Lemar ya tenía mono de enfermería, o de hacer compañía a nuestro pobre capitán. Mención aparte Morata, que es mi delantero: me vale de sobra un tío así. El que a estas alturas pida un nueve mejor para aspirar a títulos a saber qué aspira él los viernes por la noche.
Vuelta a la desazón. Ahora pidamos que vuelva el 5-3-2, que vuelvan Savic y Giménez de lesiones, João (yo un poco sí, por curiosidad al menos), el poner los jugadores en su sitio, y ya puestos, el 4-2-4 de Quique... En serio, estoy muy perdido y triste con la sinuosidad que llevamos. Encima hoy se ha roto el bidón del Atleti que mi niño usaba para el deporte. Ha durado menos que él apuntado. Mal augurio, o más bien gran metáfora de nuestro equipo. La única buena noticia es que no estamos en la tabla tan mal como de la cabeza, aunque tras Heliópolis puede que sí. Todo es incertidumbre excepto que nos tangarán arbitralmente, y como eso no lo podemos controlar, solo queda jugar y ganar. Ya lo canta Robe, y quizá lo murmure Simeone a diario: "No sé en que parte de esta historia perdí el argumento primario". Esta locura transitoria ya dura demasiado...
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