sábado, 29 de octubre de 2022

Precholismo

Empezó el partido conmigo saliendo del pueblo en coche, en una metáfora de los oídos sordos que pretendía hacer del partido mientras tuviera coartada: hace tiempo que conduciendo en familia me doy grima poniendo el deporte. Descanso cuando paraba yo a repostar. 1-0 en el 1; lesionado Morata. Hasta los nombres de los que nos marcan suenan a broma. Bongonda. Una continuación del desfibrilador fallido del miércoles. Otro para mí por favor, y de pasó ansiolíticos y bebidas energéticas del Dia. Otra competición, igual despropósito en lo que yo al menos vi. Un Atleti descosido por falta de fe e ideas. Un resucitamuertos que de paso se echa una siestecita en cada ataúd. Ojalá no lo hubiera visto pero lo vi, cómo no iba a hacerlo. De hecho no estoy seguro de eso de que ojalá no lo hubiera visto. Fue llegar a una zona amigable y engancharme la última media hora de qué partido, mare de deus. Acordé con el Bati que no habláramos del Atleti hasta después del Mundial. Incluso me dije no volver a escribir en un tiempo pero es que no es para menos... Además, de algo te tienes que morir. Yo soy parte de ese escudo. Seguramente parte de la octava franja, la blanca de la izquierda que ya no está, algún puntito cerca del borde, huyendo de aglomeraciones. De algo te tienes que morir... Si fuera de cualquier equipo, por ejemplo del Cádiz, me habría parecido un partidazo, pero siendo del que soy me pareció una mierda. Incluso cuando atisbaba nuestro empate renegaba y me decía que no era suficiente. Que no podemos vivir tan al filo ni siendo el Atleti. Luego para coronar la sobredosis del 2-3 se pasa al 3-2. Pero al igual que el sistema, esto no es cosa de cifras ni números, sino de saber a qué jugamos y el escudo que se lleva en el pecho. No son días de hacer sangre, sino de hacer de plaquetas (pupas aparte), pero sí para decir que he visto cosas en esos veinte minutos gaditanos de otro Atleti que siempre recordamos con escalofrío y que poco a poco nos come terreno cuando parecía imposible: el Atleti precholo (el de primeros de siglo, vamos). Y me da miedo de pensar que ya no me da miedo que el Cholo se vaya, incluso pienso que se debe marchar a final de temporada. Es lo que tiene no sabe a qué se juega, cosa impensable en ocho de los últimos diez maravillosos años. Ninguno, incluido él, por supuesto, nos merecemos un final feo. En él está la solución y la respuesta a su debe de dar un paso al costado, desde fuera parece que sí. Aprovechemos este legado que nos estamos empeñando en empañar últimamente, y que como le dijo Gabi a Simeone, tanto costó construir. Volviendo a la temporada, ojalá se reconduzca esto, aunque sea por estadística, y si por favor puede ser sin tanta montaña rusa, mejor que mejor, que me van a reventar los tímpanos de tanto subir y bajar de las nubes. Forza Atleti.

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