miércoles, 29 de septiembre de 2021

Tocar el infierno con los pies

Anoche estos cabrones sacaron lo peor de mí. Normalmente la tomo con el rival, al que culpo por perder tiempo, porque su portero haga el partido de su vida, etc., pero sabiendo los abtecedentes y viendo el apabullante inicio del Milan y cómo nos desbordaron hasta la expulsión (eso ya me lo chivó el Bati, al que tuve en modo cordón umbilical) solo sentía impotencia y una preocupante ausencia de incredulidad en lo que veía. Yo tengo bula para no sentirme juzgado por nadie, porque soy el mejor seguidor del Atleti de la historia, así que reconozco que le eché un buen puteo al equipo, porque espero mucho más de ellos aun siendo realista. Lo bueno es que luego a veces suceden estos desenlaces y se le queda a uno cara de Theo Hernández, es decir, de muy bobo.

Lo cierto es que incluso con ese maná en forma de superioridad numérica, punto de inflexión absoluto en este partido, yo ni quería saber nada del mismo, porque una derrota era poco menos que quedarnos fuera de la mejor competición que jamás existió, si no que le pregunten al Sheriff o en la acera de enfrente. Precisamente el himno de la Champions, que activó algunas zonas erógenas al oírlo con tanto ímpetu de las gargantas rossoneras, me pilló recogiendo pizza de un italiano. ¿Sería transalpino o solo forzaba el acento? ¿Sería del Milan? ¿Lo sería al que vi por la mañana con una cami del 22 de Kaká en la piscina? El tema es que pronto volvieron los fantasmas y encima ya íbamos perdiendo con el gol del Roke Leao ese. Estaba harto de esa mala imagen porque no alcanzo a saber el porqué de la misma. O quizá porque todas las razones que supongo (falta de físico, falta de Koke, falta de sincronía, posible falta de minutos en muchos integrantes del puzzle) golpean ahora, que se supone que tenemos la mejor plantilla y tal. Además estaba de vacaciones. Sabía que este partido iba a ser clave pero casualmente me escondía en este pintoresco lugar que es Mojácar. Nada nuevo el que sea yo una maricona a la hora de hacerme el muerto (pero no en la Playa de los Muertos) y mirar a mis responsabilidades no futboleras cuando pintan bastos, pero es que uno cuando es padre va de vacaciones a refrendar su servidumbre y a estar pendiente del niño. Eso es así (con voz de Maldini, que el hijoputa decía en previa poco menos que si empatábamos era un hito, aunque viendo los primeros minutos no le faltaba razón).

Echando un poco para arriba la lupa, volvamos a la mañana del partido. Como siempre en estos viajes, uno encuentra fuego amigo. En esta ocasión, nada más plantar la toalla del Atleti, el socorrista me preguntó por lo obvio, y en esa reconfortante fraternidad hablamos de la época de nuestro Atleti que nos había tocado vivir, y de lo bien acostumbrados que han de estar los nuevos cachorros rojiblancos. Quizá eso es lo que me pasa a mí, que siempre lo veo todo desde el prisma deformado que mira desde el peor foso de la historia del club, vivido en mi época de mayor fervor, y uno ya atisba miedoso el principio del fin de este maravilloso viaje a la vuelta de cualquier córner. Quizá carezcamos de ese colmillo optimista de las nuevas generaciones, pero yo ya no puedo cambiar.

Me incorporé a la retransmisión al volver al apartamento, al igual que el gran AC Milan a la Champions (mi eterno equipo en la liga master de los buenos iss pro), con el fin de rendir pleitesía a los muchachos tras haber tratado de ayudar en sus cosillas al mío propio. Sé que se lo merecen mejor que nadie, que no haya equívoco. El caso es que llegué cuando la tragaperras ya estaba caliente y cayó el premio del empate. Doble si se piensa en el porvenir de el hombre del traje gris y su mutación, espero que inmediata, a l'enfant terrible. Y triple si uno ve buen rollo por parte de João para con el franchute. Eso mola. Pero para franchute, aunque ya quisieran ellos que fuera francés de Francia, Don Thomas Lemar. Arsène Lupin para los amigos. Siempre saca algo se su chistera. Luego un titubeante Lodi fue el que dio la asistencia, pero en la génesis estuvo nuestro mejor jugador más delineante.

Ahí ya apenas quedaba tiempo. Demasiao que habíamos salvado los muebles de una clasificación que se preveía y ve infernal. Pero aún tuvo tiempo el ACM de ponernos el culo prieto por dos veces. Luego el penalty. ¿Sería posible cagarla en un penal de nuevo con todo lo que nos jugábamos? La diferencia está en el tirador. ¿Cómo va a ser igual que lo tire él a otros también grandes jugadores que no son El Goleador? Bastante convencido de que lo enganchaba y así fue, casi sin querer, al mismo tiempo de una llamada espoileadora de las que me gustan a mí, porque si me llama alguien del Atleti en ese instante no va a ser porque lo marró. Luego el ortomano del turquito se encargó sádicamente de hacernos sufrir mucho más con su alargue pero finalmente, en el estreno de esa equipación tan Crash Dummy, volvimos a ganar al Milan en su campo, como aquel lejano y cercano al mismo tiempo 2014. Ojalá esta victoria signifique la mitad del cambio de rumbo que supuso en su momento aquella.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Lemar y sus amigos

Vuelven los colegios, el maratón de cumpleaños en mi familia, y volvía la liga tras la típica salida en falso. Yo me había hasta bañado en la playa por primera vez, para así exhorcizar este triste verano. Partido peligroso siempre el de la vuelta del parón, de los que parecen un duelo de videoconsola, con esos fallos humanos que la CPU nunca comete. Verdad, Savic? Pero dios me libre hoy de criticar a nuestro 4° capitán. A Mario, últimamente Horrible, Hermoso también. Lo cierto es que en cualquier caso ellos sabían a qué jugaban y nosotros no. Es lo que tiene este activo letargo y el meter a Griezmann con calzador. Y ojo, que estoy supermotivado con que haya vuelto, eh? Pero lo cierto es que RDT es muy bueno, y el Espanyol es el rival cabronazo por antonomasia, si no miren el historial. Ese primer gol de su temporada era más que merecido y meritorio, y ambos planteles habían puesto de su parte para llegar al vestuario así. 

Pero entró Lemar, el Camarón de Guadaloupe que ha mutado a Megalodón. Aparte de la agitación que lideró en el segundo tiempo, fue el autor de un gol justa e injustamente anulado a la vez. Thomas no se merecía esa mierda de línea gorda, puta mala pata.  Me jodió un montón, y al equipo, que había vuelto en tromba, también. De hecho yo sigo en fase de aceptación de esa decisión a sabiendas de que es dolorosamente acertada. Pero esos fueras de juego son irrisorios sea cual sea el color. De hecho en la Premier han cambiado el reglamento al respecto, y precisamente el Leeds-Liverpool revisaron y concedieron un gol similar. Lloros aparte, tomen nota. La primera reacción del francés con cara de bueno, principal damnificado tras ver como pa una vez que marca no lo dan, fue de palmas de ánimo para todos. No obstante ahí se aplanó el alza. Ya sabemos el impacto de un gol, no digamos ya la montaña rusa emocional de uno anulado. Es como yo anoche cuando me desperté de una pesadilla donde me despedían por bajo rendimiento. Algo así debió experimentar el Espanyol. Rival durísimo fuera y sobre todo dentro. Otro equipo que me empieza a caer gordo por cierto... Pero es que fueron máximos culpables de la desesperación que sufría en segundo plano. ¿Yo qué le hago? 

Así que lo dicho. La marabunta arriba dejó paso a una fase de toma de impulso donde se igualaron las fuerzas. Pero paulatinamente la apisonadora volvió. El empate lo marcó un auténtico jabato, alguien cada vez más habitual adyacente a esos apelativos, Yannick. Gol de rabia, de "por mis cojones" que esto entra. Como los que yo metía en uno de mis escasos picos de rabia. Cómo me gusta este belga espartano y sexy a la vez, con la "mirada de los mil metros" incluida. Luego seguimos picando, daba igual quién, porque para el Jay-Zimeone más que "99 problems" hay 99 soluciones, y por fin Thomas (alguien se acuerda de Partey?) celebró a gusto en ese mismo minuto. Yo a estas alturas desconfiaba hasta de mi sombra y ni lo hice, pero vaya si me alegré. Encima ver la cara de tonto que le quedó a Diego López y la queja de estos cabrones que perdían más tiempo que el Atleti en Múnich no tiene precio. Eso sí, a mí el alargue me pareció excesivo para los cánones actuales, así que no me pongo de acuerdo ni con los atléticos ya. Ni falta que hace.

Últimamente, entre los goles in extremis y que me vi el documental que ha salido en Amazon Prime sobre el campeonato, siento que seguimos en esa ola de optimismo loco, pero ahora con el polizón Antoine en el barco... Por ahora démosle de comer aparte al colega de Lemar, al que seguro perdonaremos si no lo hicimos ya... En fin, como si la temporada pasada no hubiera sido suficiente, otra palada de tierra más sobre el mito del "pupas", pero todos sabemos que la sosa cáustica que desintegre ese mal solo pasa por Europa, y pallá que nos vamos Wanda mediante el miércoles.