Triunfo vital en un estadio en el que nadie ganó la temporada pasada en esta competición (incluido el Atleti). El equipo salió a por el gol y no dosificó tanto como en otras ocasiones. Menos mal que fue así, porque se notaba que ellos nos tenían ganas y si el árbitro (que anoche el pobre fue un chimpancé con revólver) no les hubiera anulado un gol a todas luces legal, quién sabe qué hubiera ocurrido. Vi la jugada a posteriori (mejor no les cuento lo que estaba haciendo), y ese tipo de saltos donde el jugador defensor se desploma no deberían pitarse con tanta sensibilidad, que esto es fútbol joder. Además en este caso ni siquiera se cae Filipe... Estoy seguro que arbitrar es sumamente difícil, aunque hay cosas incomprensibles. Pero tranquilos, que luego pitó un penalty de risa floja que Oblak detuvo en un diorama conmemorativo en el que Guardado hizo de Thomas Müller y Eindhoven de Münich. Giménez volvió a ser el autor (in)material del mismo. Hubo más errores, y en esa ensalada de malas decisiones arbitrales del primo de Mister Bean (Martin Atkinson), el Atleti por fin rompió el cerocero de los tres partidos que llevamos este año contra los holandeses. Saúl-San dio una patada de kárate para descerrajar un tirazo imposible a la derecha de Zoet. Durante todo el partido, los nuestros fueron un dechado de entrega y omnipresencia, aunque una interpretación del contraataque un tanto chata no fue suficiente para silenciar a un rival correosísimo, que peleó hasta el final agarrado a los testarazos de Luuk De Jong (no confundan con Nigel). Este PSV es tan incómodo como piel púbica un día después de un depilado a cuchilla, un trocito de carne que se amotina entre dos molares o los chistes sobre las Copas de Europa del Atleti... y toda la culpa la tiene la nariz respingona de Cocu, su técnico. Es un gran equipo sin puntería: yo creo que en el Phillips Stadion no gana el Bayern que, ahí es nada, precisamente es nuestro próximo rival. El único lunar, la nueva lesión del capitão Tiago, que hasta ahora estaba siendo un suplente de lujo. Tot ziens!
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miércoles, 14 de septiembre de 2016
martes, 23 de febrero de 2016
Meneer Frits y el PSV
15 de enero de 1911, un crío de cinco años, protagoniza el saque de honor del primer partido del Philips Elftal (Equipo de la Philips en neerlandés) y embrión del club al que homenajeamos hoy, en víspera de un choque de la máxima competición continental: el PSV Eindhoven. Pero en esta ocasión, más que un equipo, que por cierto comparte el ser originario de una fábrica con nuestros amigos del Bayer Leverkusen, nos centraremos en un icónico personaje que es precisamente ese niño, que estaba en el primer partido del equipo de su vida. Señoras y señores, con todos ustedes, el PSV Eindhoven y Frederik Philips como hilo conductor de la historia (nunca mejor dicho dado a lo que se dedica la empresa holandesa).
Frederik Jacques Philips (Frits), era sobrino del fundador del gigante electrónico holandés. La empresa y su crecimiento desde comienzos del siglo pasado fue paralelo al de la sureña ciudad de Eindhoven, estrechamente relacionada con la misma. Hace un rato hemos hablado de un partido inaugural del equipo de la fábrica, pero como suele pasar en muchas ocasiones, la fundación como tal del Philips Sport Vereniging se produjo dos años después, tras unos actos conmemorativos del centenario de la independencia de los Países Bajos. Hasta quince años más tarde no se permitió formar parte del equipo a jugadores que no fueran trabajadores de la empresa. No obstante, eso no limitó la capacidad de este laureado club, que en los años veinte ya jugaba en primera división de la Liga de Fútbol de los Países Bajos. Se proclamaron campeones en 1929, y fueron creciendo como club hasta llegar a participar en la primera edición de la Copa de Europa. Además, desde que la Eredivisie nació en 1957, es uno de los cuatro que nunca han descendido de categoría.
El mismo año que el PSV ganaba su primera liga, Frits Philips recibía su grado en ingeniería. Poco a poco fue asumiendo responsabilidades en la empresa, y la II Guerra Mundial marcó un punto de inflexión. Su padre y su tío tuvieron que huir a Estados Unidos. El señor Philips tuvo que quedarse al mando. Durante este periodo, en el que la factoría fue secuestrada por los invasores, trató de salvar al máximo número de judíos que podía, retrasando su deportación argumentando que eran mano de obra indispensable para mantener la productividad de la fábrica, lo cual interesaba a los militares alemanes. Por ello fue condecorado por la institución Yad Vashem "por arriesgar su vida para salvar judíos durante el Holocausto". Fue hecho prisionero cinco meses por los nazis durante una huelga, y la amenaza con su ejecución fue el motivo de que ésta cesara. De 496, sobrevivieron 382. ¿Cualquier persona en su lugar hubiera hecho lo mismo? No lo sé, pero lo cierto es que según todas las fuentes fue un hombre precursor en el buen trato al trabajador, quizá debido a que desde joven formó parte del Oxford Group, un colectivo que abogaba por poner fin al egoísmo en la tierra y blablabla. Sería de campo de concentración hacer este artículo aún más soporífero. Sigamos con el fútbol para tratar de remediarlo...
Tras un ganar su cuarta liga a mediados de los sesenta, un bache institucional finalizó abruptamente con la nueva década. Y a partir de los setenta fue cuando realmente el PSV se convirtió en un equipo puntero en Holanda y un clásico de las competiciones europeas. Desde entonces siempre han jugado alguna de ellas cada año. Además, en 1977 ganaron su primer título continental: la UEFA, eliminando en semis al Barça y en la final al Bastia por un contundente global de 3:0. Pero lo mejor estaba por llegar, y de la mano de Guus Hiddink, once años después, fueron el tercer equipo europeo en lograr el triplete. Arrasaron en liga, ganaron la copa al Roda, y en la final de la Copa de Europa honraron la maldición de Bela Guttman derrotando al Benfica en la tanda de penaltis tras no abrirse el escoro en todo el partido. De hecho, fueron uno de los campeones más pírricos, no ganando un solo partido desde cuartos, pero que se lo digan a la Quinta del Buitre... Van Breukelen se erigió en héroe tras parar el único penal fallido de la tanda. Otros nombres destacables eran el capitán belga Eric Gerets, el danés Heintze o un joven Ronald Koeman. No todo iban a ser florituras y jogo bonito. Sin embargo, en los noventa, el PSV se convirtió en escaparate europeo de dos de los más magníficos goleadores de la historia: Romario y Ronaldo comenzaron su andadura al otro lado del charco en Eindhoven. Ya que estamos hablando de individualidades, otros nombres destacados en la historia de los boeren (granjeros), son hombres como Ruud Van Nistelrooy, Arjen Robben, Philip Cocu (su actual técnico), Willy van der Kuijlen (más partidos y goles), Willy van de Kerkhof (bi-subcampeón del mundo) o Coen Dillen, que ostenta el récord de goles en una sola temporada de Eredivisie con 43. Además, el que más y el que menos se acordará del inestable Mateja Kezman y su nebuloso paso por el Manzanares.
Y ya que indefectiblemente hemos mencionado nuestra casa ¿qué hay de enfrentamientos entre estos dos equipos rojiblancos? Pues no hay que remontarse mucho, solo unos ocho años, para mencionar el doble enfrentamiento que vivieron en la fase de grupos del retorno a la Champions del Atleti tras más de una década de sequía. Los resultados fueron inmejorables. El primer partido, en el Philips Stadion, fue un repaso del Atleti de Aguirre, con doblete del Kun y gol de Maniche. Recuerdo que me perdí ese partido porque tenía un examen de Teoría de Autómatas y Lenguajes Formales pero nada más montarme en el coche, Paco González avisaba de que el Atleti iba ganando, y así toda la hora de camino. Otra victoria, pero en un escenario absolutamente peculiar, se vivió en el segundo partido. Ganamos 2-1 en un Calderón vacío porque el gilipollas corrupto de Platini lo cerró tras disturbios con los putos ultras del Olympique de Marsella. Eso no fue excusa, y en una lección de fidelidad, más de mil colchoneros animaban al equipo desde el exterior. Como se oía en la radio... se me ponen los pelos de punta.
Más atrás, haciendo alarde de mi absurda memoria para todo lo relacionado con el fútbol, recuerdo un Teresa Herrera (tenía 10 años) en que nos enfrentamos a ellos (2-2). Cuántos partidos he visto en el Bar Onix... ¿Tú te acuerdas Amador? Disfruten viendo a Vieri, Cocu y cía en este enlace. Por si esto fuera poco, los Rood-Witten nos ganaron el Villa de Madrid del 84. Se jugó a tres bandas entre nosotros, ellos y el Sporting de Portugal. Nunca entenderé por qué defenestraron este precioso trofeo, que no se disputa desde 2003. En esta ocasión ya me han hecho el trabajo. Resumiendo, en un partido con gresca al final, y que acabó en empate a un gol, los holandeses se llevaron el torneo, disputado por primera vez en formato triangular. Les aseguro que no tiene desperdicio la crónica que se hace del partido en el enlace de más arriba.
A la vez que el PSV se iba consolidando como un grande holandés, incluso haciendo sombra al todopoderoso Ajax, Meneer (Señor) Frits (como era llamado cariñosamente) ya había tenido tiempo de ser director de la empresa nodriza por diez años, y seguir vinculado a ella como supervisor hasta 1977. Posteriormente, no paró de aprovechar su bonanza económica para beneficiar a la ciudad. Fundó la universidad técnica, invirtió en una sala de espectáculos, así como el Evoluon, una especie de domo futurista que pasó de museo a centro de conferencias. Siempre gozó de popularidad en todas las capas sociales, lo que le valió para recibir varias condecoraciones. Un tío con visión de negocio (los japoneses nunca le comieron la tostada) y además campechano, lo cual no es fácil de compaginar. Tanto sería así, que para sus cien años, la ciudad de Eindhoven promovió unos actos para renombrar por un día varios edificios, incluso el propio nombre de la ciudad con el nombre de nuestro amigo. Ni Kim Jong Un vamos... Así, el 16 de abril de 2005, ésta paso a ser Frits Philips Stad por un día. Hasta se acuñó una moneda especial para la ocasión... Eso sin contar que ya de por sí muchos lugares llevan su nombre permanentemente.
Un hombre que sabía hacer dinero y ser comprometido con su ciudad, y que sobre todo, nunca dejó de seguir al equipo de sus amores. Lejos de los palcos vip, siempre apoyó al equipo desde el asiento 43, fila 22 del sector D. Lamentablemente, pocos meses después de esos multitudinarios actos, la salud de Frederik dijo basta, y falleció el 5 de diciembre. Fue homenajeado en el siguiente partido disputado en el Philips Stadion, un PSV-Fenerbahçe de Champions con un minuto de silencio y la victoria de su club por 2:0. Su localidad desde entonces permanece vacía a modo de agradecimiento póstumo. Además, se erigió una estatua en su honor en el centro de la ciudad. El mismo año de su defunción, el capitán Van Bommel, levantó junto a él el último título de liga que el bueno de Frits presenció desde su butaca. Siete hijos, 22 ligas, 9 copas, una Copa de Europa y una UEFA le contemplan.
Una biografía cuando menos llamativa la de este señor, que en unos tiempos de jeques, inversores chinos, y lo que es peor, presidentes que incluso siendo de la casa no gozan de la popularidad ni de los valores adecuados para el fútbol romántico, estuvo altamente vinculado a su club y a su empresa, hasta el punto de llamarme la atención tanto que ha eclipsado la descripción de nuestro próximo rival. Vaarwel Meneer Frits.
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