lunes, 18 de marzo de 2024

Bajar

La primera parte ni la vi por la hora, al cuarenta iba 0-0, refresco al minuto y 0-1 con gol del niñato (no lo pienso ver). Una puñalada al páncreas fue eso, lo reconozco. Es ver esa puta cara afeminada me da ganas de vomitar y de pensar mil torturas. ¿A quién coño se le ocurre no poner cláusula del sentido común a este capullo cuya única motivación es jodernos? Y ¿a quién coño se le ocurrió fichar a ese tío dilapidando lo de Griezmann en vez de hacer un Simao-Forlán 2.0? Luego que sí, que muchas jugaditas, lo sabíamos todos, y muchos no nos quejaríamos, porque por algo se la habrían jugado tantísimo. El mayor error de la historia del Atleti.  Tuve el descanso para aclimatarme, y el puto Bati me sedó, y quizá también al propio equipo, con sus palabras de que estaba "convencido de que lo ganábamos". Que estaba "tranquilísimo" y demás mierda. Yo también esperaba un empatito, o mejor dicho, lo firmaba con sangre de otro sí hacía falta, así que me quedé incrédulo cuando llovieron los goles. También es verdad que las contundencias fueron un tanto dispares esta vez, pero el baile fue considerable. No me gusta nada esta sensación prepandemia de estar aún peleando la clasificación para la Champions y la propia competición, aunque esos cuartos sean gloria bendita. En ese trabalenguas nos podemos quedar sin lo uno ni lo otro. Dos semanas para descansar, si acaso hacer un calendario en sucio y escribir algo sobre la historia del Borussia Dortmund y de paso practicar mi alemán. Algo me dice que nos enfrentaremos de nuevo a estos cabrones, que ayer también vestían de amarillo, antes de que acabe la temporada, así que más le vale al Cholo comprarse una chaqueta nueva, para tener manga para los ases que nos harán falta si queremos hacer algo ilógico. Así estoy yo de pirao: por un lado sueño con ella y por otro veo chunguísimo quedar cuartos.

jueves, 14 de marzo de 2024

El opio del Atleti

Cádiz, tan presente en mi vida últimamente, fue una daga que neutralizó mi mono de Champions. Me dejó indolente, tristón a lo sumo. Incluso llegué a afirmar, sin arrepentimiento, que se podían meter la eliminatoria por el culo tras los esperpentos fuera de casa, tan grandes que, para compensar en esta cábala infinita que es el propio Atleti, no descartaba pasar a pesar del equiparro que era (y es) el Inter. Eso sí, faltaría más, ahí estaba yo con mi pantallita, jugándome una multa de Tebas, preguntándome a cada respiro que me tomaba en saques de puerta y demás el cómo sería estar ahí para vivirlo in situ. Para ser lo que fue esta noche inolvidable, no sufrí demasiado. El gol de ellos lo vi entrecortado y ya en repetición, con lo que la punzada fue menor. Luego el empate rápido. Se podía... aunque poco, y sobre todo, faltaría más, nunca di la espalda, me crecí paulatinamente, y aunque vi que los italianos eran mejores que nosotros durante gran parte de incluso la vuelta, y que por ratos no jugamos ni un pimiento, le echamos unos huevos como los que le agarraron a Savic, sin roja (al revés todos sabemos qué hubiera pasado) del Thuram este que ayer fue un bluff. Esta competición, de nuevo para bien o para mal, es lo mejor de la vida, y su picor en mi pecho iba haciendo efecto de forma inversamente proporcional al infiltrado tobillo de Antoine. Pero los cambios fueron buenos (hoy no es día para putear a nadie). Los escopetazos de Memphis atisbaban el paraíso. Luego la fallada de Riquelme (le falta músculo a este chaval pero le sobran pelotas). Ahí no podíamos evitar mirar a hace dos años, el City, y seguramente se preguntarían algunos si bastaba con darlo todo y llegar a la orilla ahogados, yo ni tuve tiempo para eso... Llegados ai rigori, a los que llegué con la mente limpia y con un año de Duolingo italiano a mis espaldas, yo SIEMPRE confié en Oblak como parapenaltis. Con él me vale siempre. Estos trances, para bien o para mal, son más llevables en el directo que cuando los imaginamos. Cuando estamos insultando a los tiradores rivales y apoyando con palabras a los nuestros, fruto de la desesperación, no hay tiempo para tanta angustia. Si acaso la cosa como anoche fluye bien, vaivenes, gritos sordos sin lágrimas, ansiedad desatada y finalmente felicidad sucia.  Hacemos lo que no hace nadie, ya sea para lo fatal o para maravilloso, como fue el caso anoche. Algo adictivo, para querar más, el año que viene y por supuesto éste. Hoy no hay espacio para los efectos secundarios de esta droga. Hoy, al contrario que en la víspera, lo que me da igual es la Copa del Rey, me da igual hasta la liga (esto serán pocas horas), me da igual todo, con tan solo poder vivir otro sorteo, donde los guiris y los nazis enteraos nos ningunearán como siempre, con lo que eso me gusta y jode. Esperemos, por diossss, que sin un puto español como rival, al menos en cuartos, y a disfrutar, al menos, de otras dos pipas bien cargadas de nuestro opiáceo orejón favorito, y al parecer también el de los jugadores, porque estos cabrones se estaban reservando para hoy en cuerpo y mente. 



viernes, 1 de marzo de 2024

y te rendiste en febrero...

"...Primero, te quiero, igual". Viendo el percal, el puto Calamaro me llevaba viniendo a la cabeza hace tiempo ya con ese fragmento que titula. Borrón y perdemos la cuenta de las veces que nos quedamos sin Copa (creo que la vez desde que la ganamos con mayor intervalo sin volver a ganarla). Máxime en esta ocasión con, a pesar del repaso que nos dieron, unos rivales que hacían a uno relamerse con el panorama de estas semis fatídicas. Esa sensación de fracaso, porque podríamos haberlo hecho perfectamente, es la peor. Como estamos chalaos, y agarrándonos a variopintos talismanes, a una idea feliz del Cholo o qué sé yo, pensábamos poder remontar tras la aciaga ida pero... Yo es que cada vez que lo ponía veía un chicharro ghanés. Estas historias se las llevan los que salen convencidos de lo que tienen que hacer, que decía Luis, y eso solo lo hicieron ellos excepto algunos ratos en la ida. Yo pensaba de todas maneras que daríamos la cara, pero tampoco. Eso agudiza el dolor. Ahora el luto atípico de estos trances, que no son tan frecuentes. Esta pérdida de rumbo y/o incompetencia puede hacer al equipo enfermar del todo y perder "lo que le importa al club", que es esa Champions que tanto queremos jugar pero que yo, a día de hoy, tengo derecho a decir que me importa bien poco. Lo que sí me da pavor es la deriva que pueda tomar esto, que a Griezmann le haya dado el viejuno de golpe, la plaga infinita de lesiones, cruzar el umbral del Metropolitano para competir... En definitiva, a lo que nos ha enseñado este mes, por muy ventajista que suene ahora. Para eso me llevo los disgustos que me llevo. La Titoneta ya llegó a la ría de Bilbao zozobrante y ni llegó a puerto. Habrá que repararla a su debido tiempo y considerar cuándo hay que sacarla, no sea que se pudra a desdichas como la gabarra esa de los cojones y acabe acompañando a los restos aún calientes de la gitana estafadora. Nos la tenían guardada, como siempre, pero hay que reconocer el abuso. Espero que se nos den motivos para creer, porque yo nunca comulgué con el milanés y fundamentalista lema del "nunca dejes de creer", y con esos adjetivos sobran más palabras. Se cierra esta copa con buenos y vibrantes recuerdos, incluso del buen encuentro de ida. Pero anoche me costó horrores no darle la espalda al equipo. Ni me quiero imaginar a los héroes que se plantaron allí. A cauterizar esta imborrable herida, directamente proporcional a la ilusión depositada. Pero tengo claro que se mejorará no con eliminar al Inter, sino con ganar en liga como solíamos. Necesito tiempo, pero sí me ha dado ya para a reflexionar y certificar que no sabría vivir sin mi Atleti, ese que ayer vestía tanta historia, pero que la hizo por su pusilanimidad.