martes, 24 de septiembre de 2019

Los hijos del ferroviario


La mayoría de clubes de fútbol surgieron a finales del siglo XIX y principios del XX. Gran parte de ellos a partir de colectivos ya existentes: estudiantes, hombres de negocios, agrupaciones deportivas que se expandieron al balompie, y también, por supuesto, los propios gremios de trabajadores. En ese ámbito post-revolución industrial no es nada raro que surgieran múltiples equipos relacionados con el sector del ferrocarril en todo el mundo: en África el Clube Ferroviário de Maputo en Mozambique o el Clube Ferroviário de Luanda (Angola); en Sudamérica los brasileros A.F.E. de Araraquara, Nacional Atletico de São Paulo y el Ferroviário Atlético de Fortaleza; en Argentina Rosario Central, Talleres de Córdoba, Ferro Carril Oeste (encuentren al Mono Burgos en la foto), Club Ferrocarril Midland ó Club Atlético Central Córdoba. Ni que decir tiene que los más íntimos orígenes del Peñarol uruguayo se hallan en la Central Uruguay Railway Co., incluso se dice que sus colores son en honor a la 'Locomotora Rocket'... Otros países de latinoamérica no escaparon a la influencia (Bolivia, Chile, Ecuador...). El tren no para. En Asia el coreano Daejeon Korailel japonés JEF United, el Pakistan Railways F.C. de Lahore, el indio Eastern Railway F.C. de Calcuta o el laureado Kigwancha Sports Club norcoreano. Turquía también tiene su vagón particular con el capitalino Ankara Demirspor. Incluso en Oceanía existen referencias de un club amateur llamado Lokomotiv Cove, llamado así debido a su vínculo con los trenes como medio de encuentro para los entrenos. Si nos vamos a Reino Unido, donde empezó todo, el ejemplo más evidente es el Manchester United, que comenzó como un equipo de trabajadores de la Newton Heath Lancashire & Yorkshire Railway. En las islas también encontramos al humilde Harrogate Railway Athletic, cuyo estadio además se llama Station View. En España encontramos los ejemplos de la madrileña (extinta en 2007) Agrupación Deportiva Ferroviaria y del malagueño Atlético Estación de Cártama, que si bien desconozco sus más profundos orígenes, pertenece a una población que creció entorno a una estación de tren. 

Conforme nos aproximamos a Europa del Este proliferan más este tipo de equipos. Lech Poznan en Polonia, el Debreceni húngaro, y en Rumanía CFR Cluj, CFR Timisoara y Rapid de Bucarest. En Macedonia a los del Rabotnicki les apodan los railway boys, por algo será... Y es que mención aparte merece la antigua Yugoslavia con los "Željezničar", clubes balcánicos cuyo más conocido representante es el de Sarajevo, con permiso, eso sí, de sus "hermanos" de Maribor, Liubliana o Subotica. Aquí ya nos vamos acercando al meollo: Zagreb, Dresden, Leipzig, Sofia, Plovdiv, Ruse, Mezdra, Tbilisi, Tashkent, Kiev, Donetsk Košice... y por supuesto Moscú. Partiendo del marco previo: ¿qué mejor contexto socio-cultural para asociar el trabajo a la actividad lúdica como los países de influcencia soviética? (en el término más amplio y permisivo de la palabra). Los equipos con el acrónimo Lokomotiv (como los últimos mencionados) tienen un inequívoco origen ferroviario, que abarcaba desde los propios trabajadores al mismísimo ministerio de transportes de la extinta URSS. Si uno ha resaltado en el panorama europeo en algún momento, ese es el moscovita. Nuestros rivales rusos fueron fundados en los años veinte. Su primera representación fue con trabajadores de la línea Moscú-Kazán (pero ellos no tendrán tanta suerte como el Rubin). Tras varios renombramientos, incluido uno llamado Club de la Revolución de Octubre, en el 36 pasaron a llamarse tal como les conocemos en la actualidad. Siempre a la sombra de Spartak, Dinamo y CSKA, esto es, el equipo del pueblo, el de la policía y el del ejército respectivamente, no brillaron en exceso en los torneos que aglutinaban a todos los países de la URSS. El Loko, siempre con el Torpedo (del gremio del automóvil) como rival cercano, no obtuvo más que dos copas y un subcampeonato de liga. En los años sesenta disfrutaron de una leyenda, campeón de la primera Eurocopa de Naciones con la CCCP, y jugador con más partidos en el equipo: Valentin Bubukin.

No obstante, los días de gloria se reservaban lo mejor para la llegada de la nueva Rusia. Concretamente entorno a 2002 se produjo el principal punto de inflexión. En primer lugar se mudaron a un nuevo estadio, actualmente denominado RZD Arena. En sus alrededores puede verse una gran locomotora, muestra identitaria como pocas. Además en ese año alcanzaron su primera Premier rusa en un final de infarto. Revalidaron título a los dos años, y volvieron a conquistarlo en 2018. Todo ello aderezado con varias copas de Rusia. Este auge les ha permitido ser relativamente recurrentes en competiciones europeas, aunque sus principales logros continentales son de finales de los noventa, con dos semifinales de Recopa consecutivas. Casi todos los triunfos tienen un denominador común: Yuri Siomin. El recurrente técnico sin cuya existencia no podría concebirse al "quinto equipo" de la capital rusa. Se encuentra en su cuarta etapa dirigiendo la entidad. Otras dos leyendas son el one-club-man uzbeko Vladimir Maminov, con más partidos, y Dmitri Loskov, el máximo goleador con amplio margen en las filas de los krasno-zelyonyye.

Con tanto trasiego por Europa, era raro que no tuvieran el honor de enfrentarse a nuestro Atleti. Pues sí, ni más ni menos que en tres duelos. En el extraño formato de la Europa League en la temporada 2007-08, nos enfrentamos a ellos en su estadio, en un partido loko que terminó con empate a 3 sobre la bocina. Gran gol que metió el Kun ese día para abrir el marcador (encima lo comenta Andrés Montes)... El destino quiso que se repitiera emparejamiento diez temporadas después, en octavos de final del mismo torneo, con goleada en ambos partidos. De la ida hay crónica y todo. En la vuelta, golazo absoluto de otro innombrable como Antoine, que manda huevos que no fuera parte del top 10 de goles oficial de la competición. El buen estatus de la modernizada liga rusa, ha hecho que los susodichos participen en Champions por segundo año consecutivo, y nos veremos nuevamente las caras. El gran Maldini dice que es probablemente el peor equipo de la competición, así que habrá que estar atentos, que nos conocemos ante los debiluchos. Corluka capitaneando, João Mário, Fedor Smolov, Farfán, Krychowiak, Höwedes, Éder (el que le dio la Euro a Portugal y la última liga al Lokomotiv)... Algunos nombres conocidos sí, aunque ya lejos de los focos.

Trenes y fútbol: definitivamente hay química, no solo por el origen de muchos equipos, ni porque la compañía de catering y coches-cama Mitropa patrocinara el trofeo homónimo, uno de los precursosres de la UEFA. La relación trasciende aún más por ser algo tan frecuentemente cercano al aficionado, ya sea por proximidad de las estaciones al estadio o por su necesidad para llegar a él. No se puede entender la proliferación de este bendito deporte sin la ayuda de las locomotoras y las vías de acero. En Gran Bretaña los trenes fueron clave para los desplazamientos masivos desde principios de siglo, actuando como aplanador de clases. Los fans forasteros podían permitirse un viaje adaptado a casi cualquier bolsillo. Luego en los setenta y ochenta vino el hooliganismo y el auge de los Football Specials. Eran trenes de fin de semana cargados de supporters enloquecidos, que cobraban más sentido que nunca para evitar líos a pasajeros ajenos al partido o las escaramuzas entre radicales. Prueba de ese vínculo son los nombres de algunas facciones radicales guiris como The Inter City Firm del West Ham o la Leeds Service Crew. Qué aroma a emboscada rezuma cualquier estación de tren en las pelis hooliganescas...

Circulan además historias mágicas, como el extinto tren del gol de Cádiz, que incluso dio lugar a un programa de radio. ¿Cuántas más habrá por ahí que se nos hayan escapado en esta entrada? Si hasta el estadio del Tatran Cierny eslovaco está literalmente pegado a una vía de tren, que pasa con indiferencia para los presentes por la fuerza de la costumbre... Decir antes de sacar un pañuelo rojiblanco por el andén a modo de despedida, que este artículo es a día de hoy el más largo en el tiempo, ya que mi idea era haberlo publicado la vez anterior que nos enfrentamos al Lokomotiv de Moscú. Al final, gracias a la buena mano de Wesley Sneijder en el sorteo, el trabajo ha valido la pena. Solo falta colarnos antes del silbido y engañar al revisor para estar en octavos. Do svidaniya!