martes, 13 de mayo de 2014

Pre(-)tensiones

En estos días me estoy  dando cuenta de que me afecta mucho, por no decir demasiado, el devenir del Atlético de Madrid. No rindo bien en el trabajo, me despisto con la pareja, me cuesta pensar en otra cosa coño. Por más que rehúya el tema siempre es recurrente hablar del puñetero Atleti (ver el vídeo del final). Estoy cansado mentalmente, y me avergüenzo por ello... Hace poco, hablando por internet de la actualidad deportiva con un compañero a miles de kilómetros de distancia, éste me preguntó con tino: "¿Acaso tienes acciones en el Atlético de Madrid?". Mi respuesta, fue: "sí, acciones espirituales". Detrás de esa etérea y fundamentalista respuesta se esconde una pasión absolutamente sólida e ingobernable. La misma que me impulsa a hacer cientos de kilómetros para ver el partido en cualquier estadio o televisión a tiro si el cuerpo me lo pide. Tal pasión que me hace ocupar un jugoso porcentaje de mi tiempo en ensoñaciones de todo tipo mientras pasa el tiempo entre final y final, y que incluso últimamente me hace dejar de ver encuentros decisivos con cualquier excusa por no aguantar tanto estrés, a lo Gil Marín dando vueltas por la M-30. Luego me cachondeo de los semanasanteros o me sorprende la devoción de los norcoreanos a su líder. ¿Acaso yo estoy libre de pecado? Yo elegí, quizá desde la inconsciencia de un niño al que solo le llamaba la atención la sonoridad del nombre o los colores de la camiseta, una causa que en mi tiempo más que nunca se posiciona como lo utilitario, lo mundano, la tía buena sin medio kilo de maquillaje, el sexo con aliento mañanero, con sus pros y sus contras. Sea como fuere, elegí ser Steve Rogers en vez del Capitán América, cosa que como dice el gran Anyzed, no suele ocurrir. No obstante, no me creo un aficionado superior por ser del Atleti, cada palo que aguante su vela, pero es que esta vela alumbra más que ninguna joder... El escenario que se plantea es el más épico de los posibles. Gane el que gane será justo vencedor. Sabíamos a qué nos ateníamos de no ganar el pasado partido. El que diga que no se quedó frío miente como un bellaco. En mi opinión hubiera sido insuperable hacerlo en casa, pero el destino es juguetón, y nuestro Atleti también. El que más y el que menos, sabe que es el más difícil todavía. Condicionantes por doquier que se antojan favorables al rival que mejor ni pensarlos, ¿porque qué importan cuando en medio está la ilógica rojiblanca? ¿Cuántas veces este año nos hemos visto en situaciones límite y el equipo ha dado la cara? Exceso de confianza cero, pero a este equipo le va la marcha y nosotros, aunque agotados, hemos de seguir confiando. A mí no hace falta que nadie me lo diga: si no creo en este equipo, difícilmente voy a creer en nada en esta vida. Este conjunto de preguntas retóricas y contradicciones no son más que una excusa para pasar el tiempo mientras el reloj camina lento hacia las 18:00 del sábado... No va más.

Al acabar ese duelo, se sabrá el ganador de una liga que al principio daba risa floja el pensar conquistar. A cualquiera que lo hubiera dicho con firmeza allá por octubre le hubiéramos puesto la camisa de fuerza... Y ahora sería la guinda, sin ella, todo tendría menos sentido. Dejaría una sensación de vacío y cara de gilipollas importante. No sería un triunfo, sí sería loable, memorable, excelente, pero le faltaría el premio eterno, que no el sello de grandeza que yo por ejemplo guardaré (más allá del resultado). Eso de que "del subcampeón no se acuerda nadie" es una verdad a medias. Lo entiendo más bien como una herramienta motivadora que como una verdad, por mucho que la diga Don Luis entre otros. Yo sí recordaré a este gran Atlético, igual que nos acordamos del que perdió hace cuarenta años la copa de Europa. Y como muchos futboleros recordamos al EuroDepor, a la Hungría del 54, al Leverkusen del triplete de subcampeonatos, al Valencia de las dos finales de Champions perdidas o al Brasil del 82. Mas no es menos cierto que cada vez son menos los románticos como yo... Es innegable que sería un palo, y a ratos tengo miedo de que esto no se vuelva a producir en años y lo dejemos escapar tras tenerlo tan, tan cerca. Estaría igualmente agradecido, que no feliz. Y esa malévola opción está ahí, de hecho todo el mundo ajeno ya no confía en el Atleti, que a la primera que ha marrado ya vuelven a torcerle el rostro. En contraposición: ¿Y si se consiguiera cuando solo queda un paso? En un escenario tan mítico... Creo en la motivación de Simeone y en que no les temblará el pulso en este envite definitivo. Honor y sacrificio ante todo, así se saboreará mejor el desenlace. Yo mientras visualizo a Filipe llorando, al Cholo aplaudiendo a los jugadores al terminar, pero no sé si por haber ganado o por haber perdido. Lo que nadie nos podrá quitar es los buenos ratos vividos hasta entonces, y los que quedan por venir. Pase lo que pase, quedaremos los mismos de siempre, la vieja guardia, los que no duramos ni cinco minutos en una conversación con un desconocido para soltarle que somos colchoneros; mientras, el niño del anuncio de refresco que se hace del Atleti por una niñata probablemente vuelve a hacerse ciervo. Y así, cagado y cargado de valentía, embravecido de miedo, con vértigo a la estabilidad de estos días tan lentos, tras empezar hablando de mí, me despido justificando mi adicción reconocida. Para ello me remito como ya hice tiempo ha, a un fragmento de la película argentina "El secreto de sus ojos":

"El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de famila, de novia, de religión, de Dios... pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín... no puede cambiar... de pasión."


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Grande!!! Estamos todos igual,vamos hacer todos fuerza que está liga nos la merecemos

Rinat Rafaé dijo...

ENHORABUENA CABALLERO!!

Absolutamente merecido el título, y ahora a joderle al Madrid la décima!

Un abrazo

Anónimo dijo...

Aúpa https://www.youtube.com/watch?v=sAAyjY1QPFA