♫ Conforme más se acercaba la cita más rápido pasaba el tiempo, más claro lo iba viendo, más confiaba y creía en este equipo. Luego fue empezar el partido y ver la actitud combativa a pesar de las lesiones y el gol en contra cuando creí sin ver. Aunque esto no es del todo cierto, porque en la pantalla se veía a un grupo irreductible de héroes áureos peleando cada balón como leones, como si valiese un campeonato vamos. Por encima de las circunstancias, pasase lo que hubiese pasado, me sentí más que nunca orgulloso de pertenecer a esta religión. Si es que dan ganas de ir puerta por puerta cual testigo de Jehová contando a la gente las bondades del cholismo. Pero lo mejor estaba aún por venir. Que aunque uno confiase, el marcador no dejaba de ser adverso. El comienzo de la segunda parte, a lo Stamford Bridge, nos dejó a todos sin aliento. El factor psico-ilógico innato del Atleti combina sorprendentemente bien con la mecánica precisa del juego que ofrece este equipo. No dejar nada al azar, manteniendo las tres efes (FÚTBOL, FE y FUERZA) ha dado lugar a partidos memorables y a un título de liga histórico por cómo se ha producido: la mayor hazaña deportiva a alto nivel que he visto en mi vida (hablo desde la euforia relajada de tres días después). Ni les cuento ya como en Lisboa presencie un nuevo triunfo. Pero no nos desviemos de lo que hoy atañe. La liga, mucho más sacrificada y dura de lograr que la Champions, ya nos pertenece. Ha sido tras un intervalo de 18 años, que dan para muchas cosas. Yo tenía ocho años y medio la última vez. Pero ya no hace falta ponerse en plan nostálgico para recordar. Ya hay un nuevo dígito en el contador de liga, para emparejar con el otro diez de copas, conseguido curiosamente hace justo un año. No solo es el nuevo título, sumamente meritorio tras quitarle la hegemonía a Fortunata y Jacinta. Es mucho más. Es la forma de conseguirlo, desde el primer partido en Sevilla hasta esta final en la fecha 38. Es el legado intangible que va dejando el Atleti de Simeone a su paso. Los niños ilusionados que no dentro de mucho irán al Calderón o llevarán la camiseta rojiblanca por la calle. Ese espíritu combativo que cala hondo hasta en mi equipo de fútbol sala. La vuelta a los orígenes del Atleti en su esplendor, precisamente en una época en la que el fútbol moderno aplasta inmisericorde los viejos valores. Si hasta uno duda de si los merengones querían que perdiera el Barsa o realmente que ganase el Atleti por merecimiento... Eso sí, por mucho merecimiento que estuviese sobre el tapete, hubo que sacar hasta la última reserva para lograrlo. Así sabe mejor, incluso mejor que ganarla en el Calderón, fíjense lo que les digo. Ha habido mucha gente que lo daba por hecho y que tras la semana pasada se rajaron. No les culpo a los que no, pero dichosos los que creyeron. Orgullosamente me incluyo este último grupo. Había que tener muchos huevos y estar lo justo de cuerdo para esperar el gol del Faraón Godín. No se podía escapar joder... Después más suspense porque era el Barça que por peligro real, el tiempo pasaba más lento que el caballo del villano más vil. El intervalo entre el minuto 81 y el 89 se hizo más largo como el periodo de tiempo si ganar la copa. El pitido final en ese saque de banda, Gabi y Raúl abrazados en el suelo, la afición rival aplaudiendo (chapeau, no me lo esperaba)... Algo grande había sucedido. No lo hace nadie. El Atleti en estado puro: ganador, con suspense, pero ganador las más veces, digan lo que digan los analfabetos en Historia del fútbol. Una victoria además desde la humildad, porque si bien el nuestro no es un muerto de hambre, monetariamente no hay color respecto a Telma y Louise. Hay muchos otros equipos que compiten contra jeques y multinacionales que han sucumbido (Liverpool, Dortmund...), así que más mérito aún tiene en los tiempo$ que corren. Una victoria de honor, de huevos, pero quiero destacar que con mucho fútbol. Ya pueden vender las motos que quieran los detractores tildando de juego sucio o rácano (os metéis el autobús por el culo), porque este equipo cuando está on fire hace una interpretación perfecta del balompié.
Pero tras este exitazo, que nadie se vaya, ni que decir tiene que el fin último ha de ser la continuidad en esta línea ascendente. La herencia en vida que sigue dejando la generación cholesca tiene que servir para buscar tiempos de mayor constancia. Eso es lo principal, más allá de ganar en sí. Sería imperdonable, aunque por desgracia posible, que se dilapidara el tesoro construido en estos años con el argentino al mando. Hay que seguir arriba para que los que hoy se alegran porque gane el Atleti siendo de Pimpinela, antes de hablar en actitud paternal se lo piensen dos veces ante el temor, o bien sean felices conversos. Eso querrá decir que esto marcha. De momento, no hay que ser vinagre, y se agradecen los auténticos gestos de felicitación vengan de donde vengan. Máxime cuando aquí en el sur, los acelerones de motos, los pitidos de coche y los salpicones de agua están deliciosamente minimizados cuando Neptuno sale del océano. Es un círculo en el tetris el encontrar a cómplices de batalla entre tanto bipartidismo. Lo que ellos no vivirán son experiencias más personales, como que le hagan a uno un gofre rojiblanco, que te pare un ciclista desconocido para alabar sinceramente a tu equipo sin saber de dónde vino y por dónde se fue, o que cualquier viandante se quede mirándote como a un pingüino en el desierto. "I'm an alien, a legal alien", no sé si como Sting en New York o peor... pero mola esa sensación. Una alegría interna que le hace a uno sentirse estúpidamente culpable por vivir este momento único. Te das cuenta de que compensa la zozobra de los días entre partido, la tensión latido a latido, los desplazamientos a Granada o Sevilla, el trasladarte a donde hiciera falta para encontrar un techo (atlético a poder ser) bajo el que ver los partidos, o bien descargarlos para su posterior visionado aún sabiendo el resultado, incluso autorturarse uno sin más referencia que la aplicación de móvil de turno, todo ello para luego sangrar letras en esta web... Compensa sí, pero no solo este año, no solo este lustro, no solo esta década, no se equivoquen: siempre. Y al menos a mí, estas situaciones de alegría por lo deportivo también me sirven para valorar el resto de cosas buenas del inventario. Lo propio. Mejor acordarse ahora de los patrimonios personales (familia, amigos, posesiones inmateriales...) que cuando se pierde ¿no? Hubo suspense, el indio disfrazado de sheriff dejó caer la pistola, quién sabe si aposta, pero finalmente sorprendió desde el suelo para encañonar al malhechor.
Y así, tres días después de esta proeza, he seguido saboreando la victoria mientras leía el periódico de recuerdo, ese que solo se compra cuando gana el Atleti o la selección, y últimamente me he gastado dinero en esa mierda. Buena señal ésta. Mientras me bebo una Keizer Karel Charles Quint Rouge, como me podría beber una puta Steinburg, uno sigue con el orgullo a flor de piel, y no quiere soltar el teclado ni para terminársela. Gracias Simeone, gracias Germán, gracias Profe Ortega, gracias a todo el que haya puesto un granito de arena en el cuerpo técnico o apoyando al equipo, gracias sin excepción a todos muchachos que son superhombres, gracias por volverlo a hacer.
La Familia |
1 comentario:
Enormes congratulaciones por el título amigo Dami.
Ahora el otro.
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