Antes del partido recibí un regalo inesperado: al ver dentro de la bolsa paño rojiblanco me latió el corazón con reverb... Una camiseta del Almería por 14 euros mi botín! No era del Atleti pero mejor, que tengo unas cuantas. Alguien me conoce demasiado. Algún día escribiré sobre mi pedazo colección de camisetas. Ésta me la puse enseguida para crear confusión, y me la dejé todo el partido a pesar de que me rayaron con que Ulloa jugó en el Almería. Mal augurio... Ni que decir tiene que si el argentino hubiera saltado al Calderón me habría despojado de ella cual salmonete guiri en la Plaza Mayor. La cerveza ya la llevaba yo incorporada cortesía del padrino de mi hijo. Encima se ha hecho colchonero (aún es A2 diría yo), pero sin apenas influencia de un nativo como yo. Le ha bastado catar Madrid unos meses. De Perú, como él, es la camiseta que llevo hoy precisamente. Como Hernán nos salga cornudo sería para hacérnoslo mirar. Me perdí mi parte favorita de las eliminatorias: la salida al campo y el tifo de marras. No sabía qué puso en él porque la ocasión requería cambiar de móvil a tablet.
Lo siguiente, ya con el crono moviéndose, siguió el guion que cualquiera que conozca este Atleti imaginaría. Acogotamiento al cerdo inglés hasta abrir la lata. En este caso llena de la mierda esa de beans con tomate dulzón. La principal peculiaridad fue la continua amenaza extramuros que supusieron los disparos de Koke (enchufadísimo) y un tal Antoine: olvídense de su peinado. Mucho mejor su cabalgada desde campo propio para robarle la cartera a las zorras british (por eso no pagan taxis). Esta aventura francesa terminó con un penalty de Schrödinger. Según se mire es dentro o fuera, aunque yo soy de la corriente negacionista. Curioso idilio con malas decisiones arbitrales el del Leicester contra el Atlético. Esta vez Griezmann pensó que tenía puesta la camiseta de Francia y la metió. Más mérito si cabe porque quien estaba enfrente tenía un apellido que ocupaba toda la portería (pregunten por Nervión).
A partir de ahí, ambos equipos hubieran votado sí al Brexit para irse ya a jugar la vuelta a la Inglaterra profunda. Cloroformo aplicado con consentimiento de los rivales, que se hubieran dejado sin necesidad del mismo. El mayor sobresalto fue el piscinazo de Mahrez. Cuando esté implantado el VAR ese habrá menos tertulias en el BAR pero que nos quiten lo bailao y lo llorao. Imagínense rearbitrar la mano dentro del área de Gabi contra el Barsa o el gol de Ramos en Milán. Esa incertidumbre previa al veredicto será buena para la justicia pero mala para mi pecho. Correa, en clara línea ascendente, casi cumple mi pronóstico de gol, pero entonces el rosarino me hubiera jodido la porra. Al ritmo de la zancada inconfundible de Thomas se acabó esto. Y mientras la tregua estaba ya más que firmada hasta el martes, sentía ganas de más. De un segundo gol, de más partidos en el Manzanares, de más eliminatorias en el Calderón, de más respeto al visitar un país... Esto no para y el sábado habrá una réplica de Leicester llamada Osasuna previa a la vuelta. Temo igual a los dos. Enfrente, el Atleti, algo más que un equipo.
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