La sección Incomprendidos da el pistoletazo de salida, tratará de jugadores de contrastada calidad (al menos de sus representantes) que por 'h' o por 'b' no llegaron a triunfar en el Atleti. Dios nos libre aquí de denigrar sus cualidades futbolísticas, simplemente se llevarán a cabo biografías ilustradas haciendo hincapié en su estancia en la entidad rojiblanca, adjuntando experiencias del que suscribe relacionadas con ellos de forma amena ¬¬ y con aires de humorista de pacotilla. Trataré de ser distinto al resto de numerosos blogs que tratan este socorrido tema de jugadores sin suerte, si les interesa el asunto, pásense también por aquí o por allá, pero después de leer este post en su totalidad. Y ya puestos, qué mejor jugador para inaugurarla que el "Pato" Sosa, tocayo de nuestro querido blog.
Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1978, juega ocho años en el Danubio Fútbol Club de la liga de su país, de ahí su apodo de Pato, que en un principio era "el Pato del (río) Danubio ", no me sean malpensados creyendo que era por su aspecto desplazando el esférico. Cansado de estar a la sombra del Nacional y del Peñarol, decide dar el salto a Europa (Irónicamente el Danubio F.C. ganó la liga ese mismo año tras su marcha). Su destino es la gélida liga rusa, pero eso sí, en un clásico como el Spartak de Moscú (no he tenido narices de encontrar una foto de él en Rusia). La mala adaptación, y aclimatación puede que también, más desavenencias con el entrenador, le hacen querer cambiar de aires rápido.
El Atleti de César Ferrando, uno de los más lamentables que recuerdo a pesar de su esperanzador inicio de liga, decide que necesita a otro mediocampista organizador pero con carácter, mucho carácter. Esto hace que Marcelo Fabián recale en el Manzanares con la temporada a medio comenzar, engrosando la lista de charrúas que han llegado con dispar suerte al Calderón en el siglo XXI (créanme que daría para subsección del blog). Con tanta prisa vino de Moscú, que aún tenía las botas para jugar en nieve, y por ello se produce este grotesco hecho.
Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1978, juega ocho años en el Danubio Fútbol Club de la liga de su país, de ahí su apodo de Pato, que en un principio era "el Pato del (río) Danubio ", no me sean malpensados creyendo que era por su aspecto desplazando el esférico. Cansado de estar a la sombra del Nacional y del Peñarol, decide dar el salto a Europa (Irónicamente el Danubio F.C. ganó la liga ese mismo año tras su marcha). Su destino es la gélida liga rusa, pero eso sí, en un clásico como el Spartak de Moscú (no he tenido narices de encontrar una foto de él en Rusia). La mala adaptación, y aclimatación puede que también, más desavenencias con el entrenador, le hacen querer cambiar de aires rápido.
El Atleti de César Ferrando, uno de los más lamentables que recuerdo a pesar de su esperanzador inicio de liga, decide que necesita a otro mediocampista organizador pero con carácter, mucho carácter. Esto hace que Marcelo Fabián recale en el Manzanares con la temporada a medio comenzar, engrosando la lista de charrúas que han llegado con dispar suerte al Calderón en el siglo XXI (créanme que daría para subsección del blog). Con tanta prisa vino de Moscú, que aún tenía las botas para jugar en nieve, y por ello se produce este grotesco hecho.
Esa caída en su presentación, lejos de hundirle, no hizo más que espolear la garra uruguasha del susodicho, que a base de raza, carácter, pundonor, casta, huevos, carácter, lucha, brega, cancherismo, carácter, combatividad, entrega, orgullo, garra, carácter otra vez y demás expresiones viriles va gozando de minutos y partidos de titular. Uno de los hechos más destacables en su corto periplo rojiblanco fue el derbi de enero de 2005. Copó durante la semana un par de portadas de Marca, que en este blog lo mismo lo criticamos/cachondeamos, que nos aprovechamos de su hemeroteca. En ellas critica la vitola de Galácticos (término acuñado por Luis Aragonés) que tenía el Madrid por esa época: "Ellos que hagan moñas, yo les trancaré de abajo", atacando frontalmente a David Beckham: "Existe porque es lindo y sale en las revistas. Es marketing, como jugador no me preocupa", pavoneándose de que el Atleti iba a ganar: "Ganaremos 2-0 y marcaré el segundo" y perlas por el estilo. A los de Marca se les hizo el culo pepsi-cola con esas declaraciones, y entre eso y que con el parón navideño había poco más que hablar que del Rally Dakar, el gran Marcelo Fabián tuvo su semana de gloria, siendo el azote Galático, con mucho carácter él.
Nótese la deslumbrante melena rubia oro luminoso natural que lucía en la época, pero una melena de hombre, ese color era suyo por genética y por garra charrúa. Llegó el día del partido, y servidor recuerda que tenía una resaca de tres pares de cojones de una fiesta residuo de la de Noche Vieja, mezclado con una gastroenteritis que daba sus últimos coletazos. Pero ¿cómo me iba a perder yo un derbi de mi Atleti, si hacía ya más de cinco años que no ganábamos al Madrid? Fui a verlo con mi anciano padre (del Madrid de boquilla, le gustan más los toros que el fútbol) al típico bar lleno de currelas (dicho desde el cariño) madridistas que hay en los pueblos de la provincia de Málaga. Resultó uno de los peores derbis que recuerdo, juro por Milinko Pantic que tuvimos infinidad de clarísimas ocasiones, y que el Madrid solo llegó tres veces, tres! Pero qué llegadas, le valieron para ganar por un contundente 0-3, con gol del traidor Solari incluido. De nada sirvieron las innumerables ocasiones que tuvimos, Casillas comenzó ese día la leyenda de salvador en los derbis. El Pato no cumplió su amenaza, yo que tanto confiaba en que sus declaraciones hubieran hecho temblar a los merengones al pisar el césped, pero nada. Incluso tuve que escuchar joyas de los que estaban en ese antro como: "Er gordo (por Ronaldo) te vá mete'h er pito en la boca" ó "Cuidao que le van a rompéh un pecho a la rubia" esta última frase tras una caída de Marcelo Fabián. No lo defendí, callé como un cobarde, pero al menos continué hasta el final, estoico, mostrando mi camiseta del Atleti levemente bajo la chaqueta del chándal como el que no quiere la cosa, deseando que alguien hiciera algún comentario jocoso sobre el Atleti para cantarle las cuarenta (al menos mentalmente). Ese derbi, como tantos otros, debimos haberlo como mínimo empatado dado el baño de ocasiones, aunque en este caso el árbitro no tuvo nada que ver, sino la mala puntería. Sosa salió muy tocado tras ese partido, había perdido la batalla ante los Galácticos, y volvió a formar parte de la portada del diario madridista.
No volvió a ser el mismo, y terminó jugando cada vez menos, lo que no evitó que tuviera un ratio de tarjetas por minuto, incluida una roja, que ya quisiera para sí Javi Navarro. Carlos Bianchi llegó a entrenar al Atleti en verano (literalmente, porque lo largaron antes de Navidad), y quería que Sosa fuera la piedra angular del proyecto, hacerle capitán y renovarle, pero Marcelo Fabián quería clasificarse para la Champions, y su buen ojo hizo que se fijara en el bravo Osasuna, a donde pidió encarecidamente la cesión, quizá también influyó que por allí se encontraba un compatriota suyo, otro mítico, adivinan? Pablo García. Con todo el dolor de nuestro corazón, tuvimos que despedirle sin homenaje si quiera. Al llegar al norte, su melena rubia natural causaba mofa entre los aguerridos chicarrones navarros, él lejos de partirles la cara, que podría haberlo hecho porque a huevos no le gana nadie, prefirió ser discreto, teñirse el pelo de castaño oscuro, y cortarse la melena, para así no parecer un Beckham de la vida, lo que él tanto odiaba.
En su estancia en Navarra jugó poco, pero su mera presencia ayudó más que ningún otro jugador a que el club rojillo llegara a clasificarse para la máxima competición continental, el 'Sosasuna' apodaron a esa plantilla.
En su estancia en Navarra jugó poco, pero su mera presencia ayudó más que ningún otro jugador a que el club rojillo llegara a clasificarse para la máxima competición continental, el 'Sosasuna' apodaron a esa plantilla.
Habiendo alcanzado ese remarcable objetivo, siente morriña de su continente, y está en River Plate durante una temporada. Siente morriña esta vez de su país y vuelve a Montevideo, esta vez al Nacional (por poco tiempo). Tras desengañarse, nueva estancia fuera, dos temporadas en el Tecos mexicano, donde recupera el crédito perdido (si alguna vez alguien lo cuestionó). Finalmente el Pato vuelve para quedarse en Uruguay, ya que el Peñarol decide confiar en él. Sosa no lo tenía claro, pero la perspectiva de ir al Bernabéu a jugar el trofeo del mismo nombre ante el Madrid de la segunda generación de Galácticos metrosexuales (más bien solo uno que hace por el resto) hace que acepte. Al igual que en ese derbi del horror, hace unas ácidas declaraciones, en las que dice que quiere despeinar a CR96. Durante el partido, tras un lance de juego, se acerca al rico, guapo y millionario, antagónico al espíritu viril y de brega que defiende el Pato, y dicho y hecho, despeinamiento corto pero contundente, marcando territorio y cumpliendo su amenaza. Misión cumplida, aderezada, la verdad dicha sea, con alguna que otra patada.
Además, el rudo Pato Sosa ganó por fin el campeonato urugayo con Peñarol, pero duró poco allí. Lo echó un tal Diego Aguirre, curioso que con otro Aguirre (el Vasco) hubiera clasificado para Champions y éste no lo quisiera ni para hinchar balones. He aquí un vídeo en que explica el indicente sin pelos (rubios oro) en la lengua. ¿Han visto el vídeo? Seguro que no, lo más probable es que a estas alturas hayan dejado de leer, pero por si acaso les pongo la mejor frase: "A la gente que va a hacerle daño al fútbol hay que prenderle fuego".
Por si esto fuera poco, su estancia en Peñarol tuvo otro altercado reseñable. Cuando un hincha de Nacional, el archirrival de Peñarol, le dijo "Bolso!". Para el que no lo sepa, como yo hasta que hice este post, "Bolso" proviene de "Bolsilludos", y es el apodo que reciben los hinchas de Nacional, porque al principio jugaban con camisas blancas que tenían un bolsillo cosido (un poco de cultura balompédica de la siempre competente liga uruguaya no viene mal). Él en esa época defendía los colores de Peñarol, y el caso es que se liaron a hostias, y el pelotudo del reportero dice aquí que el Pato acabó con "los ojos negros", no se lo cree ni él, seguro que era de Nacional...
Tras ello pasó por Racing de Montevideo, y por último llegó al sitio de
donde nunca debió salir, al club con nombre de río europeo, fundado por
unos hermanos búlgaros que emigraron a Uruguay: el Danubio Fútbol Club,
por cuyo césped sigue deslizándose como Pato en el agua. Marcelo Fabián "Pato" Sosa, jugador justo y necesario en el fúbol de los
que quedan pocos. Un incomprendido, que se tiñó el pelo por no parecer
metrosexual, sacrificando el color oro bruñido natural de su melena por
un tinte castaño oscuro. A lo tonto fue internacional con Uruguay y jugó
en los dos grandes de su país, pero de lo que siempre presumirá ante
todo, es de haber jugado en el Atleti.
1 comentario:
Muy buena presentación de la sección, amigo.
El Pato Sosa, uno de los mayores personajes que ha pasado por el fútbol español, ya en su presentación con la camiseta de Spiderman y la ostia que se pegó apuntó todas las maneras posibles. Las portadas del Marca dandole cancha son míticas.
La anécdota de despeinar al triste es de jefazo!! jajaja lo más guapo es el pique que se pilla CR cuando le tocan el pelito, que tomen nota los defensas de la liga carajo!!
Sincerament eyo le perdí la pista en el Atleti, no me acordaba que había jugado en Osasuna, será porque se peló y se quitó su dorada cabellera y ya perdió el interés del gran público, pero vamos, tapas el nombre en el cromo que sacas y no te adivino quién es en mil años
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