sábado, 15 de mayo de 2021

Parar de soñar

Eran 3 partidos, como el número de vasos de su cordón umbilical. Éste, por ser el más inmediato y por el rival, era el más difícil. Pero para dificultades las mías para ver el partido. Cámbiese usted de compañía de internet para esto. Así que a escucharlo por la radio. En el caso de la retransmisión radiofónica es diferente, no hay tregua. Aquí no valen los paseos absurdos en derredor de la emisión cuando hay un saque de puerta o una interrupción cualquiera. Uno desconfía de cada declamación del locutor, si bien el equipo jugó a favor de obra y todo fueron buenas noticias: goles y paradas. Luego me dejé llevar mientras Bati me pasaba minuto y resultado, todo muy retro como pueden ver... Aunque yo, lo que es visualizar, solo el final del partido. Entré a ver a la hora de la verdad, en los minutos horarios, en las jugadas interminables de ataque del rival, donde cualquier desplazamiento del contrario parece el germen del acabose. Pero no, victoria de campeonato, en el sentido más figurado de la palabra. 


Porque me sorprendió, con casi estupor, ver demasiado confiados a muchos atléticos tras el partido, supongo que porque estaban esperanzados en un pinchazo en Granada que nunca ocurrió. Os conozco, hijos de puta, y sé que estáis poco a poco convirtiendo a los pamplonicas en superhombres. Todo normal si es vuestro caso. Pero que conste, yo también soy optimista sabiendo lo que ya hemos pasado. Pero precisamente por eso sabemos que cualquiera te complica. Ya nos la lió Osasuna en el Centenario. Confiemos en que eso eran otros tiempos. Hay que ser el Besiktas o el Lille (ojalá no os gafe) de España. Pero partido a partido. En este caso dos, pero porque el Madrid juega a la misma hora. Uno no es de piedra, y he vuelto a comprar alguna garguería para el susodicho encuentro. Me gustó que al girar el botellín, que había elegido tan solo porque la chapa no la tenía en mi colección, éste llevaba un indio en la solapa. Buen augurio... como si no supiera yo que eso no vale una mierda, eh? 
El haber llegado más vivos que nadie tras todo este periplo nos empodera para soñar despiertos, para paladear en el más estricto cuartucho de la imaginación, cómo sería ese momento de llegar a producirse, porque no sé a vosotros, pero olvido proporcionalmente a lo intenso y emocionante que fue el momento. Espero volver a sentir pronto esa sensación, como la de ser padre de nuevo, fantaseando con llamarle como el jugador que marque el gol decisivo, o ¿por qué no Jan? Mis nuevos gatitos se libraron de esa quimera nominal. Está la emotividad a flor de piel, el picorsito ya se siente, esto nadie lo para. Aquí estaré como siempre, velando armas antes de cada partido. Eso sí, por si acaso, mientras escribo esto me estoy tomando un ginto, que mañana nunca se sabe.

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