lunes, 3 de mayo de 2021

Conductores suicidas

Apenas vi el partido por una chapuza en casa: cerrar un hueco y cambiar una ventana. 
Yo era un mero peón de rojiblancas, pero fue mirar más de treinta segundos al móvil, que proyectaba el partido en medio de pellas de cemento en lo alto de un escalón, y marcar Llorente. Nada hacía presagiar lo que el bueno de Marcos cometería una hora después... Lo poco que vi y lo mucho que oí fue suficiente para constatar que el partido tuvo dos partes tan desiguales como las torres del escudo de "esta espídica ciudad" ilicitana. 

Pero yo anduve tranquilo. La ventana poco a poco iba anclándose, como el triunfo del Atleti, y entonces de repente, en plena discusión sobre cómo rematar la faena, escucho al locutor informar del penalty. Fue como una puñalada de hielo. Otra vez "deslizándonos por el agudísimo filo de la navaja", haciendo el gilipollas con los cambios, otra vez mandando señales de "embotéllame" al rival; Diego Pablo, por diosssss, que te vas a dar conmigo. Esta vez parecía demasiado para escapar, así que enseguida, no sé ni cómo, bloqueé el móvil sin que nadie se percatara mientras ni oía lo que decían, maldiciendo internamente, ridículo y sucio por sentirme tan triste por el puto Atleti. Menos mal que cuando todos se fueron abajo vi una notificación que pocas veces me dio más alegría, y ganas de vomitar y llorar e incluso se me soltó la barriga. El mensaje simplemente decía: "BIEEEEN DAMI BIEN". No había que ser muy listo para saber que significaba que otra vez nos habíamos vuelto a salvar...

Porque los nuestros se metieron en la mente de un soldado con PTSD, pero el disparo suicida en forma de penalty fallado por el rival, tan solo rozó la cara, provocando una pequeña laceración donde debería haber quedado una ensalada de sesos que abonara el fondo norte del Martínez Valero. Para ser tan pupas, que nosotros mismos lo pensamos a veces, nos estamos salvando más de una vez en una ruleta rusa que cada vez tiene menos huecos en el tambor (uno de ellos lo gastó Jorge Molina el pasado jueves). Pero me temo que esto ha de tener consecuencias a corto plazo: "La suerte nunca se olvida", que decían en Malviviendo. Por si acaso no nos podemos guindar siempre así, y para no "deslizarnos al lado marrón" la solución es aguantar jugando a por todas un puto partido entero.

Otra inmolación frustrada, pero el equipo resiste en el liderato como las palmeras de Elche soportan las ventoleras. ¿Resistiremos en el Nou Camp? ¿Aguanteré yo, que me siento reo en la vigilia de su ejecución, siquiera la víspera del partido? Porque es que no puedo seguir así por mucho tiempo o me voy a morir, porque el combustible de esta máquina de sueños es mi vida misma, pero como dicho sueño es mi motor... Así que me jodo y acepto "hacer turismo al borde del abismo" más veces: cuatro más si hace falta; no una más. Todo sea por la esperanza infinita de este título y de no escuchar próximamente la canción que titula mientras me acuerdo del liderato perdido.

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