Este Atleti, cuyo técnico podría dar convenciones, charlas y llevar la voz cantante en simposios sobre cómo plantear los partidos, sumió al rival en una profunda hipnosis, y casi la extendió a sus fieles seguidores. Quizá no fuera más que la especulación llevada al paroxismo, o que el equipo no juega tan bien como dicen los que no ven más que sus goles a balón parado en las noticias. Quizá estoy exagerando, y el Elche, equipo que ojalá siga en primera por la calidad que mostró su afición en esta coyuntura y porque es un clásico, está a un nivel muy inferior al del año pasado. Aún así, el caso es que salió un partido sin sobresaltos, pragmático, y en el que los nuestros dieron la sensación de no tener que sudar estrictamente más de lo necesario para ganar con solvencia. Porque otra cosa no, pero a sobriedad, pocas veces le ganan a los del Cholo. Además de una nueva tarde en la oficina, nos llevamos una buena noticia: al paso de un becario a la nómina de la empresa. No es ni más ni menos que José María Giménez, con G, otro central con gol como su mentor Godín. Porque ese golazo de bandera no lo mete un tuercebotas. Ojalá todo salga bien con él y con Lucas Hernández, que al parecer es del agrado de Simeone pero no le he visto en acción. Casi que ha venido bien la lesión de Miranda: un gol en contra en cinco partidos con Giménez en la zaga. Un servicio militar sobresaliente. Si todo sigue su cauce, parece que su espera en el banquillo le merecerá la pena en breve, pero que conste que aquí nadie está enterrando al brasileño. Además, dos cosas buenas sobre el protagonista del partido: parece haber dejado atrás ese absurdo peinado que le daba pinta de cebolleta, y me acabo de enterar que proviene de Danubio. En este blog sabemos que de La Franja solo pueden salir cosas grandes. Su gol llegó en una vacilada que huele a Germán Burgos. Esa emboscada tocando en banda, tras el supuesto respiro que suponía para los defensores rivales el evitar un centro preciso de Koke, les dejó tan en Babia que cuando reaccionaron el nuevo uruguasho de la familia ya había percutido. Discutible fuera de juego, y ante la duda no se pita, porque aún la tengo tras ver varias imágenes de línea gorda. Lo mantengo para el Atleti o para el equipo más asqueroso del mundo. Ese tipo de offsides son imposibles de verificar, y como esos centímetros no son determinantes, prefiero que no se piten. Repito, sea para el bando que sea el beneficio.
A partir de ahí, un erial de tiros a puerta pero la sensación de que el partido estaba totalmente controlado. El Elche solo inquietó en un extraño centro con cicuta en el que Moyá hizo su mejor parada como guardameta colchonero. En la segunda parte, cuando el equipo franjiverde parecía inquietar mínimamente, se descuidó, y ahí apareció una genial asistencia pulsando L1+ △ de Gabi. A ese balón llegó bien Manyuka, controló mal, y definió regular, pero como el gol se lleva en la sangre, pues marcó, al igual que nuestros centrales con alma de killers. 0-2. Absolutamente nada más debía de ocurrir, salvo algún cambio dosificatorio o reivindicativo. Tan solo Griezmann, que sigue jugándolo TODO aunque no sea titular, dio frescura al ataque. El otro Jiménez, el que tiene los mismos goles que el joven central que abrió la lata, no aportó nada. Cerci no estuvo, y me pregunto si soy yo el que tengo un problema en vez de él, porque llevo varias crónicas hablando del puto italiano. A ver si contra su ex-eterno rival le dan bola y calla bocas. Si no, que siga remando en galeras o que fantasee con en cuál equipo de la Serie A jugaría sin trabajar tanto como aquí. En resumen, el Atleti sigue ahí, seduciendo, masajeando, rascando, intentando llevar al clímax a su hinchada, pero aún falta mucho preliminar, aunque a mí me pone.Y así, satisfecho con lo visto por su simpleza, se despide este guarro gilipollas, con G, como no podía ser de otra manera.
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