Ya lo dice el eslogan de nuestro caucásico patrocinador: Land of Fire. El fuego y el miedo van de la mano, como dice Rocky: "El miedo es como el fuego, que te quema por dentro. Si no lo controlas te puedes quemar, pero si lo sabes usar, quemarás a todo tu alrededor". Tienes que tener cuidado de no jugar mucho con él, porque puedes acabar meándote en la cama, pero si lo transformamos en alerta permanente ante el peligro, te puede convertir en una máquina de ganar. En mí ese miedo funciona de otra manera más esquizofrénica. Por un lado llevaba toda la semana pensando en este partido. Por otro me hacía el tonto buscando otras distracciones, como preparar una tarde temática azerbaiyana muy bien acompañado. No es coña. Como todo fue sobre ruedas, tuve hasta tiempo de ver parte de este incómodo duelo. ¿Me acabaría sentando mal el plov de cordero y la halva? NO. HEÇ BIR. Se suplió la precisión de otros días con un extra de intensidad que hacía tiempo no veía. Arda no hacía arder la portería contraria en dos ocasiones pintiparadas. La mecha seguía consumiéndose. No saltaba la chispa en la bujía para arrancar el rojiblanco coche de bomberos del líder. En esas condiciones, a pesar de que pasaban los minutos y encima el Granada sabía perfectamente lo que tenía que hacer, no desistí. Sin siquiera necesidad de encender vela a ningún santo, porque el único que hay en el Calderón aún está muy vivo en el área técnica. No me imaginaba un escenario donde el Atleti no marcase. Mas esta vez debería ser a fuego lento. Con ese público crepitante y esos futbolistas entregados a la causa era complicado no conseguir el difícil objetivo.
Con la baza del balón parado, este equipo hace más parecidos al fútbol y al hockey hierba, así que tras ochocientos penalty-corners llegó el ansiado, nunca mejor dicho, gol rojiblanco. El lagarto Don Diego está en todas partes y sale airoso de todo tipo de lances. El estudio de su ubicuidad es digno de tesis doctoral. Y ese cabezazo sutil tras un gran centro de Sosa no hizo sino retroalimentar el empuje de un estadio que hizo honor a su propio apellido. Fue una caldera en ebullición constante. Como si el césped quemase, los nuestros siguieron trabajando incansables. Dignas de admirar ambas cosas. Y además, ahora que está tan de moda hablar de los trencillas, los de ayer lo hicieron bastante bien. Sin permitir mariconadas. Entre unas cosas (presión constante) y otras (savoir-faire atlético) la amenaza nazarí (vestida de Portugal fuera de casa), quedó reducida a cenizas. Llegó el final, y en la travesía hasta él hubo algo parecido a sufrimiento. Pero no el sufrimiento más parecido a la zozobra de otras épocas oscuras. Más que esto último, se trataba de un sentimiento de incredulidad. De miedo a dejar de vivir esta bonita odisea. Habrá que esperar al menos unos días más... y podré seguir llevando mi chaqueta del Granada CF sin acordarme negativamente de ese club. Cosas de coleccionista y tal. Sigue viva la llama.
Por si fuera poco la excepcional muestra de entrega colchonera, el pitido final mostró una alegría comedida. Como si los muchachos supieran mejor que nadie que no hay absolutamente nada hecho. Eso me gusta. Además en Sevilla, ciudad que últimamente está siendo juez y parte en el devenir de la liga, otros herejes perecieron en la hoguera. Al Barca, que resulta que no está muerto sino solo con quemaduras de tercer grado, se le lesiona uno de sus pilares fundamentales. Pero aún así, no hay que alegrarse más que por seguir una jornada más en cabeza. Aunque para mí es algo así como un trofeo invisible. No sé vivirlo de otra manera, y probablemente ahí esté la grandeza de ser de este equipo. Para nada exento de gloria, pero conscientes de que nada es fácil, valorando los pequeños detalles. Máxime en estos tiempos bicefálicos, de lanzallamas contra mechero. Además tengo la ventaja de que sé de qué va esto, y si finalmente no se consigue un título, sabré valorar el temporadón de este equipo más allá del resquemor lógico. Espero que los demás atléticos también. Una cosa es tener mentalidad ganadora, y otra no ver el contexto donde este equipo asoma la cabeza. De momento, es casi de risa pensar en ganar esta carrera de fondo. Un simple motivo para echarle el freno de mano a la euforia: San Mamés. Un simple motivo para creer: ya sabemos qué es ganar allí. Como dijo Simeone, lejos de declaraciones incendiarias: "Es el rival más difícil de aquí hasta el final porque es el siguiente que nos toca". Minuto a minuto.
3 comentarios:
"Por un lado llevaba toda la semana pensando en este partido. Por otro me hacía el tonto buscando otras distracciones, como preparar una tarde temática azerbaiyana muy bien acompañado."
Creo que muchos atléticos se sentirían identificados con esa frase. Yo también espero que sepan valorar que más allá de resultados, la esencia y mentalidad es la que debe quedar.
Colchonero2012
Muy buen análisis
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