Era un escenario propicio para el descalabro, pero ¿cuántas veces ha desafiado positivamente a la realidad este equipo? Sin ir más lejos en los albores del cholismo se logró en este estadio una victoria muy importante. Ayer solo se vio tristeza en El Sad-dar, y no hubo ni gota de esa gasolina, física o mental, que te hace llegar antes a los balones divididos, y a partir de ahí ser superior al rival. Ayer no se vio nada en absoluto de eso ante un Osasuna que quizá nunca dejó de serlo en estos años ganando allí. Sólo era que en las últimas campañas el Atleti saltó al ruedo con la convicción que no tuvo ayer. En nuestro equipo más que en ninguno de los de arriba, la actitud es la que lleva a la aptitud, y cuando hay un mínimo de desconexión se suele pagar. El primer tiempo fue demoledor. Diego, la brújula, y al que es injusto señalar, no lograba conectar con el resto de atacantes. La defensa hacía tiempo que no se veía tan despistada, y encima Osasuna con una efectividad y desparpajo descomunales. Era un campo difícil, no cabe duda, máxime tras venir de un triunfo continental. Lo malo ahora es que el partido del próximo domingo es un todo o nada en la quimérica lucha por la liga. Ojalá este grupo de hombres con mayúsculas se abstraiga de números y se centre tan solo en ganar o morir ganando. El orgullo, que yo y me imagino que muchos de ustedes sienten por este Atleti, ya sea siendo zarandeado en Navarra o goleando en el Calderón, tampoco se negocia.
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