Ya lo dice la canción: "é un mondo difficile, é vita intensa...". Ayer el Atleti, a pesar de que lo intentó todo lo que su claridad mental se lo permitió, no logró arañar más que un empate ante un rival que la única superioridad que tuvo ante el nuestro fue la numérica.
Y es que intensidad es la palabra que mejor define al partido, hasta el comentarista la mencionó varias veces. No se le puede reprochar al equipo de tirar la primera parte ni de salir a verlas venir. Nada de eso. Dentro de unos límites marcados, entre otras cosas, por la ausencia de Arda y el bajo estado de forma de Falcao (al cual respeto siempre), el Atleti hizo todo lo posible para ganar. Dados estos factores, lo que en otros partidos más disputados eran victorias se han transformado ahora en trabados empates. Yo mientras el equipo muestre ambición me doy por satisfecho, llámenme conformista, que lo soy, pero si lo hacen, también realista.
Aparte de la intensidad reinante hubo muchos errores, errores de delanteros centros de clase mundial en el área pequeña, de árbitros que no veían pisotones de amarilla, que señalan faltas que no son y las sacan del área, de comentaristas que son pagados para decir que ese error no es tal pero yerran al decir el porqué, errores de un gran entrenador al sacar a un jugador sin amarilla (Koke) y dejar a otro en el campo que luego fue expulsado (Mario), error de Godín para obtener su segunda tarjeta, errores de todos los colores que en definitiva hacen de este deporte uno de los menos sensibles al control del juego o al dominio territorial. Me explico para salir de este berenjenal: en deportes como el baloncesto o el balonmano resulta casi inverosímil que si un equipo ataca mejor que otro acabe perdiendo, dada el alto número de ataques que se producen en los partidos, pero el fútbol, dada su corto rango de marcador es otra historia, quizá por eso sea tan mediático/interesante. Creo que esta reflexión ya la hice en una crónica anterior, pero si ni yo estoy seguro absolutamente nadie será consciente de este hecho.
Volviendo a la jugada de la falta al borde del área, aprovecho para decir que sancionaría con dos o tres partidos a todo jugador que se tire descaradamente. Así se reduciría un tanto la picaresca y se ayudaría a la labor arbitral, ya de por sí bastante difícil, ya de por sí bastante floja, como para encima hacerles la picha un lío por culpa del pillaje.
Para seguir completando esta anárquica y heterogénea crónica, decir que me gustó mucho el jugador Fede Fernández del Getafe. Sería un buen fichaje para suplir al Cata. Dada la situación económica de esta sad S.A.D. mejor me olvido de eso.
Sigo con la espesura que llevo hoy encima para hablar de los cambios hechos por el Cholo: estuvieron perfectos, sobre todo un soprendente Raúl García, que estuvo más rápido y dinámico que en todos los partidos que ha jugado esta temporada juntos. Lo mismo para un Cristian Rodríguez que casi marca el gol de su vida. Y por fin vuelve, si es que alguna vez estuvo, Óliver Torres. Al chaval se le ven maneras y ojalá de aquí al final de liga se haga con minutos. Lástima de la expulsión de Mario Suárez, que a mí me gustó mucho y me cuesta creer que pierda la titularidad cuando vuelva Tiago. En resumen, un Atleti ambicioso para estar donde está a estas alturas y que mereció algo más. La diferencia la pudo marcar el Tigre en las dos jugadas que marró, pero no me estoy metiendo con él sino destacando lo importante que es el estado de forma/anímico de un jugador tan determinante como él cuando está inspirado.
Se aleja la segunda plaza, pero aún es posible, porque además de este derbi queda otro más, otro al que yo asistiré tras declinar mi idea inicial de tratar de pillar entrada para la final de Copa.
2 comentarios:
¿El Cholo no se da cuenta de lo malito que es el Gaby? ¿Y el Mario?
Ah, y que no tire más a Diego Costa a la banda...
Que se me olvidaba: el Godín es bueno, pero tonto.
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