Esa frase del sevillano Ignacio González fue de lo primero que me vino a la mente tras el traspié rojiblanco en Mestalla. Es duro enterarte de tal manotazo en la cara a través de una simple llamada telefónica, haciendo homenaje a épocas no tan lejanas tecnológicamente hablando. Por lo tanto, no vi el partido, solo el típico resumen en el que le deseas lo peor al tío del sombrero de bet365 hasta que puedes cerrar el anuncio previo al vídeo. La vida moderna. ¿El Atleti tambaleándose del pedestal liguero y yo mientras en La Alhambra y alrededores de picos pardos? No era justo, así que tras tantas alegrías recientes, algo había que escribir. Siempre hay cosas que escribir de cada partido, aunque uno no lo vea, máxime si nos centramos en cosas tangenciales o paralelas como aquí se hace. Porque este Atleti se empeña últimamente en tropezar cuando yo no estoy ahí para verle. Pasó en El Pireo, pasó medianamente ante el Celta, así que aquí estamos esta vez para dar la cara. Esa es la característica que define a cualquier seguidor que se haga llamar colchonero: la fidelidad.
Si algo se le atribuye, (hablo en presente), al equipo de Simeone, es la solidez: la ausencia de lagunas, de lapsus, de qué le regalo yo ahora a la mujer que no me acordé de su cumpleaños y hoy es domingo... La última vez fue en Pamplona, y felizmente todo se recompuso en forma de título de liga. Esta vez fue ante un rival que comparte objetivos, enrachado y con interesantes jugadores, luego hablamos pestes de ellos para desahogarnos. El gol de pichichi Miranda (úlcera de estómago para todo el que lo diga con segundas), con preocupante falta de entendimiento entre Moyá y el brasileño, fue el punto de inflexión que desencadenó este accidente en cadena. No sabemos qué hubiera pasado sin ese gol, pero lo más probable es que por un lado u otro se vieran las costuras, puesto que los dos goles siguientes no fueron para nada fruto del infortunio. Una tormenta de murciélagos nada más entrar en la gruta y que dejó al equipo prácticamente K.O. tras trece minutos. Nadie puede achacar nada al cansancio físico, pero existe el psicológico, ya lo he mencionado varias veces (aparte de la intensidad de los cojones). Creo que esa afección es mucho más nociva, y tras competir como jabatos ante Sevilla y Juve, se juntaban los ingredientes "perfectos" para una parada en seco contra un rival engrasado. Con lo que me quedo de bueno es con lo que me han contado que pasó después: un Atlético de Madrid que trató de revertir la situación sin dejarse ir, consiguiendo que se hable igualmente de que se tuvo un penal para ponerse a un gol antes del descanso que de los tres goles en contra iniciales. Ahí es donde toma sentido la frase que titula esto. Considerémoslo un accidente, pero pongámonos el cinturón y el casco la próxima vez. El que no se consuela es porque no quiere.
Tengo esperanza en que las piezas ofensivas terminen por entrar en la dinámica industrial simeónica (qué palabra más horrible por cierto). Quizá para cuando eso ocurra el tren de la cabeza haya zarpado, pero creo que hasta el más optimista no piensa más allá de darlo todo en el partido inmediato, y luego dios dirá. Más o menos lo que se esperaba el año pasado vamos, pero con la salvedad de que los pilares que completaban los cimientos se sustituyeron, y éstos han de cuajar para ser al menos cercanamente fiables. De todos modos nadie se acordó de Courtois, Filipe ni Diego Costa durante la semana, así que esperemos a ver cómo evoluciona un paciente quizá no muestre más que las típicas afecciones de alguien que está dando el estirón. Me preocupa el planeta en el que están Cerci y Griezmann (Grisman a ratos), el titubeo en los goles de Moyá, al cual sigo defendiendo, y así varias cosas, que no dejan de ser gajes puntuales. No sé qué coño hace pidiendo Siqueira un penalty si no es el primer lanzador, aunque admiro su valentía para querer protagonismo. En definitiva, cosas que uno pasa de largo cuando los resultados acompañan, y que resaltan en la derrota. Me gustaría poder haber visto más minutos de juego del Atleti para valorar en condiciones lo que digo, pero por suerte o por desgracia me es imposible. De todas maneras, lo que sí que no me preocupa es que el cuerpo técnico hará lo posible para que todo funcione con la sincronía de un desfile norcoreano, y la verdad me muero de curiosidad por ver cuál será este año el tope del equipo.
Parece cada vez más claro que la lucha por la Champions este año va a estar mucho más cara, y por consiguiente más apasionante. Porque enfrente había un rival que si te mete tres goles antes del primer cuarto es por algo. Tiene buena plantilla, libre de competiciones europeas. Además, su pestoso entrenador no es tonto ni dentro ni fuera del campo (¿qué cojones habla de bloqueos?), y tiró la piedra escondiendo la mano antes del partido. Él y sus jugadores aprovecharon el apetitoso escenario para seguirle el juego a la prensa, y por ello, además de por el resultado, me resultan aún más odiosos. Eso fastidia, y no tiene nada que ver para que pasaran por encima del Atleti, sino más por el desprestigio que supone para el equipo al que amo. Entiendo su actitud, porque cualquier detalle es poco para ayudar a tu equipo a ganar, pero también es comprensible la acentuación de mi desprecio por este tipo y su equipo, el cual, por cierto, tiene buena pinta y parece que va a estar bien arriba. Que el Valencia Club de Fútbol sea un gran club no es óbice para que me caigan bien (lo dice uno que se pilló un gran rebote de adolescente con las finales europeas que perdieron). Más allá del escozor de la derrota, probando nuestra propia medicina, lo bueno es que uno recapacita y cuando lee tanta mierda periodística, porque es tonto, se acaba dando cuenta de que si usan su veneno contra el Atleti, es porque vuelve a ser temido. Lo demás, paja y alfalfa. Lo que importa son los resultados, y entonces, tres goles en trece minutos hacen que esté deseando que llegue el próximo choque. Sus muertos del Valencia...
Tengo esperanza en que las piezas ofensivas terminen por entrar en la dinámica industrial simeónica (qué palabra más horrible por cierto). Quizá para cuando eso ocurra el tren de la cabeza haya zarpado, pero creo que hasta el más optimista no piensa más allá de darlo todo en el partido inmediato, y luego dios dirá. Más o menos lo que se esperaba el año pasado vamos, pero con la salvedad de que los pilares que completaban los cimientos se sustituyeron, y éstos han de cuajar para ser al menos cercanamente fiables. De todos modos nadie se acordó de Courtois, Filipe ni Diego Costa durante la semana, así que esperemos a ver cómo evoluciona un paciente quizá no muestre más que las típicas afecciones de alguien que está dando el estirón. Me preocupa el planeta en el que están Cerci y Griezmann (Grisman a ratos), el titubeo en los goles de Moyá, al cual sigo defendiendo, y así varias cosas, que no dejan de ser gajes puntuales. No sé qué coño hace pidiendo Siqueira un penalty si no es el primer lanzador, aunque admiro su valentía para querer protagonismo. En definitiva, cosas que uno pasa de largo cuando los resultados acompañan, y que resaltan en la derrota. Me gustaría poder haber visto más minutos de juego del Atleti para valorar en condiciones lo que digo, pero por suerte o por desgracia me es imposible. De todas maneras, lo que sí que no me preocupa es que el cuerpo técnico hará lo posible para que todo funcione con la sincronía de un desfile norcoreano, y la verdad me muero de curiosidad por ver cuál será este año el tope del equipo.
Parece cada vez más claro que la lucha por la Champions este año va a estar mucho más cara, y por consiguiente más apasionante. Porque enfrente había un rival que si te mete tres goles antes del primer cuarto es por algo. Tiene buena plantilla, libre de competiciones europeas. Además, su pestoso entrenador no es tonto ni dentro ni fuera del campo (¿qué cojones habla de bloqueos?), y tiró la piedra escondiendo la mano antes del partido. Él y sus jugadores aprovecharon el apetitoso escenario para seguirle el juego a la prensa, y por ello, además de por el resultado, me resultan aún más odiosos. Eso fastidia, y no tiene nada que ver para que pasaran por encima del Atleti, sino más por el desprestigio que supone para el equipo al que amo. Entiendo su actitud, porque cualquier detalle es poco para ayudar a tu equipo a ganar, pero también es comprensible la acentuación de mi desprecio por este tipo y su equipo, el cual, por cierto, tiene buena pinta y parece que va a estar bien arriba. Que el Valencia Club de Fútbol sea un gran club no es óbice para que me caigan bien (lo dice uno que se pilló un gran rebote de adolescente con las finales europeas que perdieron). Más allá del escozor de la derrota, probando nuestra propia medicina, lo bueno es que uno recapacita y cuando lee tanta mierda periodística, porque es tonto, se acaba dando cuenta de que si usan su veneno contra el Atleti, es porque vuelve a ser temido. Lo demás, paja y alfalfa. Lo que importa son los resultados, y entonces, tres goles en trece minutos hacen que esté deseando que llegue el próximo choque. Sus muertos del Valencia...
1 comentario:
Yo lo que no sé es que he estado todo este tiempo sin leer a usted, Don Dami. Me los ha dejado usted a cuadros, ¡cómo escribe! Por partes:
- Como me vuelva a enterar que se pierde usted un partido del Atleti por no sé qué polladas de darse una vuelta por la Alhambra, le caneo. El Atleti está por encima del bien y del mal. Cuando nosotros jugamos, no existe nada más en el mundo. Punto.
- Siqueira es un especialista en tirar penaltis. En el Granada los enchufaba todos. No fue producto del azar el que al final lo tirase él, aunque, la verdad, vaya tela con el penaltito que lanzó el colega. No creo que el Cholo le vuelva a dejar lanzar otro, visto el comprensible cabreo que tenía al final.
- El Nuno ese si te fijas tiene hasta cara de mala persona. A mi no me cae especialmente bien tampoco. Parece que ande siempre extreñido con esa cara de aceituno avinagrao que se gasta el menda.
Y recuerde, como ya dice el refrán ... "ladrán, luego cabalgamos". Piense que si no fuésemos el actual Campeón de Liga y Subcampeón de Europa y SuperCampeón de España, no nos recibirán de esa manera en esos campos de Dios. Que se lo digo yo.
Un fuerte abrazo.
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