miércoles, 25 de octubre de 2017
La falla de Elche
jueves, 19 de octubre de 2017
Blasfemias
Pocas veces me he sentido tan frustrado con un partido del Atleti de la forma que ocurrió en la infame noche azerí que nos ha dejado al borde de la eliminación. Esa frustración además, era de alto nivel (Champions) pero con las mismas sensaciones de la época rojiblanca más negra (Ferrandos y Luccines). El hecho de estar tan bien acostumbrados, con algún perdonable lunar de vez en cuando, hacía que esa sensación se duplicara, y de paso abriera las puertas a un temor horrendo: estar seriamente complicada la presencia en octavos de final de una competición con la que estamos obsesionados.
El equipo, más allá de no haber perdido y seguir vivo en liga y copas tiene problemas. Hay jugadores que tendrían que rendir mucho más y pasan absolutamente desapercibidos, con el agravante de tener un par de recambios en aislamiento hasta enero. Además, casi siempre no se juega nada bien. Son muchos los partidos últimamente en los que el Atleti es irreconocible respecto al original simeoniano.
Volviendo al partido, quizá lo que más me jodió fue el hecho de que me olía ese desenlace desde antes. El escenario me recordaba al cerocerazo de Astana de hace dos años. Madrugué para poder ver más parte del partido en casa, pero la lluvia mañanera fastidió mi jugada. Oyendo a Kiko y Gustavo López de camino a casa todo auguraba un mal resultado. La poca mierda que vi al llegar, con más peligro azerbayano en contras alocadas que madrileño con cholocambios incluidos fue el colmo. Encima sumémosle la desgana de Carrasco al ser cambiado... que sí, que siempre te cambian macho, pero pega una carrerita para irte cojones.
Finalmente se consumó el ridículo. Y maldije el resultado, la actitud del equipo e incluso, pecador de mí, negué al Cholo.
El resultado de Stamford Brigde un par de horas después no hacía más que confundirme más. Pasé doble mala noche: el niño echando las muelas y luego yo haciendo cábalas sobre pasar de ronda con medio cerebro descargado.
Por suerte, esta mañana vi la luz, aunque ha llovido de nuevo. Aparte de que aún dependemos de nosotros, de que el panorama no es tan negro sobre todo si la Roma no le gana al Chelsea, lo mejor fue leer la rueda de prensa de Diego Pablo. Él cree, y si él cree, aunque te haya negado yo te creo setenta veces siete Cholo. No volveré a flaquear. Hay que ser consciente de nuestra inherente grandeza, pero no olvidar ni por un segundo de dónde veníamos y dónde estamos ahora. Adonde vayamos no sé donde será, pero la parada de Kiev quiero tenerla al menos hasta febrero en la mente. Pongo el modo partido-a-partido en On y a por el próximo (ojalá que con otra actitud al menos).
jueves, 5 de octubre de 2017
Caballos en el exilio
Se ha convertido en tradición que nos toque un rival de Europa del Este, pero del este de cojones. No Rumanía y esas mariconadas. Más allá, donde uno no sabe si está en Europa o Asia y se cura en salud diciendo Eurasia. Sirvan como ejemplos previos el Astana o el Rostov. Además, como anécdota increíble en relación a la noticia, he de decir que vaticiné satisfactoriamente este emparejamiento en el sorteo de la Champions. Una rareza como el equipo que hoy nos ocupa, no podía escapárseme para ser protagonista por aquí. Así que con ustedes, ni más ni menos que el Qarabağ FK, fundado en 1951. El primer representante azerbayano en la fase de grupos de la Champions, aparte de ser el segundo club más laureado del caucásico país de Azerbaiyán (Land Of Fire, lo sabemos bien), tiene una peculiar historia mezclada con la guerra, que trataremos de repasar sin cometer ningún desliz.
Cuando uno delimita las fronteras con el nabo, es decir, pensando en el interés político/económico del mandamás, suelen pasar cosas como la que cruza de lleno la historia del Qarabağ de Agdam. Armenia y Azerbaiyán son países vecinos, uno cristiano el otro musulmán, y el tío Stalin, allá por 1922, los dividió de forma que una zona intermedia, llamada Nagorno Karabaj, históricamente armenia, y de mayoría poblacional armenia, cayó del lado azerí. Se comenta que fue para congraciarse con los otomanos, de los que Azerbaiyán es aliado. Todo esto es algo muy condensado tras haber leído bastante sobre el conflicto. Esta disputa sin solución en pleno Cáucaso ya venía de finales de la I Guerra Mundial, pero con la aparición de la URSS y su fagocitación de repúblicas satélites, se relajó la cosa. Con los primeros síntomas de desvanecimiento de la Unión Soviética, aquello fue in crescendo, y estalló un conflicto que duró de 1988 hasta 1994, y cuyas heridas aún no se han curado.
Cada uno le echa la culpa al otro, pero lo cierto es que en plena dinámica de declaración de independencias, la mayoría armenia se hizo fuerte en terreno azerbayano, mientras estos últimos realizaron varios levantamientos anti-armenios en otros lugares del país como respuesta a los rumores de celebración de referendums en la zona, además de quitarle autonomía a la región en disputa. La guerra, mientras los Balcanes ocupaban toda la pantalla internacional, terminó con la ocupación armenia de la zona suroeste de Azerbaiyán, Nagorno-Karabaj incluido, y la huida de miles de personas azeríes de su propio país a una zona más segura, lejos de la reconquista armenia. Entretanto, la región declaró su independencia bajo el nombre de República de Nagorno-Karabaj a finales de 1991. No hay más que ver las banderas de Armenia y esta república, no reconocida por la comunidad internacional, para constatar los claros vínculos entre ellas, ya que ese territorio es considerado una región histórica por los armenios. El Qarabağ de Agdam, ciudad que se encontraba en la zona afectada, logró hacerse con dos ligas azerbayanas a finales de los 80, cuando ésta aún era un torneo regional de la URSS. Posteriormente, logró una hazaña mayor: en el punto álgido de la guerra, consiguió un doblete histórico, quizá a modo de homenaje y despedida a la ciudad, que llegó a albergar más de cincuenta mil habitantes y que en ese mismo 1993 quedó reducida a escombros mientras supoblación huía hacia el este. He aquí un vídeo del último partido que se disputó en el hoy en ruinas (como el resto de Agdam) estadio Imarat, en las semifinales de copa de ese año 93.



