"Ojalá volviera el Atleti que tiraba las segundas partes pero te mataba cuando tenía una oportunidad". Jugando de visitante. Eso lo he escuchado y leído yo más de una y diez veces. El cualquier tiempo pasado fue mejor aplicado a la época de Simeone. La pizza no de cabra, sino de algo que haría vomitar a una cabra (y quizá ni Rambo Savic ni se comería) sirvió para irnos a un parón, recuperar lesionados, ahora que Griezmann no va con Francia que recupere piernas, y ver qué ocurre cuando Llorente vuelva en ese ala infernal que conforman Nahuel y Giuliano, con permiso del lanzador Oblak. Lo raro es que cuando añorábamos esa época de victorias implacablemente rácanas, que a mí me valían, me valen y me valdrán, teníamos otro tipo de jugadores, había menos sobresaltos en cuanto a titulares, importantes, maltratados y directamente defenestrados. Por eso es que este juego me descoloca, y me dice que siguiendo así no va a sonar la flauta siempre (o siendo más respetuosos, que ésto no es el camino), y no porque no sea capaz de visualizar estos partidos, si bien algo de apuro da ver la primera parte que nos cascamos... Si esta es la tecla del Cholo, sea, pero no sé yo si con estos mimbres se puede construir una caja fuerte que te electrocute si intentas abrirla como antaño. Eso contando con que esto sea un plan.
lunes, 11 de noviembre de 2024
viernes, 8 de noviembre de 2024
Ni puta idea
Qué ingenioso mi título, como el documental de Luis Enrique, pero sin asteriscos. Quizá el inefable asturiano debería empezar a preguntarse por qué siempre le pasa lo mismo, porque el Atleti no es el primero que les moja la oreja así. Con el tiempo me está cayendo gordo y mejor al mismo tiempo. Pero no es hoy día de dualidades, sino directamente de cosas que no tienen explicación. Cómo es posible si no que Espanyol y Lille no, y Bilbao, Celta y París, sí. La única posible respuesta la pone en los rótulos del marcador de la Champions: Atleti. Y si no, el comodín del público dirá que está en la cosa inmediatamente por debajo de él, el fútbol en sí mismo. El deporte donde la contundencia, cuyos otros nicknames son Suerte o también Puta Chorra, supera a la superioridad del rival...
Me alegro por el lobo-hombre en París Nahuel MVPolina, de que Oblak haga el pase de Arnau Tenas en la Final Olímpica en vez de revolcarse en el césped, y de que Correa marcara cuando todos esperábamos que saliera Sorloth y dábamos por bueno un empate resoplando. Al final lo que cuenta mientras nos encontramos, son estos triunfos (entre el miedo al VAR y este Atlético raro hacía que no celebraba un gol...) los que quedan en el recuerdo, sin saber en el futuro al rememorarlos si estábamos en la mierda respecto a juego o la posición en la tabla. No es el camino, ni un atajo, pero seríamos necios si no nos quedáramos con las circunstancias de ayer a la hora de valorar. Ganamos en un estadio dificilísimo ante uno de los cocos, con difícilmente peor panorama en cuanto a bajas. Encima me enamoró la forma en la que salimos a veces de su presión y cómo intentamos subir por momentos (solo vi la segunda parte, quizá eso me autosesgue). Me resisto a creer que esto vaya a ser un punto de inflexión, pero que me quiten lo celebrao mientras constato que nadie tiene ni puta idea de nada, y si alguien la tiene en algún momento, que por favor sea el Cholo, al menos hasta el verano.
viernes, 25 de octubre de 2024
Malos vientos
La frustración e incredulidad por el penalty que pitó el infame Marco Guida, primer árbitro europeo que crucificaré en mi mente en mi vida, solo superó por un momento la tristeza, o mejor dicho el estar tristón, que no es lo mismo que triste, porque va trufado de indiferencia culpable. Luego encima uno recapacita en que era el Lille B, mira la clasificación de esta Champions casi tan absurda como el penalty (que si nos lo pitan a nosotros lo habríamos fallado), se da cuenta de que el Cholo lleva perdido desde mitad de la última liga, que no hay identidad y sabes que no la va a haber, que siempre hay las mismas carencias, que somos presos de aspirar a la grandeza por haberla probado, y a la vez nunca perderemos el regusto amargo de los dosmiles, así que no tenemos nada sólido a lo que agarrarnos más que a que amamos al Atleti, que no merece la pena pensar si podríamos vivir sin él, y que al menos, y por lo menos, yo me fui más contento en esta surrealista derrota que al ganar en otros campos de manera pobre. Sin más asideros que las esquinas del escudo, o como mucho la vuelta de Llorente, Barrios y hasta, fíjense lo que les digo, Thomas Lemar. Otra cosa será después del Betis, donde independientemente del resultado de Heliópolis volverá a zarpar, sin posible moratoria, la (Ba)Titoneta de la Copa.
lunes, 7 de octubre de 2024
Si es que no es eso...
Otra vez la ficción termina igualando a la realidad, inaugurando otro día de la marmota. Algún día he de ver esa puta película a ver si realmente no es el mapache Indi puesto de anfetas quien la protagoniza. Incluso estando invictos en liga (dejemos hoy la Champions para variar), con jugadores que van bien: Gallagher, Julián va marcando, el milagro de Galán, Barrios vuelve bien, Lenglet ni tan mal, hasta el vilipendiado Nahuel... Incluso siendo el equipo menos goleado... lo peor es que esto podría ir mucho peor, de no ser por las victorias sobrenaturales de Bilbao y Vigo y el empate del derbi. Menos mal que ya se me pasó el arroz para escribir algo de él, por cierto. Hoy con la Real viniendo de perder en casa contra el Anderlecht y nuestro pobre espíritu post Lisboa, se auguraba resurreción de los locales, pero ese gol tan tempranero contradecía mi típico pronóstico de mal kun agüero. Con el Atleti nunca estás seguro de nada, y cuando crees que has visto la misma película, siempre hay un nuevo corte del director que te hace decir: "Joder, ¿cómo a mí nunca se me hubiera ocurrido esto?". El Atleti recuerda fuera de casa a una caricatura del cholismo mal entendido, o mejor dicho, del que entendían los que no veían un puto partido del Atleti y solo lo despreciaban cuando era un equipo temible. Porque esto no tiene nada que ver con aquello. No se sabe qué es peor, si se juega así porque se quiere o porque no se sabe de otra manera, pero estos planteamientos me hacen pensar, desde hace un mes lo menos, que estamos peor de lo que ya de por si estamos. Las sensaciones de las que hablaba QSF. Uno acaba tristón, casi agradeciendo una nueva fecha FIFA para descansar de este Atleti abúlico y sin rumbo. No fue en septiembre, fue en octubre, pero el taquillazo de todos los años ha llegado a nuestros mejores cines y uno sigue preguntándose qué falla, cuando falla todo, empezando por un entrenador que como yo, necesita unas vacaciones de Atleti, pero no puedooo.
domingo, 1 de septiembre de 2024
La media inversa
"El Atlético de Madrid es el equipo más raro que hay." Esa frase me la dijo un antiguo compañero de curro y es sencillamente demoledora de cierta que resulta. Podemos corroborarlo tomando como muestra su completa historia, la etapa simeoniana (por mucha regularidad añadida que contenga), y si nos apetece, los última dupla de partidos.
Tras el descalabro contra el Espanyol en casa, con un empate feo pero inmerecido, el equipo supo sacar milagrosamente un triunfo tanto por el complemento circunstancial de lugar como el de rival. Con lo apacible que se me antojaban en desde chaval las visitas a San Mamés y cómo han ido volviendo a su realidad histórica. El pasado sábado mismamente, la balanza se empezaba a inclinar a pesar de un Atleti sobrio atrás pero absolutamente chato arriba. Luego los cambios, esta vez a todas luces magníficos, pase de Álvaro Sørlotha y gol de Correa, que dribló a Agirrezabala y al propio cerocero que el destino final querría habernos impuesto. Ganar fuera y empatar en casa me vale, máxime antes de una fecha Fifa. Para el próximo partido ya habrán vuelto la guardería, el colegio y el curro. Esperemos también un mejor juego. Hay que mejorar mucho, pero ahora no es el momento sino de dar gracias por estos dos puntos de más, al igual que nos cagamos en la puta el día del Espanyol. Raro de cojones, pero como a mi hijo, hay que quererlo aún más aunque nos desespere.
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